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Desde Gante: el corazón gótico a 40 kilómetros del mar

Hoy, Gante mantiene su tradicional carácter portuario al mismo tiempo que apuesta por un tejido empresarial tecnológico y sostenible

Korenlei, en el núcleo urbano de Gante | iStock
Korenlei, en el núcleo urbano de Gante | iStock
Carlos Rojas | VIA Empresa
Periodista
Gante, Bélgica
29 de Diciembre de 2024

Poco menos de 30 minutos en tren separan a Bruselas, la capital de Europa, con la tranquila Gante. Solo hay unos 55 kilómetros entre las dos ciudades, pero una vez llegamos a la estación de Sint-Pieters es fácil comprobar que la realidad en el gran motor de Flandes Oriental es muy diferente del bullicio del distrito financiero europeo. El camino para llegar hasta el centro histórico de la ciudad desde la estación es prácticamente recto (solo hay que caminar media hora por la impronunciable avenida Kortrijksepoortstraat), pero durante el trayecto uno se da cuenta de muchas cosas: esta ciudad huye en gran parte del turismo, a diferencia de su vecina Brujas, y reserva esta labor para el pequeñísimo núcleo antiguo.

 

No es hasta llegar allí que comenzamos a ver los nombres de los tradicionales amigos de la gentrificación: los McDonald's, Starbucks y Burger King de turno conviven con muchos monumentos que son el mejor homenaje al gótico. Desde Korenlei y Graslei hasta la catedral de San Bavón, pasando por la iglesia de San Nicolás y el edificio del ayuntamiento de la ciudad. Tanta belleza gótica concentrada en tan poco espacio contrasta con el visitadísimo castillo de los condes de Gante (Gravensteen), de estilo medieval, pero con restauración gótica, claro.

Pero Gante no vive (solo) del turismo. De hecho, esta ciudad es tan antigua que ha tenido que reinventar su modelo económico varias veces a lo largo de la historia. Ahora bien, a pesar de todo, siempre ha mantenido la misma piedra angular: el comercio marítimo. Una circunstancia bastante curiosa si tenemos en cuenta que la ciudad se encuentra a 40 kilómetros del Mar del Norte. Los ríos Escalda y Lys, sin embargo, conectan con la desembocadura que se encuentra en los Países Bajos, el país al que pertenecía también la ciudad hasta la Revolución Belga de 1830. Así, Gante ha tenido que competir siempre con el hándicap de que su acceso marítimo no está bajo el control de su país, a diferencia de Brujas y Amberes.

 

Recuperar el acceso al Mar del Norte permitió que la economía de la ciudad se transformara: el sector textil dio paso al químico y siderúrgico, y Gante volvió a ser una ciudad atractiva para el comercio y la industria

Los preciosos canales que dividen la ciudad han determinado las épocas de bonanza y miseria. Durante la guerra entre España y los Países Bajos en el siglo XVI, el río Escalda fue bloqueado y Gante inició la etapa más dura de su historia, un hecho que aprovechó Amberes para convertirse en el nuevo puerto de referencia del país. Entonces no existía el canal Gante-Terneuzen, que se creó como remedio al bloqueo en 1827. Recuperar el acceso al Mar del Norte permitió que la economía de la ciudad se transformara: el sector textil dio paso al químico y siderúrgico, y Gante volvió a ser una ciudad atractiva para el comercio y la industria, sin perder nunca su carácter de ciudad obrera.

El Puerto del Mar del Norte marca el nuevo rumbo de Gante

El Puerto del Mar del Norte es uno de los referentes en el norte de Europa | northseaport.com
El Puerto del Mar del Norte es uno de los referentes en el norte de Europa | northseaport.com

Hoy, las remodelaciones que ha vivido el canal y la facilidad de acceso a grandes barcos al puerto han permitido que Gante sea un referente logístico del norte de Europa. No ha sido fácil, dadas sus limitaciones y el hecho de convivir no solo con Amberes y Brujas, sino también con el puerto más concurrido del continente, el de Róterdam.

Se estima que el Puerto del Mar del Norte es el quinto más importante de la Cordillera del Norte y genera un valor añadido de 14.000 millones de euros

Con el objetivo de facilitar los procesos, Gante fusionó sus instalaciones con Zeeland (Países Bajos) en enero de 2018, creando lo que hoy se conoce como el Puerto del Mar del Norte. Se trata del quinto puerto más importante de la Cordillera del Norte, y su peso económico es esencial para la economía local, ya que se estima que genera un valor añadido de unos 14.000 millones de euros.

Además, se ha convertido en un ejemplo de economía circular y sostenibilidad, dos rasgos que van en sintonía con el tejido empresarial actual de Gante. El Puerto del Mar del Norte cuenta con un centenar de aerogeneradores que pueden proporcionar energía alrededor de 180.000 hogares en un año. Por otro lado, se han puesto en marcha iniciativas como CarbonConnect, que apuestan por una colaboración entre las industrias locales y el puerto a la hora de capturar el CO₂ emitido por las instalaciones y convertirlo en combustibles sintéticos. Con los gases residuales de las siderúrgicas han hecho algo similar: han desarrollado el proyecto Steel2Chemical para fabricar productos químicos a partir de los excedentes.

Tecnología y sostenibilidad en medio de un entorno universitario

Uno de los accesos a la Universidad de Gante | iStock
Uno de los accesos a la Universidad de Gante | iStock

Este impulso sostenible se ha hecho extensible a la ciudad de hoy en día que, además de acoger cientos de estudiantes, es un referente para las empresas tecnológicas y de energías renovables. De hecho, en las últimas décadas, la ciudad ha apostado por un gran parque tecnológico de 52 hectáreas (el Technologiepark Zwijnaarde), que está situado en el corazón de las diferentes facultades de la rama científica de la Universidad de Gante.

Gante está ultimando un túnel para bicicletas que conectará la ciudad con su parque tecnológico y zona universitaria

En definitiva, todo un lugar verde que, por cierto, es especialmente accesible para bicicletas. El pasado 2022 se inició la construcción de un túnel propio para este tipo de vehículo que conectará con las arterias principales de la ciudad. Se prevé que los trabajos de construcción concluyan el próximo año y sean un paso más en el intento de conectar Gante con un futuro verde y sostenible, sin olvidarse de sus raíces portuarias.