
Los nuevos aranceles decretados por Donald Trump están sacudiendo la economía y los mercados internacionales y ponen a prueba la capacidad de respuesta de la Unión Europea. La pregunta es: ¿qué debe hacer Europa? Y la respuesta es clara: actuar con inteligencia estratégica, unidad y ambición.
Ni sumisión ni escalada: una respuesta inteligente. Europa no puede permitirse una escalada comercial que perjudique su propio tejido empresarial. Pero tampoco puede permanecer impasible ante un ataque frontal al comercio internacional. La mejor respuesta es una combinación de medidas defensivas, de refuerzo interno y de reorientación comercial.
Activar el mecanismo Anti-Coerción. Es necesario que la Unión Europea active de manera coordinada el Instrumento Anti-Coerción, aprobado en 2023 para responder a presiones económicas de otros países. Este mecanismo permite adoptar medidas como aranceles o restricciones cuando un estado tercero intenta forzar decisiones políticas de la UE o de un estado miembro. Se creó a raíz de casos como la presión de China sobre Lituania o las amenazas de Estados Unidos por la tasa digital europea. El objetivo es disuadir, pero también permite actuar con firmeza y proporcionalidad. Las represalias pueden incluir no solo bienes, sino también servicios digitales o grandes empresas tecnológicas.
Diversificar vínculos comerciales: de la dependencia a la apertura. Una de las lecciones más importantes de este episodio es la necesidad de reducir la dependencia comercial de Estados Unidos. La UE debe mirar hacia otros socios estratégicos y acelerar la firma y ratificación de acuerdos con regiones como Mercosur, Canadá, Asia o África. No se trata solo de una estrategia comercial, sino geopolítica: una Europa abierta al mundo es una Europa con más capacidad de influencia.
Apoyo a los sectores más vulnerables. También es necesario revisar la arquitectura de los acuerdos actuales para asegurar que ofrecen garantías y compensaciones a los sectores más expuestos, como el agroalimentario, el químico, el farmacéutico o el automotriz. Sin este apoyo, la diversificación puede acabar dejando atrás una parte importante del tejido productivo europeo. Tal como recoge el último informe del Área de Economía de Pimec, estos sectores se encuentran entre los más expuestos a los efectos de los nuevos aranceles.
La mejor respuesta de Europa es una combinación de medidas defensivas, de refuerzo interno y de reorientación comercial
Competitividad y soberanía industrial. Los aranceles de Trump ponen de manifiesto las debilidades internas del modelo europeo. Por ello, la respuesta debe ir acompañada de una agenda de fortaleza económica. Europa debe reforzar su política industrial, estimular la innovación y reducir las trabas burocráticas que limitan el crecimiento empresarial. Es el momento de construir una Europa más competitiva y más soberana tecnológicamente, con capacidad propia en ámbitos como los semiconductores, la energía, las tecnologías digitales y la defensa. Como esto no se hace en un día, será necesaria paciencia y planes a largo plazo. Como dijo en 1950 Robert Schuman, uno de los padres fundadores de la UE: “Europa no se hará toda de una vez ni en una construcción de un conjunto; se hará por realizaciones concretas que crean primero una solidaridad de hecho.” En este sentido, es fundamental desplegar un marco especial de ayudas de Estado que permita a los gobiernos reaccionar con agilidad, como ya se ha hecho en otros momentos de crisis. La rigidez normativa no puede frenar la capacidad de reacción ante situaciones extraordinarias.
Más integración para ser más fuertes. Europa necesita más Europa. La mejor manera de resistir la ofensiva arancelaria es profundizar en la integración del mercado único, especialmente en ámbitos como la regulación digital, los servicios y los flujos financieros. La fragmentación nos hace débiles. La unidad nos da fuerza.
Mientras tanto, Trump comienza a tener contestación dentro de los Estados Unidos. Varios sectores empresariales y analistas económicos norteamericanos han advertido que los aranceles ya están afectando negativamente a los consumidores locales y rompiendo cadenas de suministro. Como decía hace unos días el premio Nobel Paul Krugman, este no es el camino hacia una economía más fuerte, sino hacia una economía más aislada y vulnerable.
Analistas económicos norteamericanos han advertido que los aranceles ya están afectando negativamente a los consumidores locales y rompiendo cadenas de suministro
La guerra arancelaria iniciada por Trump es, en el fondo, una oportunidad para la Unión Europea: la oportunidad de reafirmarse como potencia comercial, industrial y geopolítica. Pero esta oportunidad solo se concretará si Europa actúa con determinación, cohesión y visión a largo plazo. Como escribió en sus memorias Jean Monnet, también padre fundador de la Unión Europea: “Las personas solo aceptan el cambio cuando sienten la necesidad, y solo ven la necesidad cuando hay una crisis.” Esta es la crisis que debe llevar a Europa a dar un paso adelante. Es la hora de Europa. Y no podemos fallar.