Con el regreso de las vacaciones, el Banco Central Europeo (BCE) y la ReservaFederal de los Estados Unidos (Fed) preparan el empujón final para tumbar a la inflación. Desde 2022, a raíz de la guerra de Ucrania, los dos organismos han luchado contra un fenómeno inflacionario que se disparó por encima del 10% hace dos veranos y que obligó a subir los tipos de interés a su punto más alto en casi 25 años. Ahora, después de más de 12 meses con estas tasas entre el 4,5% y el 4,25% en Europa, ha llegado el momento de la desescalada. La pregunta es clara: ¿estamos en la antesala del fin de la inflación?
Sin embargo, responder a esta cuestión no es nada sencillo. Antes que nada, hay que entender el contexto: el verano de 2023, los bancos centrales decidieron subir los tipos de interés a corto plazo para proteger a las economías de la inflación y reducir el consumo. La premisa era que al disminuir la demanda, se estabilizarían los precios. Por eso, la Unión Europea (UE) y los Estados Unidos aplicaron los aumentos más masivos en décadas. Seguidamente, congelaron esta tasa sine die. En Europa se fijó en el 4,5%, mientras que en EE.UU. la dispararon hasta el rango de entre 5,25-5,5%. No es extraño, pues, que las principales entidades bancarias hayan logrado máximos históricos en sus ejercicios.
Durante este año, la inflación se ha ido reduciendo hasta acercarse al objetivo del 2% que el BCE se marcó antes de empezar a rebajar los tipos de interés. La evolución ha sido positiva y ha servido para contener el ritmo al que aumentaban los precios de bienes y servicios. "Es una de las primeras veces en toda la historia que se ha conseguido un aterrizaje suave", explica el catedrático de economía, Oriol Amat,a VIA Empresa. "Se ha podido detener la inflación y solo ha frenado un poco el crecimiento económico", añade. Por este motivo, a principios de junio, el BCE concedió el primer alivio y rebajó los tipos del 4,5% al 4,25%.
Desde junio, la inflación de la eurozona ha bajado del 2,5% al 2,2% a pesar de la primera rebaja de los tipos de interés
Hasta llegar a ese punto, Christine Lagarde, presidenta del BCE, tuvo que rechazar durante mucho tiempo las incontables peticiones de adelantar esta bajada. Para los expertos, el recorte mínimo de junio fue una forma de comprobar cómo reaccionarían los mercados y la tasa de inflación al primer descenso de los tipos desde 2016. ¿El resultado? El pasado mes de agosto, la eurozona presentó una inflación del 2,2%, muy cerca de la meta y tres décimas menos que en el mes de junio. Por su parte, la inflación subyacente (aquella que no tiene en cuenta la volatilidad de la energía ni los alimentos no elaborados) cayó al 2,8%, es decir, una décima menos que en junio. En el Estado, el IPC también fue del 2,2% y la subyacente se situó en el 2,7%. En resumen, la economía ha continuado creciendo y la inflación no se ha resentido.
La segunda rebaja de los tipos se confirmará estejueves 12 de septiembre, con otro recorte que se prevé que sea del 0,25%. Así pues, los tipos de interés a corto plazo se encuentran ahora al 4% en la eurozona. Hay un patrón: han pasado tres meses y la velocidad de descenso ha sido la misma que el pasado junio. Cada vez que le preguntan, Lagarde descarta que el BCE esté siguiendo una hoja de ruta. Aun así, muchos expertos dan por hecho que la UE se está encaminando a una desescalada progresiva en diferentes tramos que concluirá en otoño de 2025, con unos tipos de interés al 3%. "Es un tipo de barrera psicológica", advierte sobre la cifra Borja Ribera, director de finanzas de GVC Gaesco. "Ayudaría que quedara entre un 2% y un 3%, sobre todo para reducir estos grados psicológicos de los números enteros", apunta. Algunos estudios de entidades como Bankinter, sin embargo, no esperan que esto suceda hasta 2026.
¿Tendremos más dinero con la rebaja de los tipos?
Bailes de cifras aparte, este cambio de política monetaria del BCE tendrá consecuencias. A pesar de que Jaume Puig, CEO y CIO de GVC Gaesco Gestión, asegura que los mercados ya se esperan esta bajada y que, por lo tanto, estos "tipos de equilibrio" no son "ninguna noticia", sí que reconoce que los movimientos del BCE afectarán a nuestro bolsillo. En este caso, positivamente.
De entrada, ganarán las personas que tengan hipotecas referenciadas al Euribor. En el Estado, aproximadamente el 80% de los préstamos son de este tipo. "En el caso de una familia que tenga una hipoteca de 300.000 euros, si se produce una rebaja de un 1%, verá que cada mes pagará unos 200 o 300 euros menos", explica Amat. La tendencia ya es observable y, de hecho, esta semana el Euribor bajó de la tasa diaria del 3% por primera vez desde diciembre de 2022. Esto quiere decir que cada vez nos cuesta menos pagar nuestra vivienda. Y con la rebaja de los tipos de interés, este descenso se acentuará. Con menos obligaciones a finales de mes, el ciudadano podrá consumir más bienes y servicios.
"Los gobiernos y las empresas también se beneficiarán, puesto que les costará menos financiarse y podrán ejecutar más políticas de crecimiento e inversiones, dado que los gastos serán menores", recuerda Ribera, que señala al gremio de la construcción como uno de los grandes favorecidos. Amat, por su parte, apunta al sector industrial como otro agraciado, y añade que las compañías endeudadas también saldrán beneficiadas. "Sin embargo, en Catalunya, las empresas hoy, en general, tienen menos deuda que cuando estalló la crisis de 2008", matiza.
Los bancos, ¿los grandes perdedores?
A priori, los más perjudicados con este cambio de política son los bancos y los depósitos a plazo fijo. Con los tipos de interés más bajos, cae el valor de los préstamos. Pese a ello, Puig no es pesimista. "Es cierto que los bancos han registrado máximos de ingresos con los tipos de interés actuales, pero si proyectan a dos años, también pueden salir los números. Si se estabilizan hasta el 3%, el sector bancario lo hará bien", concluye. Eso sí, cualquier reducción por debajo de dicha cifra puede hacer tambalear a la banca y, por el contrario, catapultar a otros sectores como "el inmobiliario o el eólico".
El experto cree que la clave se encontrará no tanto en la desescalada, sino en el final de trayecto. "En general, el 3% favorece a la economía cíclica porque es la media histórica del tipo", explica Puig. "Para hacer algún cambio sectorial, tendríamos que ir a una rebaja por debajo del 3%, pero ahora mismo no nos interesa porque golpearía al sector servicios, que es el que más está funcionando no solo aquí, sino en todo el mundo", subraya. Curiosamente, este cambio de tendencia es el que ha provocado que territorios del sur de Europa como Catalunya o Grecia hayan pasado a ser la "locomotora" del Viejo Continente y "hayan cogido el relevo de Alemania".
Precisamente, pensando en el equilibrio entre sectores, Puig no cree que el BCE haga cambios drásticos durante su desescalada. "Los bancos centrales no son erráticos, no empiezan a subir y a bajar constantemente, sino que necesitan apuntalar las tendencias", recuerda. Por esta razón, el CEO de GVC Gaesco considera que acabar el 2025 al 3% sería "perfecto" y daría al mercado "mucha solvencia". "Los bancos centrales tienen que ser muy predecibles: si de repente el BCE bajara un 0,5% los tipos en lugar de un 0,25%, la interpretación de las bolsas sería que algo malo está pasando", asegura Puig.
La Reserva Federal, en manos del paro... y de Trump y Harris
Habitualmente, la Fed estadounidense ha marcado el ritmo de la política monetaria. "Con la crisis de 2008, la Fed ya reaccionó al año siguiente, mientras que el BCE no lo hizo hasta 2013", indica Amat. Aun así, este no ha sido el caso con la actual crisis inflacionaria. Los tipos de interés de EE.UU. continúan en el mismo punto que en julio del 2023 y, a pesar de que se espera un primer recorte el próximo miércoles 18 de septiembre, el BCE ya habrá actuado con mucha más celeridad.
El motivo es doble. Por un lado, está el miedo a una recesión económica. En un año, el paro ha subido medio punto en Estados Unidos. A pesar de que todavía se encuentra en un 4,2% (según los datos del pasado mes de agosto), es decir, con casi pleno empleo, esta desaceleración ya ha generado pequeños sustos bursátiles, como el vivido a finales del pasado mes de julio. Todo ello derivó en un clamor por parte de muchos sectores a avanzar la rebaja de tipo de interés, pero la Fed hizo caso omiso. "Al mercado no le gusta la incertidumbre, y por este motivo la Fed ha sido conservadora y va detrás del BCE", analiza Ribera.
Puig espera que la primera rebaja de los tipos de interés de la Fed sea de 0,25% en lugar de su tradicional 0,5% para no asustar a los mercados
Sin embargo, Amat recuerda que "la economía europea está funcionando, en general, con menor crecimiento que la estadounidense", especialmente debido al momento tan delicado que atraviesa Alemania y, por lo tanto, "es lógico que el BCE haya actuado con más rapidez". Un análisis que coincide con el de Puig, que descarta que Estados Unidos esté a punto de adentrarse en una crisis. "Si miramos el PMI de servicios, los resultados son muy positivos, y hablamos de datos muy correlacionados con el PIB", explica. Aun con todo, el economista espera que la primera rebaja de los tipos por parte de la Fed sea de 0,25% en lugar del tradicional 0,5% con el que suele iniciar estos periodos, y así no asustar a los mercados.
El otro factor a valorar son las elecciones presidenciales del próximo 5 de noviembre entre Donald Trump y Kamala Harris. Solo dos días más tarde, la Fed tiene prevista una nueva reunión donde previsiblemente podría aplicarse una segunda rebaja de los tipos. Sin embargo, esto no está confirmado. "Trump es muy proteccionista e inflacionista con sus políticas", avisa Puig. "Si él gana, la Fed seguramente se lo mirará con más calma y puede estudiar que los tipos de interés continúen altos durante algo más de tiempo", prevé. En esta línea, Ribera añade que la cuestión de la inflación y la consiguiente rebaja de los tipos podría "desequilibrar la balanza electoral", aunque los bancos centrales sean independientes del gobierno.
Finales de 2025, fecha clave
A la espera de conocer los tiempos y la reacción de los diferentes indicadores, el objetivo es controlar definitivamente la situación en la recta final de 2025. "Hay que tener en cuenta que la inflación ya la hemos tenido y lo que estamos haciendo actualmente es compararnos con años anteriores", explica Ribera, que remarca que la meta es alcanzar una "inflación sana", entre el 2% y el 3%.
Uno de los primeros síntomas se podría observar en el mercado de valores. "Cuando bajan los tipos de interés, tradicionalmente la bolsa es más atractiva porque hay más inversores que en lugar de invertir en deuda, prefieren hacerlo en acciones de empresas", apunta Amat. Aunque si ya se han descontado estas bajadas hasta final de año, no habría que prever un gran ajetreo en las bolsas mundiales.
Puig: "En un escenario ideal, con la inflación subyacente al 2,5%, los tipos de interés a corto plazo estarían al 3% y los de largo plazo al 5%"
Por eso, el objetivo para expertos como Puig tiene que ser encontrar un "equilibrio estructural". Este no sólo pasa porque "los tipos de interés a corto plazo (3%) sean medio punto superiores a la tasa de inflación subyacente (2,5%)", sino que también guarden una armonía con los bonos a 10 años. "Habitualmente, los tipos a largo plazo tienen que ser un 2% superiores a los de corto plazo para poder mantener los equilibrios", explica el CEO de GVC Gaesco. En este escenario ideal, si los de corto plazo se encuentran en un 3%, los de largo plazo se tendrían que situar en un 5%, pero ahora están muy por debajo de este nivel. "Prácticamente, tenemos una curva de tipo llana o invertida, y esto no es nada sano", lamenta Ribera.
Este hecho se puede traducir en una carencia de confianza en el futuro, puesto que "tendría que ser más arriesgado invertir a 10 años que no a un año y, por lo tanto, tendrías que pagar más", según Puig. Una circunstancia que no se está dando a estas alturas. Con todo, más allá de correcciones de tendencias y de cambios de políticas monetarias, los bancos centrales ya ultiman su jugada maestra para derrotar a la inflación.