Lo interesante de lo que está pasando actualmente en el ReinoUnido no son los resultados de sus últimas elecciones, que han dado una victoria clara al partido laborista de Sir Keir Starmer, sino aquello que en teoría debería pasar a partir de ahora. Los laboristas han conseguido 412 de los 650 diputados en juego en Westminster. Eso son 211 más diputados que en las últimas elecciones. A primera vista, esta victoria parece espectacular y contundente y, de hecho, lo es. Ahora bien, hay cuatro factores que indican que este triunfo es tanto abrumador como frágil.
Primero de todo, lo que ha pasado en el Reino Unido se asemeja a lo que pasó en las elecciones catalanas. Es decir, el partido ganador ha sacado menos votos que en las últimas elecciones y, por tanto, en general, ha perdido apoyo. En el caso británico, el partido laborista ha perdido más de medio millón de votos. Este es un dato interesante, porque el último líder laborista, el señor JeremyCorbyn, que fue tachado por todos como el peor líder del partido y un radical de izquierdas, obtuvo más votos que no Starmer.
El partido laborista ha perdido más de medio millón de votos
El segundo factor a tener en cuenta es el índice de aprobación por parte de la población británica del señor Keir Starmer. Según una encuesta de Ipsos del mes junio, su valoración era de tan solo el 34%, una de las más bajas que ha recibido nunca un nuevo primer ministro. De hecho, según esta misma encuesta, el índice del señor Starmer estaba una decena de puntos por debajo de la valoración del gato que reside en el número 10 de Downing Street, que obtuvo un 44% de apoyo popular.
El tercer factor a tener en cuenta es la participación electoral, que ha estado por debajo del 60%. Esta participación es la más baja de los últimos veinte años y ha caído 7,5 puntos porcentuales desde 2019. Por tanto, hay un grueso sustancial de población que, como pasa últimamente en Cataluña, ha decidido ya no ir a votar.
Finalmente, el cuarto factor es el sistema electoral británico, que se caracteriza por ser exclusivamente mayoritario. Es decir, el Reino Unido se divide en 650 circunscripciones electorales, donde cada una elige un solo diputado. Para que nos entendamos, los partidos que en una circunscripción quedan de la segunda posición en adelante, aunque solo sea por un voto, se quedan sin nada. Por tanto, la repartición del voto es tan importante como la cantidad de votos. Así, por ejemplo, este sistema ha hecho que el partido laborista, con tan solo un 34% de votos, estratégicamente muy bien repartidos, haya conseguido el 63% de los escaños, mientras que el partido Reform UK del populista NigelFarage, a pesar de haber conseguido más de cuatro millones de votos (14%) solo haya sacado cuatro escaños, es decir, menos del 1% del total de los 650 escaños.
Así pues, esta victoria del partido laborista, tanto abrumadora como frágil, nos hace entender que se debe más al hundimiento del partido conservador que no al éxito de la oferta laborista. Es esta una situación muy diferente de los resultados, mucho más sólidos, que obtuvo en TonyBlair el año 1997. Esto también quiere decir que, para fortalecer su posición, el nuevo gobierno tiene que convencer a todos de que es competente. Y en el mundo anglosajón, tanto si se es de derechas como de izquierdas, ser competente quiere decir conseguir crecimiento económico.
Esta victoria del partido laborista nos hace entender que se debe más al hundimiento del partido conservador que no al éxito de la oferta laborista
A diferencia de la mayoría de las izquierdas continentales, los laboristas entienden que para aumentar el gasto social hace falta tener más ingresos. Sin embargo, el partido laborista ha reiterado que no tiene pensado subir ninguno de los impuestos principales, ni imprimir más dinero mediante el Banco de Inglaterra, ni aumentar el endeudamiento público, ni reducir el gasto público. Entonces, ¿cómo se lo hará? Según anunció en su programa, el partido laborista quiere promover y acelerar el crecimiento económico favoreciendo la inversión.
Como vemos, no parece nada la agenda típica de un gobierno de izquierdas con mayoría absoluta. Pero ellos saben que si consiguen esta meta, permanecerán en el poder, como mínimo, diez años más. A grandes rasgos, proponen una nueva estrategia industrial y económica que se centrará en crear sinergias entre aquellos sectores donde el Reino Unido es líder: sus excelentes instituciones de investigación, los servicios financieros y profesionales, la industria tecnológicamente avanzada y las industrias creativas.
Este partido de izquierdas no tiene ningún problema en reconocer a los servicios financieros como una de las historias de éxito más grandes del país. Así, es previsible que continuarán trabajando con la City, el distrito financiero de Londres, para promover la inversión privada en ámbitos tan estratégicos como, por ejemplo, las infraestructuras y la economía NetZero. Por ejemplo, el sector de los seguros ya ha anunciado que tiene previsto invertir más de 100.000 millones en los próximos diez años en estos ámbitos estratégicos. Además, el programa electoral laborista también valora importantes aportaciones a los sectores tecnológicos y financieros más innovadores, con macroproyectos como el OpenFinance.
Incluso, el nuevo gobierno ha avanzado que establecerá un fondo nacional de patrimonio con una financiación de unos 8.500 millones de euros en los próximos cinco años que tendrá como objetivo promover inversiones transformadoras en todos los territorios del país. Para que nos hagamos una idea, Cataluña podría financiar un fondo nacional similar solo con el equivalente al 8,5% del déficit fiscal anual que sufre nuestro país.
En definitiva, los laboristas que acaban de llegar al gobierno ya advierten que intentarán conseguir un mejor nivel de crecimiento económico y de inversión para el Reino Unido. Es evidente que tienen muy claro que estamos en un momento que se juegan el futuro, tanto el de su partido como de todo el país. ¿Lo conseguirán? Aún no lo sabemos. Lo que sí sabemos es que el gobierno y el sector privado trabajarán juntos para transformar el Reino Unido. Las empresas catalanas harían bien en entender las oportunidades que esta nueva situación ofrecerá para posicionarse y ofrecer sus bienes y servicios a este nuevo Reino Unido.