Cada día, miles de mujeres sacrifican su tiempo, su salud y su proyecto profesional para cumplir con una responsabilidad silenciosa pero vital: cuidar de sus mayores. Esta es la realidad de la llamada “generación sándwich”, atrapada entre el cuidado de los hijos y el de los padres dependientes. Una generación de entre 45 y 64 años, en su mayoría mujeres, que representa el pilar invisible de nuestra sociedad, gracias al cual se sostiene gran parte de nuestro sistema de cuidados.
Un estudio elaborado por la Cambra de Comerç de Barcelona con el apoyo de Suara Cooperativa revela la magnitud de los cuidados no remunerados, estimando que en Catalunya al menos hay 151.000 personas cuidadoras principales de personas mayores dependientes, de las cuales dos de cada tres son mujeres. Dentro de este grupo, el 40% pertenece a la “generación sándwich”, personas que asumen una carga triple: cuidar de los padres/madres mayores mientras continúan criando a los hijos/as y a menudo compatibilizan esto con su trabajo.
En Catalunya al menos hay 151.000 personas cuidadoras principales de personas mayores dependientes, de las cuales dos de cada tres son mujeres
Este fenómeno tiene enormes implicaciones económicas. El valor monetario de las horas dedicadas a los cuidados informales de personas mayores en Catalunya asciende a unos 5.810 millones de euros anuales (el 2,2% del PIB). Profesionalizar y formalizar estos trabajos no solo aliviaría la presión sobre las familias, sino que también se convertiría en un motor de empleo. Las horas dedicadas a los cuidados informales equivaldrían al 6,8% de las horas totales trabajadas en Catalunya si estas fueran remuneradas. Este hecho pone de manifiesto el potencial del sector para generar riqueza y empleo formal.
Además del valor económico de estas tareas, las consecuencias personales para la generación sándwich son profundas. Las mujeres dedican de media seis horas más por semana a los cuidados que los hombres, lo que se traduce en una sobrecarga física y emocional mayor. El 64% de las mujeres cuidadoras se sienten constantemente cansadas y un 42% reportan problemas de depresión por ser cuidadoras, frente al 22% de los hombres. Aunque los hombres han comenzado a participar más en el cuidado de las personas mayores, su implicación sigue siendo limitada en comparación con la de las mujeres.
El 64% de las mujeres cuidadoras se sienten constantemente cansadas y un 42% reportan problemas de depresión por ser cuidadoras
La realidad laboral de las cuidadoras también se ve afectada. Muchas de estas mujeres se ven obligadas a reducir las jornadas laborales o, incluso, a abandonar el mercado laboral para poder cuidar de los padres/madres dependientes. Según el estudio, el 32% de las mujeres cuidadoras que no trabajan han dejado el empleo debido a las responsabilidades de cuidado, mientras que en el caso de los hombres afecta solo al 17%. Este panorama perpetúa la brecha de género, ya que son las mujeres quienes mayoritariamente sacrifican su carrera profesional.
El horizonte futuro no es alentador. Las proyecciones demográficas apuntan a un aumento significativo de la población mayor dependiente. En 2050, la población de más de 64 años en Catalunya pasará de ser el 22% a representar casi el 30% del total, con más de 327.000 personas dependientes que necesitarán atención y cuidados (de las cuales 300.000 tendrán 80 años o más). Esta realidad, unida a la reducción de la natalidad y al retraso en la maternidad, plantea un desafío de gran magnitud para el sistema actual de cuidados informales, que recae en gran parte en el esfuerzo de los familiares, principalmente las hijas.
En un futuro próximo, las familias no podrán seguir asumiendo el peso de los cuidados de personas mayores dependientes sin apoyo
También el sistema actual de dependencia deberá reforzarse para dar respuesta a este gran reto. El gasto público en dependencia en Catalunya realizado por la Generalitat y el Estado, que actualmente es de 1.460 millones de euros, deberá multiplicarse por 2,5 para el horizonte 2050 simplemente por el efecto demográfico, asumiendo el supuesto de que el gasto por persona dependiente se mantenga constante. En un escenario alternativo de incremento del gasto por persona de un 40%, como sería deseable para atender las necesidades de una población cada vez más envejecida, el presupuesto público dedicado a dependencia debería multiplicarse por 4,3 para 2050.
Ante este escenario, es urgente actuar. En un futuro próximo, las familias no podrán seguir asumiendo el peso de los cuidados de personas mayores dependientes sin apoyo. Solo un enfoque integral que incluya la profesionalización de los cuidados, una redistribución más justa de las responsabilidades entre hombres y mujeres, un mayor apoyo económico de las administraciones públicas y más concienciación en las empresas sobre la nueva realidad que deben afrontar sus trabajadores, será capaz de atender las necesidades de una sociedad cada vez más envejecida sin poner en riesgo la salud, el bienestar y la economía de las personas cuidadoras.