Economía de encargos, economía de bolos o, incluso, economía del concierto. Son las diferentes fórmulas para referirse a la gig economy, un concepto nacido hace poco más de una década en los Estados Unidos -en plena crisis económica- para revolucionar el mercado laboral mediante nuevas formas de contratación. El concepto gig hace referencia a una actuación en vivo de un músico o grupo de jazz y, en el ámbito laboral, se extrapola a un encargo esporádico y de una duración concreta, generalmente breve. Este tipo de economía ha evolucionado al mismo compás que las nuevas tecnologíasdigitales, dando lugar a plataformas desde las cuales más de cuatro millones de personas en el país trabajan, y conviertiéndose en su principal fuente de ingresos para 1.100.000 de personas, mientras que para 2.200.000 supone un trabajo secundario y para 780.000 uno marginal, según datos del Eurofound.
"Es cierto que es un concepto que se ha hecho más popular a través de las plataformas en línea, puesto que la gigeconomy siempre ha existido de una forma más aceptada y clásica, como por ejemplo en formato de clases de repaso o de hacer de canguro", apunta a VIAEmpresaDanielCruz, responsable de análisis y transformación digital de CCOO Catalunya. En su formato más tradicional, este tipo de trabajos surgen de un contacto cercano, hasta que emergieron plataformas como por ejemplo TaskRabbit o Fiverr, que han cristalizado este tipo de economía y lo han convertido en un negocio.
Más de cuatro millones de personas en España trabajan en plataformas digitales, que forman parte de la economía de bolos
"Con estas te puedes poner en contacto con gente de todo el mundo y trabajar para alguien sin establecer una relación laboral formal, y en el momento en el que se convierte en tu principal fuente de ingresos es cuando empiezan los problemas", apunta Cruz. En este sentido, las principales cuestiones a resolver son todas aquellas relacionadas, por un lado, con la tributación y, por el otro, con los derechos de los trabajadores. El especialista detalla que "ahora que es tan fácil encontrar gente que quiere pagar poco dinero por un servicio determinado es cuando se tiene que regular".
Convertirte en tu propio jefe
Este tipo de plataformas se acostumbran a promocionar explotando las dos principales ventajas de las que disponen, trabajar de forma flexible y remota, consiguiendo aquello que, para algunos, es un sueño: convertirse en su propio jefe. De hecho, esta es una de las razones por las cuales las cifras de nómadas digitales se han visto incrementadas y, hoy en día, continúan proyectando un crecimiento exponencial: según datos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la cifra mundial de nómadas digitales supera los 100 millones, equivalente a más del 2% de la población ocupada, y se prevé que para 2050 se incremente hasta los 1.000 millones de trabajadores. Si se cumplen estas previsiones, el mercado laboral, probablemente, será bastante diferente a como lo entendemos en la actualidad. Pero, ¿estamos preparados?
"En el caso de las plataformas de repartidores, hay empresas que no se hacen cargo de gastos como por ejemplo la seguridad social y los tiene que asumir el trabajador, y este hecho supone competencia desleal para las empresas que si los asumen", apunta DavidMartínez, afiliado de CGT y presidente del comité de empresa de Stuart-Urban, quien añade que "estas últimas no acostumbran a ser negocios rentables".
¿Autonomía o flexibilidad?
Martínez, que trabajó como repartidor en Glovo hace tres años para costearse sus estudios, explica a VIAEmpresa que se trata de un sector de fácil acceso: "No requiere experiencia previa, puesto que tienes que desarrollar tareas básicas y, de hecho, a mí nadie me entrevistó". Martínez detalla que, como rider, se dio cuenta de que "dispones de flexibilidad, pero no de autonomía", porque, a pesar de poder elegir cuando llevar a cabo las entregas, estaba obligado a hacerlo en las horas de alta demanda. "A pesar de que te lo vendan como que eres autónomo y tu propio jefe, sí que hay un cierto control por parte de la compañía, porque te puede bajar la tarifa o sancionar, cosa que a un autónomo de verdad no", añade.
"Por este motivo, plataformas como Glovo entendemos que no forman parte de la gigeconomy, puesto que es un tipo de empresa que tiene una relación laboral directa y estricta con sus trabajadores, con sus correspondientes licencias y se les establece su sueldo y se les pide exclusividad", comenta el responsable de análisis y transformación digital de CCOO. Cruz argumenta que existen otras plataformas, como por ejemplo Fiverr, donde los usuarios ofrecen trabajos puntuales en empresas y la plataforma obtiene un porcentaje del beneficio del trabajador.
La competición entre profesionales
"Cuándo eres autónoma estás constantemente buscando nuevas oportunidades debido a la inquietud de que pueda fallar un cliente, y esta incertidumbre te lleva a abrir todos los canales posibles", explica SheilaDobón, diseñadora gráfica freelance, quien, después de explorar Fiverr, apostó claramente por continuar invirtiendo en su propia página web y su portfolio de proyectos, y buscar nuevas oportunidades en otros portales, como por ejemplo LinkedIn.
"De entrada, me estremeció ver una parrilla de puntuaciones para cada profesional y con un precio en negrita", explica la diseñadora, quien argumenta que, con este formato, inevitablemente se genera una comparación de profesionales y "una tendencia a poner un precio más bajo que el de al lado para conseguir más clientes". Dobón considera que este hecho "devalúa el trabajo del profesional y resta importancia a la profesión", promoviendo una competición entre los diferentes perfiles y, consecuentemente, una reducción de precios.
Se prevé que para 2050, la cifra de nómadas digitales se incremente hasta los 1.000 millones de trabajadores
Aun así, no todas las plataformas siguen el mismo estilo. Uno de los espacios web que más éxito ha logrado a la hora de impulsar la economía de bolos ha sido TaskRabbit. Especializada en tareas domésticas, la plataforma es un espacio que combina la mano de obra independiente con la demanda local. "Aquí entendemos que no hay una relación laboral estricta entre la plataforma y el profesional porque realmente son autónomos que negocian su salario y su horario", explica Cruz. En este sentido, la plataforma no se queda ninguna comisión por la parte del trabajador, que, además de establecer su horario y su tarifa, recibe la totalidad del importe.
Un sector joven... ¿e individualista?
A pesar de las dificultades ante las cuales se puede encontrar un autónomo actualmente, la aparición de plataformas reguladas o de espacios donde los profesionales pueden ofrecer su servicio acontece una alternativa cada vez más atractiva para la sociedad. En este sentido, una encuesta realizada por Deloitte, la red de servicios profesionales de auditoría, consultoría y asesoramiento fiscal y legal, apunta que el 85% de los millennials en España considera la gigeconomy como una "oportunidad laboral", mientras que para la generación Z, un 81% la ve con buenos ojos.
"El perfil de rider acostumbra a ser muy joven, la mayoría de mis compañeros lo eran", comenta Martínez, confirmando esta tendencia. "El problema es que se trata de plataformas muy individuales, no conoces tus compañeros, y hacer piña para mejorar las condiciones es muy difícil". A pesar de las previsiones para los próximos años que giran en torno a la economía de bolos, es imposible predecir el futuro del mercado laboral. Aun así, todo apunta a que este será el reflejo de una sociedad cada vez más individualista.