Nacido en Amberes en 1956, es un emprendedor que vive desde hace casi tres décadas en Japón. Habla sieteidiomas y ha vivido en cuatro continentes. Se define, siguiendo la descripción de su mujer, como "emprendedor patológico', puesto que ha creado más de 200 empresas en 25 años, siendo el impulsor del concepto blue economy. Converso con él un rato antes de que participe en una comida-coloquio en el marco de la XXXII edición de la Trobada Empresarial al Pirineu, que tuvo lugar en la Seu d'Urgell. Durante toda la charla, alude a la necesidad de conseguir oportunidadesde negocio para todos los sectores, sin dejar nadie atrás. Se muestra convencido de que si la interacción empresarial se hace con la naturaleza, el resultado siempre será una iniciativa sostenible.
Sostenibilidad, innovación, economía azul y proyectos reproducibles son conceptos que va repitiendo a lo largo de la conversación. Eso sí, intenta aclarar la fórmula para aplicarlos. "Más que innovar, se tiene que cambiar el modelo de negocio". Identificar oportunidades a corto plazo y practicar la sostenibilidad de forma inmediata sin grandes planes estratégicos forman parte de su hoja de ruta, dejando de lado normativas y permisos, que, según afirma, "frenan el espíritu emprendedor". Durante la comida, posterior a la entrevista, nos deja algunas perlas para entender su filosofía. "Extravagante es que GeorgeClooney cobre más para hacer un anuncio de una marca de café que todos los labradores que lo cultivan juntos". Parafraseando el spot, "What else"...
¿Qué mensaje nos puede servir en este momento de crisis económica, sanitaria y climática?
Por primera vez, nos encontramos ante una crisis que ha desmovilizado a la población. Tenemos un enemigo externo común, pero en esta ocasión, lo hemos afrontado con una falta de acción. Esta es la verdadera crisis. Estamos en un momento marcado por la falta de iniciativa y de espíritu innovador. El único que hacemos es analizar los riesgos y quedarnos quietos. Incluso, las grandes empresas se limitan a comprar otros. En el ámbito global, la crisis se centra en una reducción de la clase media. Es un hecho grave porque rompe con un crecimiento que hemos experimentado desde el final de la Segunda Guerra Mundial.
¿Qué implica que las generaciones actuales sean las primeras que vivan peor que sus antecesores?
Es la primera vez, tal como asegura el economista francés ThomasPiketty, que la generación de la riqueza se concentrará en las clases altas, mientras que la clase media se está adelgazando. También estamos batiendo récords de gente que pasa hambre. Tenemos unas cifras que no se daban desde el año 1961. Un tercer factor que nos ha llevado hasta aquí es que tenemos la tasa de suicidios más alta de la era moderna, especialmente entre los jóvenes. ¿Cómo es posible? Si la misma juventud ya no ve futuro es que la crisis es muy profunda.
Ante esta situación, ¿qué herramientas tiene la política ante la fortaleza del sector económico?
Los políticos siempre tienen acceso al dinero. Por otro lado, creo que es importante que la clase empresarial, que dispone de la cultura de la innovación, tome la iniciativa, pero una iniciativa más orientada al bien común que al personal. Los únicos que pueden salvar las dificultades actuales son los empresarios de las pequeñas y medianas empresas, las compañías familiares, vinculadas en un territorio muy concreto. Eso sí, se tiene que apostar por un modelo económico basado en la innovación, no en la competitividad por los costes bajos. Como ejemplo, Catalunya nunca podrá competir en precio con Bangladesh. Este modelo debe crear valor añadido por la empresa, por la comunidad, por el medio ambiente o por su cultura. El motor de la economía del futuro serán las empresas que son capaces de tener múltiples valores añadidos. El core business es un concepto del pasado.
"El error en que cae la sostenibilidad es la falta de identificación de negocios viables a corto plazo"
Como impulsor de la Zero Emissions Research & Initiatives, ¿qué papel debe jugar la sostenibilidad en el mundo económico y empresarial?
Ante todo, debemos planificar una estrategia de competitividad donde adentro haya proyectos de cero emisiones. No hay que empezar pensando que tenemos que hacer un negocio de cero emisiones. Si diseñamos un portfolio de oportunidades, delimitaremos todas las áreas de la acción. Hoy en día estamos instalados en la cultura del análisis-parálisis. Analizamos tanto hasta que nos quedamos paralizados al darnos cuenta que hay tanta crisis que nos carece la energía para afrontarla. Desde el punto de vista político, la falta de liderazgo hace que los gobiernos globalmente sean incapaces de relanzar la economía. Un ejemplo personal es el que me encontré al llegar del Japón al inicio de la pandemia. Me hicieron poner gel hidroalcohólico y viendo su composición, me di cuenta que estaba hecho con acrílico de petróleo. En seis semanas, comercialicé en Francia un gel elaborado con azúcar de remolacha. Como dice mi mujer, soy un emprendedor patológico. Esto es lo que hace falta en el sector público, que está anclado en la falta de procesos innovadores. En este caso, la oportunidad de negocio se tiene que desarrollar en el territorio. El proyecto se ha llevado a cabo en el norte de Francia, cerca de donde los labradores cultivan la remolacha, donde está situada la materia primera. Allá es donde se tiene que instalar la fábrica. El error en que cae la sostenibilidad es la falta de identificación de negocios viables a corto plazo.
A partir de la crisis de suministros, ¿cree que se producirá un proceso de relocalització de la producción?
Tenemos la oportunidad de volver a desarrollar nuestra economía con la materia prima que producimos. Es una revolución del concepto de globalización. Otro ejemplo práctico sería la utilización de las mascarillas de plástico desechable durante la pandemia, que generan más residuos y contaminación en los mares. Ante esta problemática, trato de buscar una oportunidad y lo hago creando una planta a Cerdeña, donde se extrae óleo del tallo de la planta del cardo y se transforma en celulosa, de forma que actúa cómo un polímero que sustituye los plásticos. Del cardo, una maleza, fabrico bioplásticos. El gran reto es la identificación de las oportunidades de negocio de la sostenibilidad, que sean viables, escalables y aplicables a corto plazo. De este modo, se consigue fortalecer las economías locales.
Esta actitud contrasta con el fenómeno del Green Washing, que utiliza el concepto de la sostenibilidad para seguir haciendo negocio
Sí, acaba siendo como una plaga. Tenemos que ser conscientes de que la crisis es hoy, no tenemos que pensar en planes estratégicos y compromisos a largo plazo para aplicar de aquí a 30 años. Por eso, me gustaría transmitir el mensaje a los empresarios catalanes que ahora es el momento de reconectar con el territorio y las oportunidades de negocio que nos ofrece la economía y la producción local.
"A Catalunya le faltan proyectos reproducibles para recuperar su espíritu emprendedor"
¿Ha servido de algo la pandemia para hacer aflorar este tipo de iniciativas?
En este aspecto, no ha servido para nada. Nos ha dormido y nos ha quitado las ganas de innovar. El trabajo principal de los gobiernos, más allá de solucionar la pandemia sanitaria, es facilitar que haya actividad emprendedora, que genere ocupación y valor añadido. Estos son los proyectos que aportarían riqueza y dinamismo a la economía. Está claro que al empresario lo tienes que convencer con acciones viables económicamente: no le puedes decir que salvará el mundo perdiendo dinero, puesto que te responderá que no cuentes con él.
Cierta parte de mundo empresarial afirma que las inversiones ambientales no pueden perjudicar el interés económico. ¿Cómo conciliamos estas visiones?
Estas contradicciones se dan por un mal diseño del modelo económico. Si tu objetivo es ofrecer los productos lo más barato posible, nunca verás el medio ambiente como una oportunidad ni considerarás que tienes que pagar bien a tus empleados. En cambio, si tu modelo se basa a desarrollar múltiples valores añadidos, no tendrás ningún problema a incorporar estos valores.
¿Cómo aterrizamos este paradigma en la transformación del modelo productivo y económico?
No quedándonos en la anécdota. Haciendo un inventario de las oportunidades y que estas sean reproducibles y posibles. Otro caso práctico es el cultivo de hongos en los restos de las cápsulas de café, una iniciativa que tiré hace 20 años. Ahora tenemos más de 6.000 fincas trabajando en este proyecto. En todos los casos, nos faltan emprendedores que quieran sacar adelante las ideas.
"Si tu objetivo es ofrecer los productos el más barato posible, nunca verás el medio ambiente cómo una oportunidad ni considerarás que tienes que pagar bien a tus empleados"
Catalunya siempre se ha considerado una zona con tasas altas de emprendeduría. ¿Cómo la ve en este momento?
Catalunya ha dejado de serlo. Le faltan proyectos reproducibles para recuperar su espíritu emprendedor. Todo tiene que empezar por el sistema educativo. En China, todos los niños y niñas de entre 3 y 15 años, aprenden y estudian sobre qué es el emprendimiento. De ahí surgirán multitud de ideas empresariales que sean emprendedoras y persigan el bien común. Catalunya no tiene que transformar Barcelona, sino los pueblos de entre 1.000 y 5.000 habitantes. Allí está la fuerza empresarial, el tejido social y económico de personas que quieren quedarse a su territorio, pero que por falta de oportunidades se están trasladando a Barcelona.
¿Se muestra optimista con la evolución del modelo económico y la consolidación de la sostenibilidad en el ámbito empresarial?
Soy optimista si no nos mantenemos en un modelo anquilosado, en el cual los gerentes se convierten en burócratas. La burocracia ha ahogado este espíritu innovador por las reglas, los reglamentos, los estándares... La innovación empresarial se ha roto por un exceso de burocracia. Es un fenómeno recurrente en Europa. Por este motivo, la mayoría de mis iniciativas empresariales las llevo a cabo fuera del territorio europeo. Parece que todo lo que es posible, primero tiene que pasar por un reglamento.