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Ciudadanía crítica: clave para combatir la infodemia

Cómo cuestionar la información o las afirmaciones que se absorben en el entorno digital

Ciudadanía crítica: clave para combatir la infodèmia
Ciudadanía crítica: clave para combatir la infodèmia
Cristina Palomo
Directora de Digital Future Society
Barcelona
04 de Junio de 2020

El pasado mes de febrero, el director general de la OMS alertaba que la covid-19  no era simplemente una crisis de salud. "No sólo estamos luchando contra una epidemia, estamos luchando contra una infodemia, donde la desinformación es mucho más rápida y fuerte que el virus", declaró Tedros Adhanom Ghebreyesus. A día de hoy, el virus ya no se está propagando a los ritmos de hace unas semanas, pero en cambio, la propagación de rumores y noticias falsas, no para.

 

Cuando la crisis por el coronavirus estalló, tomando rápidamente una dimensión global, el Instituto para la Sociedad y Tecnología (ITS) de Río de Janeiro y Digital Future Society ya estaban realizando una investigación conjunta sobre cómo combatir la desinformación. Esta misma semana se ha publicado el informe, Cómo combatir la desinformación: Estrategias de empoderament de la ciudadanía digital, donde se expone qué significa desinformación, las consecuencias de la misma y establece las claves para combatirla. En este sentido dotar al ciudadano de más herramientas de participación, que le permitan tomar mayor conciencia, participar en el debate y en la toma de decisiones es fundamental en la era digital. El informe también plantea una serie de recomendaciones dirigidas a los responsables de formulación política sobre cómo encarar la desinformación, tendencia de la que todos, de una manera u otra, parecemos habernos contagiado.

Estamos constantemente sujetos a una escala invisible de recopilación de datos en nuestras vidas digitales. Consumimos contenidos a todas horas sobre la pandemia y la propagación del virus principalmente procedentes de las redes sociales. A título ilustrativo: cada minuto, se envían 41,6 millones de mensajes por Facebook Messenger y WhatsApp; cada día circulan 38 mil millones de mensajes vía Wechat (2017).

 

"A pesar de que la infodemia no conoce fronteras, es un hecho que la desinformación no nos afecta a todos del mismo modo"

Como generadores de mensajes, las instituciones públicas y los líderes mundiales han contribuido a la polarización de la información relacionada con la pandemia. Las conversaciones en linea sobre el coronavirus evolucionan constantemente, en muchas ocasiones alimentando la confusión, el odio y las teorías de conspiración. De hecho, se ha constatado la confluencia de grupos existentes de desinformación a las redes que se está enmascarando bajo la etiqueta de coronavirus. Su influencia no se puede subestimar y es más urgente que nunca crear nuevas dinámicas sociales que permitan a la ciudadanía comprender, desactivar y romper estas cadenas de desinformación.

La pandemia está haciendo todavía más evidente muchas de las desigualdades y problemas sociales ya existentes. A pesar de que la infodemia no conoce fronteras, es un hecho que la desinformación no nos afecta a todos del mismo modo. En esta línea, los analfabetos digitales -aquellos que tienen dificultades para acceder o analizar información clara a través de las plataformas digitales- son los más propensos a la desinformación y, por lo tanto, son los que sufrirán más las consecuencias.

Actualmente estamos presenciando un armamento de desinformación sin precedentes. Necesitamos avanzarnos a este proceso, apoyando y capacitar a aquellos que sufrirán el mayor impacto de esta crisis, brindándoles las herramientas que permitan reducir la brecha digital, la desigualdad y la marginación. Sólo así podremos neutralizar la posición privilegiada que los grupos de desinformación tienen sobre el coronavirus en este momento.

"Tenemos que dotar a la ciudadanía con los recursos suficientes para que pueda cuestionar la información o las afirmaciones que absorbe en el entorno digital"

ITS y Digital Future Society abogan por la necesidad de comprender y actuar sobre la desinformación desde una perspectiva integral. En primer lugar, tenemos que apostar por una cooperación digital global que aglutine a todas las partes interesadas con sus múltiples estrategias. En segundo lugar, tenemos que evitar alimentar la polarización del debate público y de nuestra sociedad. Necesitamos poner en práctica la empatía en nuestras comunidades y darle más peso a la ciencia que al discurso populista. La alfabetización digital y mediática es crucial ante esta crisis, y ahora más que nunca, tenemos que invertir en las soluciones sugeridas en el informe de Digital Future Society, basadas en el enfoque integral, transversal y multi-estratégico.

Finalmente, tenemos que abordar, comprender y actuar sobre cada una de las tres fases de la desinformación: la producción, difusión y consumo del mensaje. Si bien la cadena de producción puede ser más difícil de identificar y orientar, las últimas dos fases pueden ser mitigadas por las acciones de los usuarios como consumidores críticos y conscientes el contenido. Las aplicaciones y los paneles de supervisión para las plataformas de redes sociales pueden ayudar, pero el tecno-solucionismo funcional por si solo no pondrá fin a la desinformación digital. Para lograr una sociedad con auténtico pensamiento crítico tenemos que dotar a la ciudadanía con los recursos suficientes para que pueda cuestionar la información o las afirmaciones que absorbe en el entorno digital, reflexionar sobre las mismas y tomar sus propias conclusiones.