Es bien fácil encontrar la marcasueca en cualquier aeropuerto del mundo. Sin ir más lejos, esta anima los desplazamientos de los millones de viajeros diarios mediante uno de sus principales símbolos y actual patrocinador del Barça, Spotify, la plataforma líder de música y pódcast impulsada en 2006, que actualmente supera los 600 millones de usuarios. En el aeropuerto donde más fácil es encontrar esta marca, evidentemente, es en el de Estocolmo-Arlanda, la principal infraestructura aeroportuaria de Suecia, ubicada a 42 kilómetros al norte de su capital. En esta, aparece una cuidadosa selección de cafeterías que denotan la importancia que estas tienen en la gastronomía sueca -y en el centro neurálgico de la capital-, así como un mobiliario que fácilmente recuerda a la multinacional Ikea y a una gran cantidad de vehículos de alquiler de la marca Volvo, ambas de origen sueco.
Gotemburgo, Malmö y Estocolmo concentran el 25% de la población sueca
Y es que entre los países nórdicos, Suecia es el más poblado: con 10,49 millones de habitantes, casi iguala la suma de los países vecinos Finlandia (5,5 millones) y Noruega (5,4 millones). Gotemburgo, Malmö y Estocolmo, todas ubicadas en el sur del país, concentran el 25% de la población sueca en una ubicación muy bien conectada: las dos primeras, del lado de Noruega y muy cerca de Dinamarca -especialmente Malmö, que conecta con Copenhague mediante el puente de Øresund-, y la tercera, del lado de Finlandia, cerca del mar Báltico, compartido con territorios como Estonia, Letonia, Lituania o Polonia.
Estocolmo: una ciudad sobre el agua en "el mejor país para perder el trabajo"
Debido a las 14 islas conectadas por 57 puentes diferentes, Estocolmo también es conocida como la ciudad sobre el agua. Es el centro cultural, mediático y político del territorio, al acumular más de un tercio del PIB del país, y se sitúa entre las 10 regiones con un PIB per cápita más elevado en Europa. De hecho, no hace falta caminar mucho rato por el centro de la ciudad para darse cuenta del nivel de vida de la capital: un corte de pelo básico puede rondar las 400 coronas suecas -unos 35 euros-, un desayuno compuesto por un dulce típico y un café fácilmente sube a las 120 coronas -poco más de 10 euros- y es difícil encontrar un menú del mediodía por debajo de las 290 coronas -unos 25 euros-.
Se trata de unos precios bastante superiores a los que estamos acostumbrados los catalanes, pero que corresponden a un salario mucho más elevado -y al cual, de momento, tampoco estamos acostumbrados-. Según Datosmacro, el salario medio en Suecia ronda los 46.522 euros al año, muy por encima de los 28.145,02 que cobramos los catalanes, según el Idescat. Aún más, además de la retribución salarial, Suecia es conocida por ser “el mejor país donde perder el trabajo”, y las estadísticas hablan por sí mismas: el 90% de los trabajadores despedidos se reincorporan al mercado laboral en menos de un año, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
El salario medio en Suecia ronda los 46.522 euros el año
¿El causante de este indicador? El llamado sistema de transición sueco. Las empresas financian un conjunto de consejos de seguridad laboral, unos servicios de asistencia ideados para los trabajadores despedidos, los cuales cuentan con la ayuda de una serie de asesores que redirigen sus habilidades y ambiciones a las nuevas oportunidades del mercado laboral. El sistema no solo destaca por sus resultados, sino también por facilitar cursos y programas que permitan a la población recientemente desocupada actualizarse y convertirse en más competitiva en el mundo laboral.
¿Se puede ser más productivo trabajando seis horas?
Por otro lado, los trabajadores cuentan con un modelo laboral bastante actualizado y continuamente predispuesto a innovar. Suecia fue de los primeros países en apostar por el teletrabajo; de hecho, es el tercer país de la Unión Europea que más teletrabaja. En esta misma línea, portavoces de grandes corporaciones como King apuntan a VIA Empresa que los equipos de trabajo cuentan con mucha flexibilidad para adaptar sus horarios a un modelo híbrido, con el objetivo de ser más eficientes y productivos.
Precisamente, la productividad es una cuestión prioritaria en el tejido empresarial sueco, motivo por el cual también se exploró la implementación de la jornada laboral de seis horas. Para hacerlo, en 2015 se llevó a cabo el siguiente experimento: durante dos años, la mitad de los funcionarios de la ciudad de Gotemburgo trabajó seis horas al día (manteniendo las mismas condiciones salariales), mientras la otra mitad continuó trabajando las ocho horas habituales. La principal hipótesis que motivó el experimento fue que una jornada laboral más respetuosa con la conciliación familiar se traduciría en unos trabajadores más eficientes y comprometidos con su trabajo, que paralelamente tendrían más energía, se enfermarían menos y estarían más comprometidos con la empresa.
El momento 'Fika' es un momento de descanso y ocio, obligatorio en muchas empresas
Aunque estas suposiciones se cumplieron, especialmente en los centros de salud, la jornada de seis horas no prosperó debido a las críticas que recibió el experimento, al suponer un coste de unos 800.000 euros para el Ayuntamiento de Gotemburgo. Es por este motivo que el mencionado modelo híbrido se ha establecido como el plan B para fomentar la conciliación familiar, en una clara apuesta por el bienestar de los trabajadores. Otro ejemplo que define el modelo laboral sueco es el llamado momento Fika, un momento de descanso y ocio -en muchas empresas obligatorio- que se ha instaurado en el tejido empresarial sueco y que se destina a tomar café y socializar en un ambiente distendido.
La sostenibilidad, clave en una ciudad inteligente
Sin embargo, no hace falta adentrarse en unas oficinas para comprobar que Suecia es un territorio avanzado. Estocolmo es un claro ejemplo en materia de sostenibilidad, motivo por el cual la ciudad recibió el premio a la Smart City en 2019, en el marco de los World Smart City Awards. Una sólida y bien conectada red de transporte público, donde destacan las artísticas estaciones de metro y un gran uso de la bicicleta -a pesar de las gélidas temperaturas que imperan durante casi todo el año-, se suman a un sistema especialmente arraigado en los países nórdicos: la calefacción urbana (o district heating).
Este sistema genera la energía térmica en una central, y posteriormente la distribuye mediante una red urbana, igual que lo hace con el gas, el agua o la electricidad. En el caso de Suecia, la calefacción urbana se caracteriza por reutilizar el calor residual de las industrias para cubrir hasta el 75% de la demanda de calefacción, una demanda que, en un territorio donde las temperaturas mínimas fácilmente caen por debajo de los -20 grados, no es poca.