Ferran Ramon-Cortés (Barcelona, 1962) dejó atrás casi 20 años como trabajador para fundar el Institut 5 Fars especializado en formación de habilidades relacionales y comunicación. Colaborador de Esade y profesor invitado en varias universidades, Cortés enseña a los ejecutivos a comunicarse en público y elogia las virtudes de la comunicación interpersonal y el desarrollo de equipos a la hora de "solucionar conflictos, alinearse y trabajar mejor". Le gusta tanto explicar como vivir y escribir. Su último libro Más amistades y menos likesnos invita a hacernos una lista de nuestras amistades y preguntarnos donde les invitaríamos a cenar: en la cocina, en casa o en el restaurante? De media, se tienen entre 20 y 30 relaciones activas que se tienen que asear como la ropa de armario. Y de paso, vale más no dejar un te quiero por decir.
¿Por qué necesitamos más amistades y menos likes?
La portada tiene un punto de ironía porque puede estar bien que tengas likes si eres consciente qué son. Yo reivindico que necesitamos cuidar bien nuestras amistades presenciales y no estar tan pendientes de los contactos de las redes porque nos roban un tiempo precioso. Todavía estamos diseñados para el cara a cara y cuando esto pasa nuestra relación cambia, se crean unos vínculos que nos hacen muy felices y que no se establecen de ninguna otra manera.
"Estamos diseñados para poder captar millones de expresiones no verbales que nos indican si le caes bien o no a una persona"
¿Estamos poco conectados en un mundo hiperconectado?
Estamos más conectados que nunca y más desconectados porque hay poca profundidad en estas conexiones. Son fugaces y muy oportunistas. Cuando vamos a dormir no lo hacemos con la sensación de placer de una buena cena con unos buenos amigos aunque aquella tarde hayamos estado conectados con 200 personas. Estamos hiperconectados en número de personas y de contactos pero en cambio, estas conexiones no tienen la fuerza y la emocionalidad del cara a cara. Algunos lectores reivindican que puedes tener un amigo por Internet y no lo niego pero es una excepción. Hemos perdido la calidad y hemos multiplicado la cantidad. En las redes expresamos y compartimos una parte de nuestra personalidad que no es el yo completo.
También queda fuera de juego la comunicación no verbal.
Las redes no muestran ni el tono de la comunicación ni la parte no verbal y muchas veces nos cuesta interpretar la correcta dimensión de los mensajes. Yo me tomo mal un mensaje que me has enviado pero tú no tenías ninguna intención de enviármelo. El lenguaje no verbal es una parte consustancial de todos nosotros y nos ha hecho subsistir como especie. Estamos diseñados para poder captar millones de expresiones no verbales que nos indican si le caes bien o no a una persona, si estás sintonizando... Todo esto se pierde en las redes. Son relaciones con una duda de autenticidad sobre lo que está pasando. He visto muchos follones causados por la mala interpretación de un mensaje.
A veces se cruzan los dos mundos... Para muchos, no es extraño enviar un whatsapp a la hora de cenar.
Todo esto es muy nuevo, no nos hemos regulado y estar tan conectados al instante es muy adictivo pero está dañando profundamente las relaciones presenciales. Te pongo dos ejemplos vividos y absolutamente reales: estaba en un restaurante, tenía una familia al lado donde cadauno tenía su móvil o tablet y la única voz que escuché durante toda la cena fue para pedir los platos. Me pregunté: ¿por qué se han gastado este dinero? Y la otra es una persona sonriente porque lee un whatsapp mientras la de su delante le está explicando un drama. ¡Es impresentable! No estás ni con el whatsapp ni con la persona y en todo caso, la persona la estás perdiendo seguro.
"La gente que tiene mejores relaciones es más feliz y vive más"
Dígame qué uso haces de las redes y te diré quién eres.
El problema es que a través de las redes puedo mentir, ser otro y simular que hago cosas que no estoy haciendo. El mundo de las redes bien utilizado es una bendición pero si le pones imaginación puedes crearte una película espectacular y tener una relación de whatsapp que no tiene nada que ver con una relación real. Hay otro fenómeno conectado con la realidad política y social que estamos viviendo que es la gente que se descara en las redes con zafiedad e insultos. Es sorprendente. Nos da por rincones nuevos de nuestra personalidad que no nos hacen grandes favores.
¿Estamos secuestrados por nuestros contactos y nos va la vida con nuestras relaciones?
Sí que nos va la vida con nuestras relaciones. Harvard hizo el estudio más grande que se ha hecho nunca sobre comportamiento humano y felicidad y siguió 800 personas durante 75 años. ¿Qué nos hace felices? ¿El dinero, el estatus, el éxito? Sólo la calidad de las relaciones correlaciona con la felicidad. La gente que tiene mejores relaciones es más feliz y vive más. A la vez, muchos estamos secuestrados por nuestros contactos. Es útil, necesario y legítimo tener una red de contactos pero el problema llega cuando arrastras esta red a tu vida personal. Durante la campaña electoral, una persona que iba en las listas me mandó un mensaje político a las 5 de la mañana e inmediatamente lo bloqueé. Al final, los contactos en horario laboral pero en mi vida no entran.
¿Qué podemos hacer para deshacernos de los invitados que no queremos en nuestra vida?
En un momento concreto podemos tener entre 20 y 30 relaciones activas. No es una medida científica sino una conclusión del sentido común de preguntar y repreguntar. Algunos amigos son muy activos pero cuando piensas en la última vez que cenaste ya hace 6 o 8 meses. Por lo tanto, es un buen amigo pero no es activo en este momento. Haz un cálculo muy fácil: si tienes 30 amigos y cada dos meses cenas con uno quiere decir que cada dos días tendrías que cenar fuera. ¿Qué hacemos con aquellos que hemos decidido que no queremos que sean nuestros amigos? Puede no haber animadversión pero no estáis en el mismo momento vital y no estáis disfrutando mutuamente de la amistad. No tienes que tasarlo ni hacerle saber que no está en tu vida, simplemente no tienes que dedicarle tiempo.
"La crítica pesa entre cuatro y cinco veces más que el reconocimiento"
"Un café más con un contacto es un café menos con un amigo", afirmas.
La cortesía y el protocolo nos lleva a lo contrario. Cómo tengo confianza con el amigo anulo la quedada mientras que con el contacto acepto quedar. Tendría que ser a la inversa. Es una cuestión de limpiar, hacer y rehacer listas y tenerlas presentes. Propongo al lector que haga tres listas: quién invitaría a cenar a la cocina (personas que dan sentido a nuestra vida), quien invitaría a cenar en casa (personas de mucha confianza) y quien invitaría a cenar a un restaurante (puerta de entrada para llegar a casa). El contacto mínimo esencial es de 2 semanas, 2 meses y 2 años, respectivamente. Muchas amistades lo aguantan todo pero vale más coger una norma de contacto mínimo porque a veces las amistades viven más del recuerdo que de la realidad. Tenemos que estar muy en sintonía con cada momento vital y es muy importante que en casa no se te cuelen plastas porque te pueden hundir la cena.
Desgraciadamente, la energía negativa pesa más que la positiva.
No es un defecto por depresión sino un mecanismo de defensa para subsistir y captar los peligros. La crítica pesa entre cuatro y cinco veces más que el reconocimiento. Si estoy con una persona que me da energía negativa no la compenso sólo con una que me da de positiva sino con cuatro o cinco. Todos hemos experimentado salir de una cena con un grupo e irnos a casa diciendo qué mal o buen rollo en el cuerpo. Es el contagio emocional de un grupo.
"Con las amistades tenemos que hacer igual que con la ropa del armario"
¿Cuál es el secreto para estar en cada momento con las personas que queremos?
Limpiar. Con las amistades tenemos que hacer igual que con la ropa del armario: cuidar la que te gusta, sacar la que no usas y dejar espacio para la nueva. Tenemos que ser selectivos a partir de la energía y no con el significado de la relación. No porque seas mi cuñado tengo que abrirte la puerta sino que lo haré porque me das energía positiva y así estarás siempre con quién quieres estar. Socialmente hay muchas etiquetas que parece que tenemos que cuidar porque sí pero yo defiendo que incluso tienes que enfriar la relación con un hermano si esta relación te está dañando y esto no quiere decir que dejes de ser hermano sino que te apartas durante una temporada. Limpiar es 100% emocional a pesar de que racionalmente quizás tenemos que tomar una decisión que va en contra de nosotros. Tienes que ponerte mentalmente una persona enfrente y ver qué sentimientos tienes o de aquello que te acuerdas de la última vez que estuvisteis juntos. Tenemos que ser honestos y confiar en esta intuición porque racionalizándolo siempre nos podemos hacer trampas.
¿Qué recomiendas para cenar con un mismo?
Escuchar el diálogo que tenemos con nosotros mismos sobretodo en tres momentos clave: cuando me levanto por la mañana, cuando me pasa una cosa buena y cuando me pasa una de mala. Es un termómetro de cómo estoy funcionando conmigo mismo. Aquello que me llama a mí es lo que acabo diciendo a los otros. Los neurólogos aseguran que tenemos 60.000 pensamientos al día y el 90% son repetitivos así que si entras en un ciclo de pensamientos negativos es muy jodido salir. Ser cariñoso con uno mismo es asumir un error y no fustigarse. Por eso recomiendo ir a cenar con un mismo y coger conciencia de cómo te tratas porque así es como tratarás tus amigos.
¿En las empresas falta formación en habilidades relacionales y de comunicación?
Se trabaja mucho más que hace unos años y en muchas empresas ya es absolutamente imprescindible. Me gustaría decir a los empresarios que no es buenismo sino que manejar bien las relaciones y la comunicación hace que trabajemos más a gusto y seamos más productivos. Es una cuestión de dinero. Los equipos con buenas relaciones son mucho más eficientes, se lo pasan mejor y viven mejor. Por eso, les digo a los empresarios que son responsables de las relaciones que hay dentro de sus equipos. Se indignan pero tienen que intervenir porque si las relaciones funcionan todo irá como un tiro, pero si se contaminan se hundirá el xiringuito.
"Los empresarios son responsables de las relaciones que hay dentro de sus equipos"
La comunicación es una de las primeras cosas que se recorta en época de crisis...
Cómo no se puede demostrar empíricamente en una cuenta de resultados es lo más fácil de recortar. La tiranía de los mercados se nos ha colado en todas las empresas e impera la misma lógica en todas partes. Esto es pan por hoy y hambre para mañana. He experimentado que los equipos han quedado muy tocados después de los años de crisis y las empresas están haciendo manos y mangas para remontar. Ahora bien, empresarios y directivos no se sienten cómodos hablando de emociones. Los de la vieja escuela tienen pánico a que se descubran sus vulnerabilidades porque creen que perderán autoridad. Es radicalmente lo contrario: cuando se descubre la dimensión personal de un jefe o director es cuando realmente se le puede admirar. Se tiene que tener la máxima confianza posible con los trabajadores y esto no necesariamente quiere decir amistad. Las cosas se tienen que hablar y no se tiene que confundir amistad y confianza.
El paradigma débil de las emociones está cambiando.
Todavía hay mucho terreno por recorrer. En una dinámica de grupos hubo un trabajador que se echó a llorar y el director le dijo: 'Habíamos quedado que aquí se venía llorado'. Es el famoso tópico de la mochila de emociones que se deja en la puerta. Pero, ¿alguien ha visto nunca una mochila de emociones? Negar una emoción es negar una persona en ella misma. Si le dices a alguien que no puede estar triste le estás diciendo que no puede estar. Es un absurdo. La cultura de las emociones ha sido tabú durante muchos años especialmente. Los hombres no lloran.
"Los políticos no saben pedir perdón"
Aconsejas no dejar un te quiero por decir. ¿Sabemos agradecer y pedir perdón?
No. Para pedir perdón siempre nos sobra la segunda parte de la frase. El colmo son los políticos que no saben pedir perdón, cuando lo hacen reparten a diestro y siniestro a todo el mundo. Agradecer lo hacemos poco en concreto y muy en general, nos cuesta mucho agradecer un comportamiento específico. Sobre el te quiero por decir, tengo una experiencia impactante. Estaba escribiendo un libro con una anécdota muy bonita sobre mi madre, vino a cenar a casa y me dijo que la quería leer. Yo estaba cansado, había tenido un día muy duro de trabajo y le dije que no. Me insistió y le respondí que no me agobiara y que ya se lo pasaría. Al día siguiente me llamaron que se había muerto de un infarto. Nunca vio su anécdota y es un te quiero que no le pude decir. No es tremendismo pero la vida es así, no siempre tenemos que contar con el día de después. Es hoy que estoy bien contigo y quiero que lo sepas.