Gernika – Sabadell

¿Cuántas vidas se salvaron gracias al sonido de una sirena aérea anti-bombardeos activada hoy hace 85 años?

Nave de fundación de La Electricidad, SA, construida al lado de la estación del Ferrocarril del Norte, años 1920 | Autor desconocido / Archivo Histórico de Sabadell Nave de fundación de La Electricidad, SA, construida al lado de la estación del Ferrocarril del Norte, años 1920 | Autor desconocido / Archivo Histórico de Sabadell

El sonido de la sirena aérea paralizó la ciudad, quizás solo durante unos segundos, o durante unos minutos de desconcierto. Justo antes de que la población se lanzara muerta de miedo hacia los lugares condicionados para la defensa de los civiles. Gernika estaba preparada para lo peor, pero nadie se podía imaginar entonces que aquello que estaba a punto de pasar era el infierno. Desde la azotea de la fábrica de armas ASTRA y Cía, una sirena aérea anti-bombardeos dio la señal de alarma. No se puede saber cuántas vidas se salvaron gracias a este sonido que, hacía solo unos meses, el equipo de técnicos de la empresa La Electricidad SA de Sabadell había escuchado por primera vez en sus propias instalaciones.

Si el patrimonio inmaterial es la forma con la que los pueblos recuerdan su identidad, aquel sonido nacido en Sabadell forma parte de la identidad de Gernika.

Si el patrimonio inmaterial es la forma con la que los pueblos recuerdan su identidad, aquel sonido nacido en Sabadell forma parte de la identidad de Gernika

Los orígenes de La Electricidad SA se remontan al 1896, cuando nace cómo empresa dedicada a la producción de instalaciones y maquinaria eléctrica. Los primeros talleres funcionaron en los alrededores de la actual plaza del Gas de Sabadell y después, en la esquina de las calles Ferran Casablancas y Doctor Creuheras. Entre los años 1900 y 1908 la producción se trasladó a unas nuevas naves en la calle Bonavista, 16, con una plantilla de 35 trabajadores. El negocio funcionaba bien y en 1911 se constituyó La Electricidad, SA (LESA) que, gracias a su buen funcionamiento, acabó por levantar la gran nave diseñada por el arquitecto Josep Renom como primera pieza de una futura gran isla industrial entre las calles Tres Creus, Covadonga, Moncada y la vía del ferrocarril del Norte.

El estallido de la Guerra Civil

Con el estallido de la Guerra Civil la empresa fue colectivizada el mismo julio de 1936, y quedó bajo el control de un Comité Obrero. La producción se orientó hacia la industria de guerra: todo tipo de material bélico, incluidos vehículos blindados, aparatos y máquinas eléctricas para el ejército y armaduras de bomba. Inicialmente la fábrica fue proveedora de la Generalitat de Catalunya (Comisión de Industrias de Guerra) y del Ministerio de Defensa Nacional, pero cómo ya se sabe, la guerra no prosperó en esta dirección y a finales de 1937 fue nacionalizada, pasando a depender directamente de la Subsecretaria de Armamento del Gobierno español.

La Sirena de Astra
La Sirena Astra. | Cedida

 

Pero antes, entre septiembre y noviembre de 1936, en los talleres de la fábrica empezó a tomar forma la sirena de Gernika.

La empresa contaba con experiencia en la fabricación de sirenas horarias, y durante la guerra diseñaron dos modelo básicos, con diferentes variantes y sofisticaciones técnicas: la sirena horizontal de tipo Y (de un HP de potencia) y la sirena vertical de los tipos Y al III (hasta una potencia máxima de seis HP), con un radio de audición que variaba entre los tres y los siete km y con un sonido que podía ser agudo o grave. El modelo de sirena vertical es el que tuvo más éxito y, por azares de la guerra, acabó instalado en el techo de una fábrica a más de 600 kilómetros de aquellos talleres que hoy ya no existen. Antonio Foruria Uriarte, trabajador de Astra, fue el encargado de activar la sirena hoy hace 85 años, a las 16h20. En este preciso instante empieza la transformación: Gernika pasó de ser una ciudad para convertirse en el símbolo del horror de la guerra.

Fuego, fuego y más fuego

Desde primera hora de la mañana, Gernika era un remolino de gente que, llamada por el tradicional mercado de los lunes, iba hacia la vila foral. Podemos imaginar un ambiente tenso y es que ya hacía semanas que las noticias que llegaban de Durang pesaban en el ambiente o, en el otro lado de la montaña Oiz, bombardeada en abril.

5.000 almas poblaban la Gernika de aquella época, si bien el mercado y la guerra habían hecho que aquel día hubiera mucha más gente: además de las habituales vendedoras que se acercaban con sus productos del resto de la comarca, las gentes venidas de otros pueblos para encontrarse con sus familias, los niños y niñas que aprovechaban para jugar en medio de los carros, paradas de verduras y de intercambio, también había muchos refugiados y refugiadas que huyeron de sus pueblos buscando protección y sostenimiento en la localidad.

El Gobierno Vasco cifró en casi 2.000 las bajas civiles, aproximadamente un tercio de la población total, aunque las cifras bailan de una fuente a la otra. Esto de esconder los datos y bombardear poblaciones civiles no es ninguna cosa nueva

El bombardeo se produjo en diferentes oleadas y duró tres horas y veinte minutos. A las 16:20 se produjo el primero de los ataques, precedido por el sonido de la sirena de Sabadell: un bombardero ligero Heinkel HE51 descargó una serie de seis bombas. Poco después otros tres aparatos dejaron caer su carga de explosivos en diferentes oleadas, hasta las 17:00 horas. El relevo lo tomó una escuadra de aviones más ligeros, que tenían órdenes de ametrallar a la población y que cumplió el macabro encargo durante media hora. En una cuarta fase el bombardeo pesado fue a cargo de diferentes Junkers Ju52 durante media hora y, finalmente, el golpe de gracia: otro bombardeo ligero combinado con fuego de metralla.

La villa quedó reducida a cenizas. Según diferentes fuentes, más del 85 % de sus construcciones fueron destruidas por las bombas y el incendio posterior, que tardó días en apagarse. El Gobierno Vasco cifró en casi 2.000 las bajas civiles, aproximadamente un tercio de la población total, aunque las cifras bailan de una fuente a la otra. Esto de esconder los datos y bombardear poblaciones civiles no es ninguna cosa nueva. Tres días después del bombardeo, un contingente militar de las tropas golpistas entró en la villa, cogió el control y destruyó los censos elaborados por las autoridades vascas, con lo que el recuento final de muertos ha quedado en manos de las generaciones futuras. Instituciones y sociedad civil lo han hecho con mucha perseverancia a lo largo de todo este tiempo y entre las aportaciones hechas, destaca el trabajo de un grupo de jóvenes de la localidad que lleva años recuperando la memoria de aquellos días mediante propuestas culturales muy innovadoras. Se llaman Lobak, netos y netas, y son la última generación que podrá recoger el testigo directo de los y las supervivientes. Junto con otros colectivos de la ciudad, fueron los encargados de seguir la pista de la sirena encontrada en la antigua fábrica de armas, que hoy es un centro cultural.

Se llaman Lobak, nietos y nietas, y son la última generación que podrá recoger el testigo directo de los y las supervivientes. Junto con otros colectivos de la ciudad, fueron los encargados de seguir la pista de la sirena

Cómo cada año, a primera hora de la tarde de hoy, 26 de abril de 2022, centenares de personas se volverán a reunir en el centro de la ciudad. habrá quién aproveche el día para acercarse hasta el roble que vigila la entrada de la Casa de Juntas, que milagrosamente sobrevivió al bombardeo de ahora hace 85 años.

Y a las 16h 20 volverá a sonar la sirena de Sabadell. Y después, el silencio.

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