El 14 de marzo del 2017 salió al mercado el libro La gran telaraña, donde dibujábamos un detallado mapa de poder empresarial y familiar del país. Desde entonces han pasado once ediciones y cinco años enteros, hitos suficientes como para que algo haya cambiado en aquel mapa, porque nada es estático y todo tiende a mutar. Siempre que nos han preguntado sobre hacia donde iba la gran telaraña, hemos dicho que poco a poco se iba deshaciendo para ser sustituida por otros estructuras. Dedo de otro modo, la trama que esbozábamos en el libro podía parecer muy densa, pero lo había sido mucho más cincuenta o cien años atrás. La internacionalización de los capitales, la falta de capacidad adaptativa de muchas dinastías y la irrupción de las nuevas tecnologías son las fuerzas que marcan la evolución de los círculos de poder.
En este sentido, y bajante a la pelota a raíz de césped, podemos ver cómo a dos empresas catalanas que estaban en manso de las mismas familias desde hacía siglos han pasado en los últimos tiempos a la órbita de grupos extranjeros. Se trata de las firmas cavistas Codorniu y Freixenet. En La gran telaraña ya alertábamos de que los socios de Freixenet tenían una oferta sobre la mesa por parte de los alemanes de Henkell para vender la compañía, una operación que finalmente se cerró ahora hace cuatro años, cuando la multinacional de bebidas abonó 220 millones de euros por el 51% de la firma del Penedès. Hay que añadir que Henkell forma parte del gigante de la alimentación Dr. Oetker, accionista de referencia de Damm. Solo tres meses más tarde, el verano del 2018, la firma rival de Freixenet, Codorniu, cayó en las redes del grupo inversor Carlyle, que valoró la empresa en 390 millones de euros. Posteriormente, la operación acabó en la justicia por discrepancias en determinadas gastos generados durante el proceso de compraventa.
La internacionalización de los capitales, la falta de capacidad adaptativa de muchas dinastías y la irrupción de las nuevas tecnologías son las fuerzas que marcan la evolución de los círculos de poder
Otra telaraña deshecha es la de los laboratorios Uriach, que en septiembre del 2021 se desmenuzaron a través de la venta de una parte del negocio (el 30%, aproximadamente) al fondo de inversión MCH, un vehículo inversor con sede a Madrid. El segmento de las actividades que los Uriach retuvieron es el de los medicamentos sin receta. El precio de la transacción estuvo alrededor de los 100 millones de euros.
De una operación de la cual se habló mucho en su momento, fue la venta de Pronovias (hasta entonces controlada por la familia Palatchi) al fondo de inversión americano BC Partners por un importe de unos 550 millones de euros. Esto sucedió el 2017, el año en que la ex-esposa del propietario -Alberto Palatchi- cobró cierta fama por su militancia anti-independentista. Pero de Susana Gallardo Torrededía (de la alcurnia propietaria de los laboratorios Almirall) todavía oímos hablar mucho más cuando se casó, el 2019, con Manuel Valls, antiguo primer ministro francés y político de corto voladizo en Catalunya.
Otra empresa catalana que fue traspasada por la familia propietaria a un fondo de inversión fue la multinacional del juego Cirsa. El año 2018 Manuel Lao Hernández se desprendió de la compañía que él mismo había fundado décadas atrás por una cifra no inferior a los 2.000 millones de euros. En este caso, el comprador fue el fondo Blackstone, muy conocido por su intensa actividad inmobiliaria.
Y la lista continúa: El 2019, el fondo de inversión de Madrid Proa Capital adquirió Pastas Gallo, la firma de la familia Espona, por 227 millones de euros. Se ponía así el punto final a más de setenta años de negocio familiar. El 2017, año de publicación de La gran telaraña, la multinacional japonesa Panasonic consiguió el control de la firma Ficosa, después de ir comprando participaciones a las familias fundadoras, los Puijol y los Tarragó.
Tampoco podemos obviar las desinversiones de la Caixa, porque el 2018 decidió vender su valiosa participación a Abertis en beneficio de ACS y de los italianos de Atlantia, que abonaron a la entidad catalana unos 3.900 millones de euros. Por primera vez en el más de medio siglo de existencia de este operador de infraestructuras, no habría accionistas catalanes. Una operación un poco diferente, pero que también afectó a la telaraña, fue la venta de la división de televisión del Grup Godó -la cadena 8tv- que el año pasado pasó a manos de un grupo inversor controlado por Nicola Pedrazzoli y Borja García-Nieto Portabella.
A buen seguro en cinco años los trazos de la telaraña habrán continuado desdibujándose
Entre el 2017 y el 2022 también el Barça ha tenido bastantes cambios, tanto a los órganos de gobierno como su situación patrimonial. El mandato de Josep Maria Bartomeu Floreta, refrendado en las elecciones del 2015, resultó un desbarajuste monumental y ha dejado una herencia atroz a sus herederos, el grupo encabezado por Joan Laporta Estruch. Las elecciones del club del 7 de marzo de 2021 representaron en cierto modo -solo en cierto modo- un regreso al pasado con la victoria de Laporta, que volvía a coger las riendas de la entidad casi dos décadas después de haberlo hecho por primera vez. Más allá de la falta de competitividad del equipo de fútbol legado por el aciago Bartomeu, lo que es verdaderamente dramático son las finanzas de los azulgrana, que llevan tiempo flirteando con la quiebra. No será una tarea fácil para Laporta y los suyos cambiar la situación de una entidad que en poco tiempo puede mostrar un pasivo en el balance de 3.000 millones de euros. Quien también se enfrenta a una crisis interna es el
Quién quiera tener un detalle más esmerado de buena parte de las operaciones corporativas que hemos recogido aquí de manera resumida, puede consultar el artículo Deshaciendo la telaraña, publicado en octubre del 2019.
Pero que la telaraña se haya ido deshaciendo no solo es una cuestión mercantil, porque desde la publicación del libro algunos miembros ilustres del entramado de poder han desaparecido por razones puramente biológicas. Sin pretensión de ser exhaustivos, podemos mencionar nombres como los del matrimonio formado por Artur Suqué Puigy Carme Matéu Quintana (Grupo Peralada), Ramon Miquel Ballart (Miquel Alimentación Grupo), Diana Garrigosa Laspeñas (esposa de Pasqual Maragall Mira y miembro de la familia propietaria de Indo), Helena Cambó Mallol (mecenas hija de Francesc Cambó), Joaquín Calvo Jaques (presidente del Real Club de Polo), Josep Luciera Núñez Clemente (presidente del Barça y empresario de la construcción), Salvador Gabarró Serra (vinculado históricamente a la compañía Roca y máximo ejecutivo de Gas Natural), Montserrat Milà Sagnier (doblemente burguesa y viuda de José Antonio Rumeu de Delàs), Concepció Bassols Meroles (miembro de la familia Bassols de Olot, viuda de Tomàs Feliu de Sendra y madre de la farmacéutica Maria Àngels Feliu) y Juan José Giró Mansana (motocicletas OSSA, descendente de los fundadores de Catalana de Gas y viudo de Maria Teresa Godó Rowe), entre otros.
A buen seguro en cinco años los trazos de la telaraña habrán continuado desdibujándose.