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Granjas verticales, una opción global, viable y sostenible?

Producir verduras en un túnel o en una nave industrial no es una alternativa global a la agricultura actual

Un invernadero agrícola. | iStock
Un invernadero agrícola. | iStock
Francesc Reguant | VIA Empresa
Economista, experto en estrategias de la agroalimentación
Barcelona
16 de Septiembre de 2020

En una jornada de Fixingthe future en Barcelona el ponente Richard Ballard explicó que utilizaba unos túneles de Londres abandonados para producir verduras con hidroponia y leds. Al día siguiente un diario catalán publicaba: "la agricultura del futuro se hará bajo tierra". Advertí al diario del despropósito y el titular se modificó. Hoy desde algunos entornos ideológicos, se propone la agricultura vertical como alternativa global a la agricultura convencional y solución a los problemas medioambientales del planeta. Esta alternativa, supuestamente, permitiría devolver los terrenos agrícolas a la natura, se recuperarían los bosques y se recuperaría la biodiversidad perdida. Aun así, el tema en cuestión no es cómo de factible es producir puntualmente verduras en un túnel o en una nave industrial sino el hecho de que se proponga como la alternativa global a la agricultura actual y a las tensiones medioambientales existentes. Probablemente, en este tema, se está confundiendo la anécdota con la categoría. Hablemos.

 

La diagnosis de un problema

El mundo se nos está quedando pequeño, este es un punto de partida que hay que repetir tantas veces como haga falta. Hoy, los recursos más básicos, la energía, el agua, el suelo agrícola y la biodiversidad se encuentran en fuerte tensión. Por un lado hay más presión sobre los recursos a partir de una población creciente y económicamente más desarrollada.

"Los recursos más básicos, la energía, el agua, el suelo agrícola y la biodiversidad se encuentran en fuerte tensión"

Por otro lado, una mala gestión de los recursos ha comportado daños medioambientales severos (contaminación de suelos, pérdida de biodiversidad, etc.), a la vez el cambio climático está resultando un gran destructor de recursos. Sin duda, no es fácil resolver la ecuación de atender unas necesidades crecientes con recursos menguantes… Por ejemplo, este año, de acuerdo con el Global Footprint Network, hemos sobrepasado la biocapacidad de la tierra el 22 de agosto (el año pasado era el 29 de julio), es decir, desde este día, figuradament, vivimos de recursos no renovables, no hemos tenido suficiente con los intereses y nos estamos comiendo el capital. De hecho, lo que estamos haciendo es externalizar los costes de nuestra mala gestión a las generaciones futuras.

 

Ante esta diagnosis, la sociedad ha reaccionado con lógica preocupación. La dificultad es gigantesca y la complejidad del tema requerirá un acercamiento global, integrado y solidario. Las soluciones serán también forzosamente complejas. Tendrán que tener en cuenta la multiplicidad de vectores que inciden, la interdependencia de cualquier de las acciones que se quieran emprender y los factores limitantes que dificultan las buenas respuestas. Ante este escenario del siglo XXI, el único planteamiento viable tiene que partir de la humildad y del reconociendo de las serias limitaciones propias ante la magnitud de los retos.

Respuestas simples, soluciones utópicas

Aun así, en el proceso de investigación de soluciones, las más fáciles de adoptar son las propuestas utópicas. Desde la utopía, todo es posible. La agricultura vertical como opción global y generalizable es una de ellas. Actualmente, ya existen algunas experiencias de granjas verticales. Los cultivos se realizan dentro de grandes naves alrededor de las ciudades con las técnicas de hidroponia e iluminación artificial mediante leds (energía lumínica imprescindible para la realización de la fotosíntesis).

Las pocas experiencias actuales limitan la producción a unos cultivos herbáceos muy específicos sin condicionar que la fuente de energía sea renovable, aspecto este que es clave para la sostenibilidad del proyecto.

El sistema alimentario de agricultura vertical se presenta como una gran innovación. Pero, la producción agrícola sin suelo hace más de cien años que se utiliza. La hidroponia es conocida desde hace muchos siglos. Además, los desarrollos tecnológicos han perfeccionado su aplicación y hoy su uso es habitual formando parte de las herramientas de la agricultura de precisión.

"El sistema alimentario de agricultura vertical se presenta como una gran innovación. Pero, la producción agrícola sin suelo hace más de cien años que se utiliza"

La agricultura de precisión utiliza las tecnologías más punteras (biotecnología, biosensors, teledetección, big data...) obteniendo ganancias muy importantes en productividad y en reducción de impactos medioambientales dado el ajuste de los inputs (agua y fertilizantes) a los requerimientos de la planta.

Por lo tanto, analizando de cerca las propuestas sobre la agricultura vertical se observa que los incrementos de productividad, el control de plagas, la gestión de los inputs son manllevats de la agricultura de precisión, la circularidad de los residuos tampoco se diferencia técnicamente. A menudo se aportan datos diferenciados sobre los resultados de este sistema que, con toda probabilidad, son previsiones discutibles o, simplemente, exageraciones dado que no hay diferencial técnico con la agricultura de precisión.

Por otro lado, el aspecto más débil es la energía. Los leds consumen energía que -si el modelo es sostenible- se ha obtenido de una fuente renovable, probablemente solar, es decir, se trata de un camino indirecto y largo para llegar al mismo lugar con pérdidas evidentes. Además, la energía (renovable) en algún lugar se tendrá que producir, afectando el espacio natural inmaculado que se quiere preservar. Es decir, utilizaremos el suelo, hasta entonces agrícola, para producir energía solar que aplicaremos a las lámparas led de las granjas verticales?

Finalmente, hay que tener en cuenta los costes de construcción y mantenimiento de unas infraestructuras complejas que sólo son justificables para cultivos de alto valor añadido o que requieran una gran simplicidad operativa. Es difícil de imaginar la viabilidad técnica y ecológica de miles de rascacielos productores de millones de toneladas de cereales (el primer alimento de la humanidad) por más optimistas que sean las estimaciones de mejora de rendimientos y todavía cuesta más de imaginar los rascacielos llenos de olivos o de factorías de olivas obtenidas por procesos biotecnológicos.

De la propuesta técnica a la ideología

Volvemos a la realidad. El motor de agua no existe, la fusión fría no se ha podido demostrar y multitud de otras propuestas seudocientíficas han llenado muchas páginas de literatura (incluso literatura científica), pero, a pesar de todo, han contado con fervientes seguidores o defensores. Por qué? Qué mecanismos hacen falta para la confusión? En propuestas, sin suficiente base científica, dos elementos suelen estar presentes: un absoluto y un enemigo. Analicémoslo. Por un lado, un absoluto ideológico, un dogma, un axioma, alrededor del cual se construye una teoría. Este justifica cualquier decisión. Por otro lado, tener un enemigo claro cohesiona, orienta e identifica el objetivo, a la vez que permite dejar de banda el rigor científico y la objetividad de las propuestas.

En la propuesta de nuevo sistema agrícola mundial basado en la agricultura vertical el absoluto es el suelo natural, base de la biodiversidad, espacio intocable e inviolable. Dentro de este modelo el suelo agrario no es un recurso en tensión, es simplemente un uso y un recurso a eliminar. El enemigo es la agricultura y consecuentemente el labrador. La agricultura es representada en este modelo como algo externo e independiente, se obvia que la agricultura es la forma como la sociedad ha podido proveerse de alimentos a lo largo de toda la historia, se obvia la dificultad técnica de proveerlos a los niveles que la demanda alimentaria precisa y se obvia, sobre todo, la responsabilidad de toda la sociedad en la forma de producir los alimentos. Desvinculándose de la responsabilidad sobre el sistema alimentario, ni que sea como consumidor, es difícil acertar las soluciones y es fácil perderse por los caminos infinitos de las ideas.

La socioecologia como respuesta

El sistema global de agricultura vertical es un modelo dual que separa la especie humana del entorno natural. Extremando la propuesta, la ciudad es el espacio del hombre, un tipo de reserva que la natura le concede. El que es rural desaparece en cuanto que es espacio exclusivo de la preminent natura. Un modelo que, al margen de las inconsistencias técnicas, imagina una ecología separada del hombre.

Sobre esto me parecen mucho más adecuados y realistas los planteamientos de la socioecologia, de la cual Martí Boada es un sólido defensor. El hombre forma parte de la natura, el hombre forma parte del medio, el hombre tiene que estar presente al territorio y el hombre tiene que gestionar -adecuadamente- la natura. Los errores del hombre se tienen que resolver en el mismo entorno donde se han producido. Hombre y medio son inseparables.

El reto es ingente pero hace falta no rehuir la complejidad, el único espacio donde hay las respuestas posibles, todas ellas incomplertes e insuficientes, pero posibles verso el objetivo de un óptimo de sostenibilidad. Hay que buscar las soluciones atendiendo las diferentes necesidades, compartiendo recursos desde una escalera de prioridades. Pero, con cuyo objeto hay que planificar y gestionar de manera integrada una realidad que está estrechamente interrelacionada (tema que a casa nuestra parece que no se pueda entender).

Harán falta cambios muy importantes en el uso y gestión de los recursos naturales, en el consumo (en concreto en el consumo alimentario), en la adopción de la economía circular, en la transición energética, etc. Habrá que ser más eficientes pero a la vez amables con el entorno, la FAO habla de intensificación sostenible. La tecnología será una gran herramienta pero habrá que ser conscientes de la gran diversidad de realidades y, tal como señala Olivier de Schutter, ser conscientes que hay diferentes sistemas alimentarios que hay que respetar e impulsar. En cualquier caso, por respecto a las futuras generaciones, habrá que adaptar nuestros proyectos, usos y costumbres a los recursos renovables disponibles. Tenemos mucho trabajo pero de esto no se puede huir.