"El iberismo le prueba, a la Unión Europea" decía hace poco Pedro Sánchez. Portugal ha vuelto a las portadas de la mano del frente común para abaratar el precio del gas que se usa para producir electricidad. El argumento es que la Península Ibérica es una isla energética. Y, tradicionalmente también, una isla ferroviaria, porque a Portugal tienen el ancho español –llamado ibérico– en vez del europeo. Recordemos que Lisboa ha renunciado a la conexión con alta velocidad con Madrid y ha preferido centrar sus esfuerzos en el tramo Lisboa-Porto y conectar con el alta velocidad a Galicia. Sustituir la fuerza centrípeta de Madrid por un frente atlántico más equilibrado.
He tenido la oportunidad de estar unos cuántos días en Porto y en el norte de Portugal. Aunque se trataba de una visita estrictamente turística, tu visión de un país foráneo siempre está condicionada por tu trayectoria profesional, en este caso, económica y territorial. Sin ninguna pretensión concluyente ni científica, pues, aquí van unas cuántas impresiones generadas por esta visita a Portugal.
A Portugal encontramos muchos problemas similares a los nuestros y algunas soluciones bastante sugerentes para afrontarlos
1.- Porto, y Lisboa todavía más, está más lejos de Barcelona que París o Milán. Ahora, en avión, las diferencias son poco significativas, pero durante siglos, al margen de la calidad de caminos y ferrocarriles, este ha sido un hecho relevante para el poco interés de los catalanes por Portugal. Y esto que Portugal se independiza de España en buena parte gracias al hecho que Felipe IV prefirió concentrar los esfuerzos en la revuelta catalana de Pau Claris que en la lucha con Portugal. Seguramente también nos hemos contaminado de la tradicional condescendencia española hacia el vecino ibérico, pero en Portugal encontramos muchos problemas similares en los nuestros y algunas soluciones bastante sugerentes para afrontarlos.
2.- Después de muchos años de no ir, la primera impresión es de un país mucho más aseado y moderno. Ellos se liberaron del yugo de la dictadura dos años antes que nosotros y parece que mantienen una relación bastante positiva con aquel periodo de cambio. El 25 de abril, además de los actos parlamentarios de conmemoración con los diputados con el clavel en la pechera, había bastantes claveles rojos y las tiendas de víveres vendían pomos. En Porto mismo, el aeropuerto lleva el nombre de Francisco Sa Carneiro, primer ministro conservador del nuevo régimen democrático en 1979. A la vez, la ciudad tiene dedicada una calle principal a Otelo Saraiva de Carvalho, el militar artífice de la revuelta del 74, que después pagó con cinco años de prisión el intento de conducir el país hacia posiciones de izquierda radical.
3.- Portugal también ha aprovechado bastante el tiempo. La renovación urbana, el cuidado por el patrimonio y las infraestructuras de comunicación son un buen ejemplo. La encantadora pero decrépita ciudad de Porto de hace 40 años hoy está mucho más aseada y atractiva. La red de metro es bastante amplia y está extendiéndose hasta el mismo centro histórico. Las autopistas llegan a todos los extremos del país, incluido el norte montañoso y tradicionalmente aislado. Han implantado un sistema pionero en Europa para pagar los peajes mediante arcos que identifican el vehículo en cada tramo y le cobran en función de los kilómetros recorridos. El coche de alquiler ya llevaba incorporado un dispositivo similar a nuestro ViaT para hacerlo posible y liquidas los peajes una vez entregas el coche. Peajes, por cierto, no muy más baratos de los que teníamos aquí hasta hace cuatro días. En Francia implantaron un modelo similar, pero tuvieron que dejarlo en suspenso debido a las revueltas de los bretones y de los chalecos amarillos. En España, el gobierno de Sánchez parece que quiere hacer lo mismo, pero no acaba de decidirse a abrir un nuevo frente con los territorios que nunca han pagado nada para utilizar las vías de alta capacidad.
4.- Porto está de moda como escapada turística y tiene que gestionar el alud de visitantes con todos sus pros y contras. En los antiguos edificios de dos o tres plantas y de tres o cuatro metros de fachada que dan al río, conviven las familias humildes de toda la vida con los apartamentos turísticos renovados. La restauración de esta zona de la Ribeira ya está casi toda orientada al turismo. Tanto en Porto como enAveiro, los precios de los servicios turísticos ya son similares a los nuestros. En las ciudades del interior o en la estudiantil Coimbra todavía no se nota tanto el impacto en los precios y las raciones en los restaurantes son sabrosas y abundantes como siempre.
Dentro de la amabilidad general notamos alguna reticencia hacia los españoles. "Nosotros tenemos la carta en español a pesar de que, cuando yo voy a España, no la tienen nunca en portugués"
5.- A mediados de abril, Porto estaba llena de turistas, sobre todo españoles. Algunos franceses y algunos catalanes. La apertura de vuelos directos tiene mucho que ver con la emergencia de destinos turísticos hasta entonces poco reconocidos. Vueling y otras compañías de bajo coste ha tenido mucho que ver. La presencia española no era solo turística, sino económica. Santander, BBVA, Mercadona eran omnipresentes. Las constructoras españolas también lucían marca en las obras del metro. Incluso la Fundación la Caixa tenía un notable presencia en equipamientos culturales de la mano del BPI, el banco portugués propiedad de CaixaBank. Por cierto, en la céntrica Avenida dos Aliados, lucía un gran letrero rojo y amarillo de los seguros de vida España SA.
6.- Todo el mundo habla o entiende el castellano. En algunas ocasiones, cuando nos identificábamos como catalanes, venían a pedirnos permiso para entendernos en castellano. Todo el mundo sabía de Catalunya. "¡Nosotros también miramos las noticias!", nos dijo un operario de la compañía de alquiler de vehículos. Dentro de la amabilidad general notamos alguna reticencia hacia los españoles. "Nosotros tenemos la carta en español a pesar de que, cuando yo voy a España, no la tienen nunca en portugués" . La demanda de trato igualitario cuando hay una gran diferencia demográfica y en el imaginario colectivo español siempre se ha visto a Portugal como un eslabón perdido que se querría retener. Solo hay que pensar en cómo están dibujados los mapas de España: siempre incluyendo a Portugal. En la Ribeira de Porto, una pintada decía +Porto –Oporto
7.- Todo los grandes supermercados abrían de lunes a domingo, a jornada completa. Estaban remodelando el famoso Mercado de Bolhao, un tipo de Boqueria portuguesa, ahora en una ubicación provisional muy digna pero sin el atractivo de las instalaciones tradicionales. Otro mercado de hierro de la parte antigua estaba reconvertido en cines y restaurantes. En la Ribeira, la zona más turística, era difícil encontrar alguna tienda de víveres.
8.- Las obras del metro que comentábamos más arriba no son la única gran obra pública en curso. Esté en la red viaria, sea en las mismas ciudades, parece que se aplica el viejo principio keynesiano de más obra pública en tiempo de crisis.
9.- En dos de las librerías más importantes de Porto buscábamos alguna monografía de alguno de los grandes arquitectos contemporáneos portugueses, como Álvaro de Siza o Soto de Moura. No había ninguno, apenas una historia de la arquitectura portuguesa. En cambio, al menos en la FNAC, había una buena oferta de libros de la editorial alemana Taschen –que solo incluye ocasionalmente el portugués en sus ediciones multilingües–, entre la cual la monografía dedicada al valenciano Santiago Calatrava. Por cierto, ¿para cuándo una monografía sobre OriolBohigas o Ricard Bofill? .
10.- Todo ello me hizo pensar en las limitaciones y los condicionantes de un pequeño país situado en el extremo occidental de Europa y bajo la sombra omnipotente de España. En términos económicos, lingüísticos, culturales... Pero también en las oportunidades que disponer de un estado propio ofrece a pesar de estos condicionantes: una lengua minoritaria pero normalizada, la capacidad de modernizarse, de decidir su orientación económica e incluso de innovar a nivel europeo después de largas décadas de oscuridad... En resumen, de decidir de forma bastante potente y autónoma cómo afrontar las complejidades del presente y cómo encarar su futuro.