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Educación, la base para crear país

Si, como afirmaba Mandela, "la educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo", esta vuelta al colegio tiene mucho revolución

Padres recogiendo a los niños de la escuela a Holanda | Hollandfoto (iStock)
Padres recogiendo a los niños de la escuela a Holanda | Hollandfoto (iStock)
Breda (Nederlands)
14 de Septiembre de 2020

El futuro y el éxito de una sociedad se construye desde la base, desde la escuela, desde el parvulario y los Países Bajos lo ha entendido desde hace décadas y lo aplican en su día a día convirtiendo la educación en el elemento central de su política. Desde hace unos meses, con VÍA Empresa he ido escribiendo sobre los Países Bajos dónde desde hace tres años, he trasladado mi residencia. No es casualidad. Es fruto de una decisión madurada desde hacía años y de un conocimiento profundo de un país que siempre ha tenido para mí una atracción especial. He hablado de cómo habíamos enfocado la crisis del Covid-19 y de los resultados de esta gestión seis meses después. He descrito el enorme respeto y el trato especialmente positivo y motivador que el país tiene con los empresarios, autónomos y emprendedores. He descrito su visión del teletrabajo que viene de lejos y he explicado su apuesta por la innovación que catapulta el país entre los diez primeros en cualquier ranking mundial, sea económico, educativo, de productividad, de bienestar social o tecnológico, entre otros indicadores. Pero todo esto no se improvisa, ni es fruto de la casualidad.

 

La primera cosa que sorprende es ver como un país de 17 millones de habitantes, distribuidos en un territorio no mucho más grande que Catalunya, cuenta con 9 universidades entre las 200 primeras del ranking de mundial QS, algunas de ellas como referentes en materias de medecina, investigación, tecnología o negocios, situándose entre las 10 primeras en el informe PISA, o encabezando, por delante de Dinamarca, Noruega y Suiza, el ranking de la Unicef 2020 sobre bienestar y felicidad de los niños hasta los 18 años.

¿Cuál podría ser el secreto que convierte a un país como Nederlands en un referente mundial, no solamente a escala económica, también en el ámbito educativo? De hecho, no hay ningún secreto y tampoco tienen la fórmula mágica o la piedra filosofal. Es un conjunto de medidas y una visión de país, con leyes prácticas que ponen el ciudadano y a los niños en el centro de la sociedad convirtiendo la educación en uno de los pilares para construir un país "gezelleg". Un adjetivo muy utilizado para definir situaciones agradables, enriquecedoras, que aportan valor.

 

A primera vista, el sistema parece cumplir todo y, en realidad, es muy práctico y persigue sacar el mejor provecho de las capacidades de cada alumno. La educación es obligatoria desde los cuatro años hasta los 18, y se divide en tres etapas. La educación infantil hasta los doce años, que deja tres vías en función de los estudios que el alumno quiera cursar o tenga capacidad para hacerlo. Existe el nivel medio, que podrían relacionar con la formación profesional que dura cuatro años, hasta los 16 años. Finalizado este ciclo, el alumno puede ir a trabajar en prácticas con la obligación de asistir a clase un mínimo de dos días por semana. El ciclo de educación general, que dura cinco años y que permite la entrada a estudios superiores (Bachelor); y finalmente el ciclo de educación científica preparatoria, que dura 6 años y conduce directamente hacia la universidad.

Con independencia de la estructura, lo que marca la diferencia es la manera de enfocar la educación. La formación del profesorado es uno de los pilares del sistema educativo neerlandés, que apuesta por una formación continúa y una puesta al día de los conocimientos teóricos pero, sobre todo, pedagógicos.

El salario inicial de los maestros de escuela primaria es de 37.200 euros al año. Los maestros que han estado en la escuela primaria durante diez años ganan una media de 53.640 euros y su salario puede crecer hasta un máximo de 60.840 euros por año. Los profesores que enseñan en una escuela secundaria obtienen un salario más alto, contando con un salario inicial de 38.040 euros por año y después de diez años de experiencia, los salarios pueden aumentar a 66.960 con un límite máximo de 78.360, situando la media en el 62.160 euros por año. De este modo, se garantiza tener siempre un personal preparado y motivado, a pesar de que siempre existen puntos de conflicto.

"La motivación del profesorado también importa: el salario inicial de los maestros de la escuela primaria es de 37.200 euros al año"

El sistema pone el alumno en el centro convirtiendo la escuela en el medio para potenciar sus calidades y mejorar sus deficiencias. El modelo quiere potenciar la vocación, la creatividad y la espontaneidad. Por eso no es de extrañar que en los primeros años de la primaria el alumno decida la materia que quiere hacer cada día.

Existen voces críticas sobre la obligación que un alumno con doce años tenga que escoger, tan joven, el ciclo preparatorio que quiere seguir y que condicionará su carrera. Al finalizar la escuela primaria cada niño recibe una recomendación de nivel para la escuela secundaria. Este consejo es proporcionado por el profesor y se basa en los resultados del aprendizaje, los resultados de las pruebas y el desarrollo general del niño. El consejo es vinculante y se envía a la escuela de secundaria en la que los padres han inscrito a su hijo. El papel de los profesores, tutores y padres es importante a la hora de orientar el alumno en función de sus capacidades y en la mayoría de los casos, los resultados son buenos, pero es evidente que son muy pocos los que tienen las ideas claras con doce años. Este mismo dilema lo vuelven a vivir los alumnos a la hora de escoger la carrera y la universidad. Por eso, escuelas y familias fomentan que, en caso de duda, el alumno haga un año sabático. El "gap Jaar": muchos aprovechan para irse fuera a trabajar, aprendiendo o perfeccionando un idioma, al mismo tiempo que trabajan y quizás descubren su vocación.

El otro pilar que podemos encontrar en la línea pedagógica es el pensamiento crítico junto con el aprendizaje para potenciar el hábito del trabajo en equipo. Esto implica asumir responsabilidades individuales pero también colectivas para que todo funcione. La cultura neerlandesa es conocida por su manera directa de ser, de preguntar, de pensar y de hablar. Esta misma manera se cultiva en las escuelas desde primaria, creando un ambiente de confianza y de franqueza que elimina las barreras jerárquicas a la hora de hacer preguntas o estar en desacuerdo y que encontraremos más adelante en el sistema universitario.

"La cultura neerlandesa es conocida por su manera directa de ser, de preguntar, de pensar y de hablar"

La escuela forma y los padres educan. Esta idea queda muy clara no sólo en el respeto de los padres hacia el profesorado, sino también en los mismos valores que cada familia practica. Uno de los objetivos más importante es educar y fomentar desde la infancia la autonomía del niño. Es por eso que no es extraño que a partir de los ocho años, la gran mayoría de niños vayan a la escuela en bici, sólo o con compañeros de clase. Algunos ayuntamientos disponen de bici-escuelas gratuitas para que los niños practiquen en grupo, cojan confianza y puedan lograr esta autonomía. Tampoco es extraño ver a niños jugar en las calles, nadar en los ríos sin la supervisión de un adulto.

Cuando vives aquí, descubres que para un neerlandés la familia lo es porque la sociedad está orientada al bienestar de los niños. Si los niños son felices, los padres también. Esta misma libertad y la falta de una jerarquía que existe en las escuelas la encontramos también en las familias donde se habla sin complejos ni tabúes de temas como las drogas, el sexo, la prostitución o la eutanasia, fomentando el debate y el respecto a la diferencia.

La responsabilidad individual es un elemento importante en el modelo educativo, tanto escolar como familiar. A partir de los catorce años, los adolescentes pueden trabajar, fuera de las horas escolares. Con independencia del nivel económico de los padres, la mayoría suelen trabajar en supermercado descargando camiones o llenando estanterías, otras cuidando niños. Una manera de entrar al mundo laboral pero sobre todo, adquirir una autonomía financiera.

Ciertamente, un elemento importante que favorece toda esta manera de ver la educación es la conciliación laboral y una distribución más escalonada y más lógica del calendario escolar. Las vacaciones de verano sólo tienen seis semanas. El resto se reparten durante el año escolar a razón de una semana de vacaciones cada ocho semanas de colegio o en fechas señaladas como Navidad o el mes de mayo. Por otra parte, los horarios laborales juegan un papel importante a la hora de conciliar la vida familiar. El hecho que la mayoría de trabajos acaben alrededor de las 17 horas, que las tiendas cierren a las 18 horas y que la cena se sitúe alrededor de las 19 horas garantiza mucho tiempo libre para hacer actividades familiares dentro o fuera de casa.

Pero, poner a los niños y la educación como el pilar para construir una sociedad avanzada no es "gratis". El Estado invierte más del 5,5% del PIB en educación. Hasta que cumplen 18 años, cada familia recibirá una media de 110 euros mensual por cada hijo. El material y los libros son gratis y el alumno tiene la responsabilidad de custodiarlos y cuidarlos porque sirven por los próximos alumnos. Los últimos datos indican que sólo el 34% de las escuelas son públicas mientras que el 66% son privadas o concertadas, que se dividen entre escuelas laicas y escuelas religiosas, con unos contenidos pedagógicos basados en las diferentes creencias religiosas que van desde el protestantismo, judaísmo, islam y budismo.

Todo y esta diversidad, todo el sistema educativo está supervisado por un grupo de inspección con potestad para cambiar la línea pedagógica si ésta se contraria a los valores de libertad, de respeto, de convivencia étnica, religiosa y de pensamiento que forma la base del país.

Pero más allá de los aspectos económicos, el éxito del sistema neerlandés se debe de al hecho que la educación es un proyecto de país, con independencia de quien gobierne. Es impensable que el sistema pueda cambiar cada cuatro años como pasa en España o Catalunya, en función de los ideales de quienes gobierna, generando una inseguridad tanto por los profesores, como por los padres y los alumnos. Cualquier cambio en el sistema requiere una amplia mayoría y tiene que tener aportaciones justificadas. Es evidente que el sistema político que los neerlandeses han adoptado, con más de 16 partidos políticos en el Parlamento y ninguna mayoría absoluta, es una barrera para que cualquier "iluminado" venga a hacer experimentos con gaseosa hipotecando el futuro de toda una generación.

"Aquí es impensable que el sistema pueda cambiar cada cuatro años como pasa en España o Catalunya, en función de los ideales de quien gobierna"

Esta manera de educar desde la infancia y durante la adolescencia es la que encontramos en las universidades del país y que a menudo representa un choque por alumnos que vienen de España. En las universidades, la participación de los alumnos en los debates sobre los temas tratados es muy valorada y es una parte esencial de la clase. El intercambio de los diferentes puntos de vista son la base de la formación.

Aprender a aprender. Esta es la esencia de las universidades del país. Muchas clases no son presenciales, dejando mucho tiempo libre al estudiante que tiene que aprender a gestionarlo porque en realidad son días en los cuales él tiene que seguir trabajando y preparando los temas que tendrá que debatir durante la clase.

El aspecto económico no es motivo para no estudiar. Contrariamente a España, no existe un sistema de becas. Este año, mi hija que ha hecho dieciocho años, ha optado por estudiar Derecho International en la universidad de Maastricht, lo que implica irse a vivir a esta ciudad. Los Países Bajos funcionan a partir de créditos que el Estado otorga sin ningún problema a cualquier estudiante con padres viviendo y trabajando en el país. Este crédito se da al mismo alumno y consta de tres partes.
La primera parte es una subvención del Estado, a fondo perdido, no retornables con un importe que tiene en cuenta los ingresos de los padres. Si estos ingresos limpios no llegan al mínimo fijado por el Estado, este ingresará el 100% de la ayuda, que este año es de 490 euros mensuales. Esta ayuda está condicionada a la obtención del diploma por parte del alumno, que tiene en un plazo de diez años. En caso de que el alumno no acabe sus estudios, tendrá que devolver la totalidad de la ayuda recibida.

La segunda parte es un crédito hecho directamente al estudiante dotado con un máximo de 500 euros mensuales. Este crédito es retornable una vez el alumno obtenga el diploma y empiece a trabajar, con un pago mensual que no supere los 35 euros al mes.

Y la tercera parte consiste en una tarjeta de transporte gratuita durante la duración de la carrera y que permite al estudiante desplazarse por todo el país sin ningún coste.

Además, existe una cuarta ayuda que en este caso es indirecta y que tiene que ver con el sistema de salud. A partir de los dieciocho años, cada ciudadano neerlandés tiene que tener una mutua médica con un coste que oscila entre los 90 y los 150  euros en funciones de la cobertura deseada. Este sistema es el que permite que los empresarios autónomos no tengamos que pagar ninguna cuota mensual como pasa en España. En el caso de un estudiante, el Estado se hace cargo de la cuota de salud de unos 100 euros, hasta que este acabe sus estudios y entre en el mundo laboral.

Esta enorme inversión que el Estado hace para garantizar que cada persona pueda estudiar, es un elemento más para consolidar, entre todos, un proyecto de país que busca la excelencia, la eficiencia, el bienestar económico, la cohesión social de todos sus habitantes puestos en el centro del país. Fomentar desde la infancia la autonomía personal, educar en la diversidad, fomentar las ideas y la discrepancia en los debates, educar en la responsabilidad personal y colectiva son algunos de los pilares que acaban creando un pequeño país puntero.

Aún así, esta cultura del bienestar infantil y de priorizar la educación como inversión de futuro, ha quedado demostrada con la gestión de la crisis sanitaria del COVID-19, donde las medidas tomadas siempre han buscado el bienestar emocional y psicológico, evitando en todo momento mides drásticas de confinamiento extremo u otras medidas invasivas que podían representar una agresión para la población y, muy especialmente, hacia este colectivo. Con la misma filosofía, el regreso a las aulas, que aquí ha empezado el 24 de agosto, se ha hecho en total normalidad, sin mascarillas, ni distanciamiento, ni restricciones, ni escenificación de situaciones de miedo que podían influir negativamente en la moral del alumno. La falta de evidencias científicas sólidas y contrastadas de las afectaciones del virus sobre los menores de dieciocho años es motivo suficiente para evitar cualquier decisión invasiva, tal como escribí en mi última crónica.

Ni la cultura, ni la sociedad de los Países Bajos es perfecta. Tampoco quiero presentarla como una utopía ni una sociedad idílica. Tenemos prisiones, delincuentes, robos, protestas, etc… La perfección no existe. Pero, es un país que funciona, con resultados que muchos querrían tener pero que no son fruto de la casualidad o la buena suerte. Son el resultado de una manera de enfrentarse y sobre todo de solucionar los problemas, de trabajar conjuntamente en un proyecto de país, partiendo desde la base, invirtiendo desde la infancia, educando en la responsabilidad personal y colectiva con la idea muy clara que construir un país es un proyecto sin fecha de caducidad.

Nos queda mucho por aprender.