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G20, lucha contra la pobreza y nuevos equilibrios globales

Los países del G20 agrupan el 66% de la población y el 85% del PIB mundial

La lucha contra la pobreza durante el G20 | EP
La lucha contra la pobreza durante el G20 | EP
Barcelona
20 de Noviembre de 2024
Act. 21 de Noviembre de 2024

Primeramente, fue el G7, que desde 1977 reúne a los países con las economías de mercado más grandes y avanzadas. Durante un tiempo, desde 1998 hasta 2014, fue el G8, con la incorporación de Rusia. La primera invasión de Ucrania la dejó fuera de unas cumbres en las que nunca había sido un miembro plenamente efectivo.

El G20 comienza el reconocimiento de los intereses del sur global

En 1999 surgió el G20, que incluía las principales economías -sin distinción de organización interna ni de regímenes democráticos o autoritarios- del mundo. Las grandes instituciones, desde la ONU hasta el FMI o el Banco Mundial, y regionales -OCDE, ASEAN y otras- también están presentes. El G20 constituyó el reconocimiento efectivo del peso de los grandes países del que ahora se llama sur global -antes países en desarrollo, luego países emergentes o BRICS- en la economía mundial y la relevancia de sus intereses a la hora de crear un sistema de gobernanza para una economía global.

España es ahora también un invitado permanente del G20, y la Unión Europea -y ahora también la Unión Africana- tienen también representación directa

En 2008, tras la crisis financiera mundial, el G20 ascendió de categoría y si hasta entonces eran los ministros de finanzas los que acudían, ahora las delegaciones son encabezadas por los jefes de estado o de gobierno. España es ahora también un invitado permanente, y la Unión Europea -y ahora también la Unión Africana- tienen también representación directa. Estos son los que se han reunido esta semana en Río de Janeiro. Hace dos años lo hicieron en Bali, el año pasado en Delhi y el año que viene lo harán en Sudáfrica, todos países de ese sur global.

Los BRICS+, pretendida alternativa al orden mundia

El president del Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva, i el president de Sud-àfrica, Cyril Ramaphosa, assisteixen a una sessió plenària de la cimera del G20 | EP
El presidente del Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva, y el presidente de Suráfrica, Cyril Ramaphosa, asisten a una sesión plenaria de la cumbre del G20 | EP

Hace un mes, precisamente, se reunieron en Moscú los llamados BRICS+ -Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, fundadores iniciales- ampliados con Egipto, Etiopía, Arabia Saudita, Irán y Emiratos Árabes Unidos. La Argentina de Milei se descolgó. Además de constatar que la pretendida soledad de Putin ante el mundo occidental se ve compensada con los grandes países del sur global, el movimiento pretende ejercer de contrapeso a la hegemonía occidental, sobre todo norteamericana, en las grandes instituciones económicas mundiales -Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial- destinadas a impulsar el crecimiento. Y también a encontrar alternativas a la hegemonía planetaria del dólar en las transacciones internacionales.

El movimiento de los BRICS+ pretende ejercer de contrapeso a la hegemonía occidental, sobre todo norteamericana

Una hegemonía que, entre otras cosas, permite una confianza prácticamente ilimitada en la moneda y facilita el enorme déficit y permanente déficit comercial y financiero de los Estados Unidos. O lo que es equivalente, un estado y una sociedad que vive por encima de sus posibilidades, si estas se expresan en la riqueza que generan. Todos están dispuestos a financiar la deuda estadounidense porque la confianza en el dólar y en la capacidad de los Estados Unidos para responder y pagar los intereses convenidos se considera fuera de toda duda. Los beneficios de ser la primera potencia mundial que desde el sur se pretenden limitar.

La nueva división de bloques

Por lo tanto, debemos entender el G20 como el lugar de encuentro entre dos bloques cada vez más antagónicos en los que los Estados Unidos y sus aliados intentan mantener la hegemonía y el liderazgo mundiales y el heterogéneo grupo restante actúa unido para ganar más protagonismo y disponer de unas reglas del juego que les sean más favorables.

Hemos pasado del sistema de bloques de la Guerra Fría, con un intento de tercera vía, a un sistema aún más polarizado

Hemos pasado del sistema de bloques de la Guerra Fría, con un intento de tercera vía de los llamados países no alineados -Egipto, India, Indonesia, Irán, Sudáfrica...- a un sistema aún más polarizado, en el que la gran mayoría de los antiguos no alineados se agrupan con Rusia y China para luchar contra la hegemonía occidental. Ahora la disputa es sobre todo en términos económicos, pero con la invasión rusa de Ucrania ya vemos que vuelve a tener derivadas bélicas de primera magnitud.

La Alianza Global contra el hambre y la pobreza

Sin embargo, países como Brasil, anfitrión de esta reunión del G20, no renuncian a marcar la agenda internacional para afrontar nuevos retos económicos y sociales. Es cierto que los países del G20 agrupan el 66% de la población y el 85% del PIB mundiales. Y que, especialmente desde comienzos de este siglo, importantes franjas de muchos de los países del sur global han podido abandonar la pobreza de la mano de la globalización. Sin embargo, aparte del tercio restante de la población mundial, en los mismos países del sur, como en todas las economías históricamente emergentes, las diferencias internas en renta y bienestar son enormes y la persistencia de grandes colectivos anclados en la pobreza es un problema no resuelto.

Los países del G20 agrupan el 66% de la población y el 85% del PIB mundiales

El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, durante el acto inaugural de la conferencia de Río, manifestó que “el hambre es la expresión biológica de las desigualdades sociales” y sostuvo que el gasto militar global, de 2,4 billones de dólares anuales, debería destinarse a mejorar la calidad de vida de las personas. De estos buenos propósitos, y de la habilidad diplomática de Lula, ha surgido la llamada “Alianza Global contra el Hambre y la Pobreza”, que pretende erradicar el hambre en el mundo para el año 2030. El mismo Lula cuantifica el volumen total de personas desnutridas en 733 millones de personas, cerca del diez por ciento de la población mundial. Lula ha recordado que Brasil mismo salió del Mapa del Hambre de la FAO (ONU) en 2014 con las políticas y subsidios que implementó su primer gobierno. Volvió a entrar en 2022, a raíz de las políticas neoliberales de Bolsonaro, y confía en que en 2026 pueda volver a salir de él.

Compromís estadounidense antes de que no llegue Trump

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, asiste a una sesión plenaria de la cumbre del G20 | EP
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, asiste a una sesión plenaria de la cumbre del G20 | EP

De momento, cuenta con el compromiso estadounidense de que el Banco Mundial -del cual es el principal financiador- aportará 4.000 millones de dólares en tres años para apoyar a los países pobres. Ha sido un compromiso de Joe Biden que confía, dice, en que la llegada de Trump, poco amigo de la multilateralidad y de ayudas y colaboraciones con el exterior, no revierta.

La COP29 y el greenwashing de Azerbaiyán

Paralelamente a la reunión del G20 en Río, estos días tenemos otra en Bakú, Azerbaiyán. En este caso, la COP29, la conferencia de las Naciones Unidas sobre el cambio climático. Si la anterior conferencia tuvo lugar en los Emiratos Árabes Unidos -gran productor de combustibles fósiles-, esta la acoge un país que ha hecho de la explotación de los yacimientos del Mar Caspio y de un hábil aprovechamiento de la coyuntura internacional la base para consolidar su hegemonía en el Cáucaso. Proveedora alternativa de gas a Europa occidental ante la desconexión rusa, también es codiciada por Rusia, que ha abandonado su tradicional amistad con Armenia y ha permitido que Azerbaiyán se quedara con la disputada región de Nagorno Karabaj. El vaciamiento total de la población armenia autóctona ha generado un silencio estrepitoso, salvo, a regañadientes, en Francia.

En todo caso, ya la sola elección de sedes para las cumbres sobre el clima denota el interés de los estados petroleros, por un lado, en mejorar su imagen internacional, el llamado greenwashing o lavado verde que también hacen tantas empresas. Por otro, velar por sus intereses en los procesos de abandono de energías fósiles y de descarbonización promovidos desde la ONU y encabezados por Europa. Y finalmente, no perder músculo energético a la espera de controlar los proyectos de energías renovables que requieren tantos recursos y que desde los respectivos y bien nutridos fondos públicos de inversión alimentados por gas y petróleo intentarán controlar para no perder fuerza en la distribución del futuro mercado energético.

Financiar la descarbonización y la protección ante el cambio climático

El caso es que, ya sea por la coincidencia con la cumbre del G20 o por los vientos internacionales que soplan, la conferencia de Bakú amenaza con quedar en muy poco, no solo por el nivel de los asistentes, sino por el alcance de los compromisos asumidos. La vinculación entre ambas cumbres, sin embargo, es evidente. Aparte de la pobreza, el otro gran debate es encontrar el apoyo para lograr que los países menos avanzados puedan financiar las inversiones, tanto para descarbonizar la energía que necesitan como para protegerse ante las consecuencias del cambio climático. Muchas de sus grandes ciudades y territorios están en zonas susceptibles de verse afectadas por el aumento del nivel del mar -pensemos en Bangladesh, por ejemplo- y, aún más importante, muy frágiles ante inundaciones, huracanes y otros fenómenos exacerbados por el cambio climático.

La conferencia de Bakú amenaza con quedar en muy poco, no solo por el nivel de los asistentes, sino por el alcance de los compromisos asumidos

Tanto en Bakú como en Río se ha hablado de establecer un fondo internacional para financiar la descarbonización y los compromisos climáticos, así como de garantizar que los países más vulnerables puedan adaptarse a los nuevos desafíos y financiar las respuestas. Pero, tal como ha ocurrido en tantas ocasiones anteriores, lo que queda en pie es el compromiso de financiar un número limitado de proyectos, con fechas y compromisos tan ambiguos que los países que están en primera línea de impacto del cambio climático se sienten una vez más como los más desfavorecidos.

El otro gran mecanismo para financiar la descarbonitzacoió mundial sería el de subir la fiscalidad sobre los combustibles fósiles que en muchos países, empezando por los Estados Unidos, es mucho más baja que a Europa. Aun así, parece más bien que tendremos que esperar que los efectos inmediatos de la contaminación atmosférica, como pasa estos días a Nueva-Delhi, impulsen los gobiernos respectivos hacia la descarbonización. De hecho, es el que ha provocado que China haya empezado a abandonar el tradicional uso del carbón para alimentar las centrales eléctricas y sustituirlo por energías renovables, aunque en parte recurra a macrocentrales hidroeléctricas que generan otro tipo, y no menor, de afectaciones en el territorio.

El gasóleo de Repsol

Aquí, mientras tanto, las empresas energéticas parece que logran escaparse de la continuidad del impuesto especial que había estado vigente durante tres años con la amenaza de dejar de hacer las inversiones previstas para... mejorar la competitividad de los negocios respectivos con la adopción de energías renovables, como el hidrógeno verde. Y, para colmo, parece que también caerá el nivelado de la fiscalidad del gasoil con el de la gasolina, a pesar de que el primero genera mucha más contaminación de partículas y que los colectivos profesionales estaban exentos.

Los intereses particulares a menudo logran imponerse sobre los colectivos y el cortoplacismo sobre las visiones a largo plazo

Como vemos, entonces, los intereses particulares a menudo logran imponerse sobre los colectivos y el cortoplacismo sobre las visiones a largo plazo. Incluso en un caso tan elemental e incomprensible como en la fiscalidad del gasoil.