
Hace unos años, cuando trabajaba en Microsoft tuve la oportunidad de visitar su sede en Seattle. Lo que me encontré me sorprendió profundamente. Esperaba ver sus headquarters inmersos en la ciudad, pero lo que descubrí fue un campus ubicado en medio del “Pirineo”: un espacio integrado en la naturaleza, rodeado de bosques, montañas y silencio. Un modelo de ciudad digital en plena naturaleza.
Esta experiencia puso en evidencia una reflexión que aún me resuena: las grandes corporaciones tecnológicas y las empresas digitales no necesitan entornos urbanos masificados para crecer e innovar. A veces, elementos como la calidad de vida, la sostenibilidad, el espacio, la conectividad y el talento pueden ser más determinantes que la concentración de actividad en grandes ciudades. Y esta lección puede ser clave para el futuro de Catalunya.
En Catalunya, la tendencia, comprensible por su centralidad, ha sido concentrar la actividad económica, la innovación y la inversión digital en Barcelona y su área metropolitana. Barcelona, sin duda, es el motor tecnológico del país, con un papel central como sede de eventos globales, polo de atracción de startups, universidades y talento internacional.
Nos encontramos ante una nueva realidad: el talento ya no sólo se atrae, sino que hay que mantenerlo. Y por eso, hay que repensar el territorio como una oportunidad
Sin embargo, esta concentración conlleva problemas. La presión urbanística, la falta de vivienda asequible, el colapso de la movilidad y la expulsión de talento hacia el extrarradio son algunos de los efectos colaterales de esta concentración. Nos encontramos ante una nueva realidad: el talento ya no sólo se atrae, sino que hay que mantenerlo. Y por eso, hay que repensar el territorio como una oportunidad.
Ciudades medianas como Lleida, Girona, Tarragona, Reus, Manresa o Mataró, y muchas otras con buena conectividad, ecosistemas locales vivos y calidad de vida, pueden convertirse en nodos digitales de proximidad clave. Las infraestructuras digitales ya no dependen de la ubicación física, sino de factores como la conectividad, el talento disponible y la estrategia de cada municipio.
El teletrabajo, los hubs de innovación descentralizados, los centros de datos distribuidos y los laboratorios de IA aplicada son ejemplos claros que pueden operar fuera de Barcelona, en otros puntos del territorio.
Es hora de cambiar la perspectiva. Dejar atrás la visión de Barcelona como único hub digital para abrazar la idea de Catalunya como una red de ciudades y territorios conectados e innovadores. Ya hay iniciativas concretas que están tomando forma: nodos digitales como el AgrolivingLab de Lleida, los proyectos de smart tourismde Girona, el Tecnocampus de Mataró o el TrenLab de Renfe.
Además, la colaboración con universidades locales fuera del área metropolitana está dando lugar a centros de IA aplicada e innovación educativa, mientras que el retorno de talento postpandemia está favoreciendo la reactivación de territorios más tranquilos con un mejor equilibrio entre vida personal y profesional.
La digitalización nos ofrece la oportunidad de repensar Catalunya como una región policéntrica, distribuida, más sostenible y cohesionada
A pesar de los avances, aún estamos al principio. Para que esta transformación sea efectiva, necesitamos políticas públicas más decididas: incentivos fiscales, ayudas a la deslocalización digital, planes de apoyo al emprendimiento digital fuera de la capital y una apuesta estratégica para convertir el reto demográfico en una oportunidad de equilibrio digital.
Si queremos una Catalunya digital, equilibrada y resiliente, no podemos permitir que se concentren todas las capacidades en una sola ciudad. Barcelona seguirá siendo el polo tecnológico de alto valor, pero es necesaria una estrategia global que transforme el territorio en una red de polos digitales altamente conectados. Como modelo, podemos mirar a Estados Unidos, donde ciudades como Boston, San Francisco, Seattle, Austin y Nueva York forman una red digitalizada, cada una con su especialización.
Necesitamos políticas públicas más decididas: incentivos fiscales, ayudas a la deslocalización digital y planes de apoyo al emprendimiento digital fuera de la capital
La digitalización nos ofrece la oportunidad de repensar Catalunya como una región policéntrica, distribuida, más sostenible y cohesionada, donde la innovación tecnológica no esté limitada a un único código postal, sino que sea una palanca de desarrollo para todo el país.