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FIFA: una historia de voracidad sin límite

Si analizamos sus cifras, entendemos el porqué de la importancia del campeonato del mundo de fútbol

Exterior de la sede en Suiza| Wikimedia Commons
Exterior de la sede en Suiza| Wikimedia Commons
Barcelona
17 de Diciembre de 2022

El campeonato del mundo de fútbol está a punto de llegar a su aliento final. La culminación será el partido por el título entre la Argentina de Messi y la Francia de Mbappé, aquel hombre que reía como un verdadero badoc cuando un periodista le preguntó si no sería más razonable usar el tren de alta velocidad para desplazarse entre París y Nantes, y no el jet privado tal como hacían habitualmente.

La rueda de prensa finalizó, segundos más tarde, con una respuesta de la estrella de Bondy que retrata cuidadosamente el personaje, uah, j'pienso rien (sic), o sea, "yo no pienso nada". Es probable que así sea, porque ya hace tiempo que sabemos que para ser un futbolista estelar, las neuronas son algo contingente.

La imagen despreciable que el 6 de septiembre pasado ofrecieron Mbappé y su entrenador en el PSG, Christophe Galtier, haciendo befa de una pregunta seria sobre el derroche de recursos en el mundo del fútbol de élite, permite entender qué tipo de gente forma parte de la burbuja futbolística.

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Imagen del jugador Kylian Mbappé | Wikimedia Commons

En la cúspide de todo el entramado hay la FIFA, la federación planetaria, campeona de la corrupción y que con la celebración del campeonato del mundo en Qatar ha batido todos los récords imaginables de inmoralidad y desplante.

No entraremos a recordar, una vez más, las condiciones en las cuales se concedió el evento mundialista al emirato del golf, porque ya se ha hablado bastante en muchos medios, pero sí que haremos una breve mención al discurso que el presidente de la FIFA, el suizo Giovanni Vincenzo Infantino, pronunció en la vigilia de la inauguración del campeonato y que rompió todos los medidores del cinismo.

De su boca brotaron frases como "tengo unos sentimientos fuertes, hoy me siento qatarí, hoy me siento árabe, hoy me siento africano, hoy me siento gay, hoy me siento discapacitado y hoy me siento un trabajador migrante".

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Infantino (centro), en un acto de la FIFA | FIFA

Parece extraño que, entre tal mezcla de sentimientos, no encuentras ni un rato para sentirse alopécico, que sería lo más ajustado en la realidad. Pero Infantino no se paró aquí, porque para justificar el absolutismo que reina en Qatar, muy avanzado en el siglo XXI, aseguró que "creo que por lo que hemos ido haciendo los europeos en los últimos tres mil años, nos tendríamos que disculpar durante los 3.000 años próximos antes de empezar a dar lecciones morales a las personas".

Remachó el clavo afirmando que sabe muy bien lo que es el acoso, porque, según asegura, de pequeño le hacían bullying por ser pelirrojo. Debe de tratarse el primer caso documentado de acoso por esta causa.

Más adelante volveremos a Infantino, ¿pero la pregunta que nos viene al cabo ahora es que es la Fédération Internationale de Football Association (FIFA)? Pues bien, se trata de un organismo creado en el 1904 a París para intentar poner orden en el fútbol internacional, que ya empezaba a arraigar fuera de las islas británicas.

Hicieron un primer intento de campeonato del mundo en el 1906, pero fracasó, y no sería hasta el 1930 que se podría celebrar la primera edición, en Uruguay. Desde entonces, el negocio de la FIFA no ha dejado de crecer, hasta acontecer una multinacional de carácter privado -en el sentido que no cotiza en ningún mercado ni tiene accionistas- que mueve centenares de millones de dólares.

El negocio de la FIFA no ha dejado de crecer, hasta acontecer una multinacional de carácter privado

Si analizamos sus cifras entendemos el porqué de la importancia del campeonato del mundo de fútbol, que es la gran fuente de ingresos de la entidad. Si en los años sin Mundial la facturación del órgano de gobierno del fútbol puede oscilar alrededor de los 700 millones de dólares y generar pérdidas de más de 300 millones, en los años con Mundial sus ingresos se disparan hasta situarse entre los 4.000 y los 5.000 millones de dólares, dejando unos beneficios colosales de entre 1.500 y 2.000 millones.

Toda esta montaña de dinero proviene mayoritariamente de dos fuentes, los derechos de televisión y los productos licenciados, qué combinados proporcionan entre dos tercios y dos tercios y medio de los ingresos totales de la entidad. Visto así, se entiende que Infantino esté intentando que este gran torneo -el más importante del deporte planetario- se dispute cada dos años en vez de cada cuatro.

Si como daño colateral, el forofo acaba saturado de fútbol y desconectando emocionalmente de su deporte favorito, a Infantino tanto le hace. En otras palabras, mientras la preocupación de alguien enamorado de este deporte sería que de aquí a cien años se continúe practicando y todavía levante pasiones, al directivo suizo le preocupa de manera exclusiva que en el tiempo que le queda de mandato entre el máximo de dinero en la caja y que él pueda seguir viviendo como un príncipe de Las Mil y Una Noches. Su sueldo anual como presidente de la FIFA es de unos tres millones de euros.

Al directivo suizo le preocupa de manera exclusiva que en el tiempo que le queda de mandato entre el máximo de dinero en la caja

Al mando del órgano rector del fútbol mundial hay Infantino, pero también un grupo de dirigentes que completan el llamado FIFA Council (anteriormente conocido como Comité Ejecutivo), que vendría a ser un consejo de administración que gobierna la entidad entre asamblea y asamblea.

Este organismo está formado por -además del presidente- 8 vicepresidencias y 28 vocalías. El reparto es geográfico, en función de la importancia de las diversas confederaciones continentales que lo forman. De este modo, quien tiene más peso es Europa (UEFA/UEFA, 3 vicepresidentes y 6 vocales), seguido de Asia (AFC, un vicepresidente y 6 vocales), África (CAF, un vicepresidente y 6 vocales), Sudamérica (Conmebol, un vicepresidente y 4 vocales), Centroamérica, América del Norte y Caribe (Concacaf, 1 vicepresidente y 4 vocales) y Oceanía (OFC, 1 vicepresidente y dos vocales).

Entre los vicepresidentes destacan personajes como el jeque Salman bin Ibrahim Al Khalifa, miembro de la familia real de Baréin, el multimillonario húngaro Sándor Csányi, el magnate de la minería Patrice Motsepe, el hombre de negocios paraguayo Alejandro Guillermo Domínguez Wilson–Smith, el qatarí Saoud Abdul Aziz M. Al Mohannadi, el magnate del tabaco hindú Praful Patel o Fernando José Maciera Ferreira Araújo da Costa Sarney, hijo de quién fue presidente del Brasil entre 1985 y 1990.

Recuperamos la figura de Infantino, una vez más, para recordar que hizo el salto a la FIFA después de llegar al cargo de secretario general de la UEFA, la confederación europea de fútbol, bajo el mandato de Michel Platini, que tuvo que plegar por un caso de corrupción. Había empezado como asesor jurídico y fue ascendiendo en la pirámide de poder hasta llegar al segundo escalón de la entidad. Posteriormente, él aprovechó la defenestración del presidente de la FIFA, Joseph Blatter, el 2015 por, no hay que decirlo, un caso de corrupción para presentar su candidatura a la presidencia.

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Imagen de archivo de Joseph Blatter expresidente de la FIFA | Wikimedia Commons


Curiosamente, el caso que acabó con las carreras de Blatter y Platini fue el mismo, un contrato "desventajoso" para la FIFA que el primero firmó a favor del segundo y que vendía unido a un "pago desleal" en el mismo sentido direccional. Los calificativos entre comillas proceden del diagnóstico que hizo la misma FIFA.

En el 2016, Infantino fue escogido con una diferencia bastante generosa (115 a 88) respecto del segundo clasificado, precisamente Salman bin Ibrahim Al-Khalifa, a quien hemos presentado hace un rato como actual vicepresidente. Con cuatro y cero votos quedaron, respectivamente, el príncipe de Jordania, Ali bin Al Hussein, y el exdiplomático francés Jérôme Champagne. Antes se había retirado el quinto candidato, un personaje de nombre extravagante llamado Tokyo Sexwale. Los votantes en esta elección fueron las diferentes federaciones nacionales afiliadas a la FIFA, 207 en aquel momento.

Algunos candidatos fueron rechazados por diferentes razones: Michel Platini por corrupción y aceptación de sobornos (el caso que hemos explicado unas líneas atrás) y el liberiano Musa Bility para no superar "el test de integridad", sin que se hicieran públicas las razones concretas. Viendo la permeabilidad y tolerancia de la gente de los estamentos futbolísticos con la corrupción, da miedo pensar qué le debían de encontrar en este buen hombre para que lo consideraran indigno para entrar a formar parte de la casta de la pelota.

Quién piense que estamos exagerando demasiado con la corrupción de la FIFA tendría que saber que las primeras declaraciones de Infantino como presidente de la entidad fueron "hemos pasado de ser una organización casi criminal y tóxica, a ser una organización que se dedica al fútbol".
De la primera parte de la afirmación estamos seguros; de la segunda, no tanto.

Una vez instalado en el poder, el dirigente suizo se hizo fuerte hasta el punto que en las elecciones del 2019 consiguió renovar el cargo sin que ningún opositor osara de presentarse. Todo parece indicar que el próximo año volverá a ser el único candidato en las elecciones a la presidencia de la FIFA, lo que implicaría que empezaría de manera automática su tercer mandato.

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Imagen de un grupo de fotógrafos al Mundial de Qatar | FIFA


Todo lo que hemos visto hasta ahora -de Mbappé a Infantino- es la realidad del fútbol de máximo nivel y de la gente que lo dirige. Cuando el domingo a las cuatro de la tarde empiece a rodar la pelota en el estadio de Lusail desearemos que, como mal menor, el badoc que reía el 6 de septiembre pasado no pueda hacer realidad su sueño de ser bicampeón mundial.