¿Hará falta petróleo en las próximas décadas? La transiciónenergética parece un consenso transvers en el debate económico en el Estado español y en la Unión Europea en general. Aún así, su concreción es todavía un camino conflictivo, sin un acuerdo claro sobre la mejor y más eficiente forma de implementarla. La apuesta por las renovables, como reconoce la vicepresidenta de Foment del Treball y presidenta de la comisión de energía de la patronal, VirginiaGuinda, va "especialmente lenta" en Catalunya, y los hidrocarburos todavía ocupan un gran porcentaje del mix energético, no solo del país sino del conjunto de la Unión. En este contexto, la entidad se pregunta, en su última edición de Industrial Meeting, cuál es el camino por descarbonizar el consumo energético a los principales núcleos del continente. El CEO de Repsol, Josu Jon Imaz, encuentra un punto común con los representantes de los empresarios catalanes: la industria deviene esencial.
Imaz, de hecho, ve en la industrialización de las economías la principal palanca de las mejoras de la calidad y expectativas de vida generales. La industria, confirma el CEO, "paga bien, genera trabajos estables". "Los países en que nos queremos ver reflejados tienen cada vez más industria" añade. Guinda acompaña esta idea, criticando unos procesos de descarbonización que se están implementando "de espaldas a la industria", algo que, confirma el directivo, pone en riesgo el desarrollo sostenible de las economías regionales. Pese a las potencialidades de la economía productiva por encima de, por ejemplo, los servicios de bajo valor añadido, reprocha Imaz, "si no se cuenta con la industria para esta transición no tendremos industria, ni puestos de trabajo industriales; pero tampoco conseguiremos la descarbonización".
Imaz: "La transición energética nos permitirá continuar disfrutando de las ventajas evitando el calentamiento de la Tierra que provoca nuestro mix actual"
El carácter "transversal" de la energía que reconoce el presidente de la comisión de industria de Foment, Josep Lluis Cabestany hace que el planteamiento de cualquier cambio en la forma de producirla y distribuirla afecte el conjunto de las sociedades europeas. Imaz, así, pide una "transición justa", que no pose en entredicho la viabilidad de los negocios del país, el Estado y la Unión, pero que respete también las necesidades de los consumidores particulares, especialmente los que cuentan con menos recursos. "Si el consumidor final está pagando 300 euros el Mwh, esta transición no es justa", lamenta el CEO, que conmina a las administraciones a "repensar la transición" – todavía más a la luz de los problemas de suministros provocados por el conflicto en Ucrania.
El equilibrio entre todos los factores – una energía accesible para consumidores y negocios, unos objetivos climáticos que para Imaz "no deben ser discutidos" y una industria necesaria para la sostenibilidad de las economías – es "endiablado, pero se tiene que encontrar", razona el ejecutivo. La transición energética, así, aparece como una herramienta para "continuar disfrutando de las ventajas evitando el calentamiento de la Tierra que provoca nuestro mix energético actual". Esta reflexión conecta con la demanda de Imaz – y el conjunto de los ponientes de la patronal – de acompañar la industria en esta transformación energética; y de concretarla según sus necesidades. "Cuanto más usamos la industria para descarbonizar, más capacitados tendremos", argumenta el CEO, que reivindica una creonversión verde de la energía y la industria como "una oportunidad" donde algunos pueden pensar que hay "una amenaza".
Hidrocarburos: de enemigos a compañeros
La relación de las sociedades contemporáneas con los hidrocarburos, reconoce Imaz, es problemática. "Los mismos combustibles que nos han dado ocupación, esperanza de vida, innovación, industria, mejor acceso al agua; ahora están haciendo daño a los objetivos climáticos", elabora el CEO de Repsol; aunque no ve posible, pero tampoco deseable, una renuncia completa especialmente al petróleo en el medio plazo. Según los cálculos del ponente, el pico de demanda llegará a finales de la década de los 30, cuando empezará una reducción progresiva – no por la desaparición sino por la reconversión de su uso. El petróleo que se consumirá durante las próximas décadas, pero, no tendrá los perniciosos efectos medioambientales que genera ahora, en cuanto que su uso irá mucho más encarado a la fabricación que a la crema para el transporte y la movilidad.
"Hemos tomado alguna decisión llevada por tendencias cortoplacistas que pensábamos que se podrían alargar"
"Tenemos que descarbonizar los hidrocarburos – apremia Imaz – y garantizar que el petróleo y el gas operen y se transformen con garantías de reducción de las emisiones de CO2". El directivo pone como ejemplo la compañía que dirige, Repsol, y su iniciativa de reconversión de la actividad de refinerías en hubs multienergia. El reto, en este sentido, es reformular los espacios industriales del sector del petróleo para dar cuenta de la reducción y reconversión progresiva de los hidrocarburos durante los años que venden. "La nueva actividad de los complejos industriales irá hacia capacidades y perfiles similares a los que ya tenemos", proyecta Imaz. "Descarbonización no es solo electrificación", reafirma Guinda, que apuesta, como el CEO, por una transición coordinada con la industria que contemple su reconversión.
La gran relevancia que toman las renovables en cualquier tarea de descarbonización tendrá que estar acompañada por la promoción otras alternativas energéticas. Ante la reivindicación del presidente de la patronal Josep Sánchez-Llibre de "valentía" en la defensa de las centrales nucleares, Imaz espera que el cierre de las plantas se revierta, en cuanto que suponen un complemento al mix energético por una "electricidad competitiva, trueque, descarbonitzada". "Si tenemos las plantas aquí, y garantizamos un impecable estado tecnológico, por qué las tenemos que cerrar?", se pregunta el CEO de Repsol, que reconoce esta cómo una "decisión llevada por tendencias curtterministes que pensábamos que se podrían alargar" – como las apuestas por el gas, que se han demostrado en algunos casos "errores estratégicos" – que se tendrían que reformular por una "apuesta fuerte por la descarbonización".
Nuevas tecnologías verdes
Durante toda su ponencia dentro del IndustrialMeeting de Foment, Imaz ha reiterado la necesidad de una cierta "humildad" en cualquier predicción y proyecto a largo plazo, en cuanto que el ritmo del progreso tecnológico en el campo de las energías y la industria es imprevisible, y puede cambiar las proyecciones en cualquier momento. Aún así, redobla el consejero delegado, los hidrocarburos permanecerán una necesidad, en cuanto que, en primer lugar, muchos sectores – aviación, navegación, acero o papel, por ejemplo – son de muy difícil electrificación. Y, en segundo lugar, el petróleo como elemento productivo no solo continuará cómo un elemento clave de la industria, sino que lo será todavía más. "Los coches eléctricos llevan más plástico; los aviones, para ser más ligeros y consumir menos, llevarán más plásticos", expone.
En uno entorno de crecimiento de consumo de materiales derivados del petróleo, la economía circular tomará un papel central, opina Imaz. La valoración y gasificación de residuos – un campo en qué lo CEO alaba las apuestas de la Generalitat – serán uno de los eslabones más fuertes de la cadena de valor del petróleo más allá de su uso para la combustión. El gran potencial de estos proyectos reside en su eficiencia de cara a la industria, pero también en la reducción del impacto de los materiales sobre el medio ambiente. La misma Repsol ya ha concretado esta hoja de ruta en una Ecoplanta en Tarragona, en colaboración con Aigües de Barcelona, dedicada a la transformación de residuos sólidos y urbanos en metanol y monóxido de carbono. "Este es el tipo de proyectos de compatibilización de la industria y descarbonización que nos ayudarán a seguir adelante", concluye Imaz.