Anna Navarro Descals fue reconocida a finales de año como la mujer más influyente del mundo en el ámbito de la tecnología. Estudió filología alemana, pero desde los primeros años como estudiante ya se interesó por la ingeniería. Ahora, es vicepresidenta de una gran empresa de Silicon Valley, NetApp, que almacena datos de grandes empresas. Entre estas, se encuentra una de las que más ha sonado en 2020 por la vacuna contra la covid-19 que ha empezado a comercializar: Pfizer. Desde que se mudó a EE.UU. en 1992, ha trabajado en grandes multinacionales como Cisco, Xerox, VeriSign, VMware y Acclaro. Conocida como Anna Schlegel en Estados Unidos (apellido que adoptó al casarse), además de su trabajo en sí, está involucrada en cinco ONG con las que hace activismo para ayudar a las mujeres en sus carreras profesionales. Es fundadora, por ejemplo, de Women in Localization. "No quiero dar la imagen de que es fácil [llegar donde ha llegado como mujer]; es superdifícil", indica. El único secreto es trabajar mucho. Y la paciencia.
NetApp trabaja con datos. ¿Es un momento en el que el big data ha tomado especial relevancia?
Totalmente. En salud, ciencia, biología, cambio climático... Tenemos clientes como Cern, Pfizer, Apple, pero también gobiernos. Somos el sistema que guarda el big data. Fuimos una de las primeras empresas en el mundo en hacer las placas de los sistemas que guardan los datos. Tenemos guardadas los datos de las 42.000 empresas más importantes del mundo: montamos unas instalaciones bestiales en todo el mundo para que estas compañías puedan tener sus datos y los puedan enviar.
Por lo tanto, ¿el big data se guarda en un espacio físico?
Es un espacio físico y ahora también híbrido, puesto que una parte está en la nube. Lo que estamos haciendo es que estas empresas no sólo tengan el espacio físico sino que cada vez estén más en la nube. Son unas transiciones muy complicadas que llevan mucho tiempo.
¿Qué diferencia el sector tecnológico de Estados Unidos y el catalán?
La diferencia no es que no haya supercracks y que la gente no tenga muchos estudios; la diferencia es el acceso a la financiación y el gran esfuerzo que se necesita para que un producto llegue a todo el mundo. Es una orquesta muy cara, muy grande: se tiene que tener paciencia, las ideas muy claras, equipos muy buenos, los tienes que ir formando, tienes que tener mucha estrategia. Y esto es muy complicado, no se puede hacer en todas partes del mundo. Aprenderlo a hacer lleva años.
"Las mujeres que llegan a ser directoras sénior y vicepresidentas entran en un mundo bastante solitario; te ponen muchas etiquetas y te empiezan a criticar"
¿Qué les falta a las empresas catalanas para hacer llegar sus productos a todo el mundo?
Financiación, apoyo, subvenciones. Y también es muy importante que los directivos y trabajadores estén bien en casa. Por ejemplo, para las mujeres, es muy difícil ser madre y tener una empresa global, porque es un proyecto que lleva muchas horas. Se tiene que salir, estar muy conectado, tener diplomacia. Y tener unos sistemas de innovación dentro muy fuertes, porque un producto que funciona muy bien este año, seguro que el año que viene ya hay otra empresa que lo hace mejor. Son muchas cosas.
Por lo tanto, siendo mujer, ¿todavía es más difícil?
Cuando tenía 30 años ya vi que aquí no había muchas mujeres. Yo ahora tengo 52 años y veo que muchas chicas entran y salen de repente, porque el ambiente es muy competitivo. Tienes que estar muy preparada: estudiar productos, ingenierías, marketing, estrategia... y todo esto son muchas horas. Siempre hablo con las chicas y les digo que es como prepararte para ser una atleta. Las mujeres que llegan a ser directoras sénior y vicepresidentas entran en un mundo bastante solitario. Te ponen muchas etiquetas y te empiezan a criticar.
¿La falta de autoestima influye a que haya tan pocas mujeres en lugares directivos sénior?
En algunos casos, sí. Yo cuando llegué a EE.UU., no conocía a nadie y no tenía mucho dinero. Cuando veía a alguna mujer que era jefa de marketing o de recursos humanos pensaba "no sé como han llegado; yo no seré nunca así". Si te vas preparando y vas estudiando, poco a poco las cosas van saliendo, porque aquí también hay gente que te quiere ayudar. En diciembre me dieron dos premios, y la primera reacción fue esta: "¿Por qué me los dan a mí?". Hay un circuito mental que te hace dudar, relacionado con esto de la autoestima. Pero después de unos días dije: "¿Por qué no yo?". Es un proceso de aceptación.
También hay pocas mujeres en el mundo de la ingeniería en general. ¿Qué falla?
Poderte quedar, aguantar. Es superexigente. Yo no puedo hablar de todas las mujeres en el mundo de la ingeniería, sino de mi experiencia. He estado en las empresas más buenas del mundo, y hay una competencia bestial para hacerte un nombre. Cuando yo digo una cosa, se lo tienen que creer miles de personas, y poder hablar con cierta autoridad tarda años en llegar. Te tienes que ir formando.
¿Faltan referentes?
En Catalunya también hay mujeres muy importantes, pero no sé si sus empresas son tan importantes como las de EE.UU.. Se tiene que ser muy honesto: llegar a estos puestos es muchísimo trabajo... Noches, mañanas, fines de semana, viajar, escuchar. A mí me han dicho que lo hago mal 4.000 veces. Tienes que estar abierta a las críticas, a aprender y entonces tienes que hacer lo que tú creas. Mucha gente no tiene paciencia para esto. No quiero dar la imagen de que es fácil: es superdifícil.
¿Cree en las cuotas femeninas en las empresas?
Las cuotas no funcionan, pero se tienen que saber los datos para poder llegar a las cuotas. En todas las compañías donde he estado he mirado cuántas mujeres hay en cada equipo, y los números siempre son muy bajos. Si pones una cuota, no se mueve nada. Las cuotas son interesantes, pero lo que se hace detrás para cambiar los porcentajes es muy difícil. A mí no me gusta esto de los hombres y las mujeres, pero es verdad que las mujeres nos llevamos unos golpes bestiales.
¿Qué se puede hacer para que haya más mujeres?
Se tienen que traer candidatos diversos a las entrevistas. Aquí hay un tema de cómo se escriben las descripciones de las ofertas de trabajo: son muy agresivas. Quieren fichar a gente que no existe. Las mujeres ven estas descripciones y pasan de presentarse. Se tiene que ir con cuidado a que la descripción esté bien escrita, que no dé miedo. En EE.UU., la diversidad va más allá de hombre-mujer, también tienes que traer a hispanos, gente de color, asiáticos...
¿Qué aporta esta diversidad?
El producto que acabas haciendo se asemeja al consumidor. Si el producto es diseñado por un equipo de mujeres asiáticas será muy diferente que si el equipo es diverso. Si quieres hacer un producto que vaya a todo el mundo, se tiene que asemejar al mundo. Si quieres que se quede en casa, ya está bien que no haya un equipo diverso.
"A mí no me gusta esto de los hombres y las mujeres, pero es verdad que las mujeres nos llevamos unos golpes bestiales"
¿Cómo ha afectado la covid-19 al talento femenino?
Un estudio indicaba en septiembre que en EE.UU. habíamos perdido un porcentaje bestial de mujeres trabajadoras por la situación. Son las maestras de los niños, trabajan desde casa... Hay muchísima tensión en las casas: todo el mundo cocinando, todo el mundo corriendo. Tengo amigas que han dejado el trabajo si su pareja tiene un sueldo bueno, por la salud mental. Esta situación crea depresiones y ansiedad, y está pasando en todo el mundo.
¿La tecnología ha hecho que los confinamientos sean más fáciles?
En parte ha ayudado mucho, pero también hay mucha fatiga de hacer Zooms, por ejemplo. En mi equipo, he prohibido que el viernes se hagan videollamadas; así tenemos tres días para descansar la vista.
La crisis económica derivada de la covid-19 ha dejado al margen el mundo digital: las empresas tecnológicas están en auge. ¿Es un buen momento para invertir en tecnología?
Es un muy buen momento. Basta con ver las acciones de Amazon, Netflix, Zoom... Hay ciertos verticales de la tecnología que están ganando muchos céntimos: la parte de vacunas, hospitales, comunicación en linea, etc.
¿Barcelona tiene un nombre en EE.UU. como hub tecnológico?
Sí, cada año lo notamos más. Yo soy de la delegación que siempre da la bienvenida a los catalanes que vienen a Silicon Valley, y hay mucho intercambio. Esto es muy positivo.