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Interpretando las fluctuaciones del oro y la plata

A pesar de que el oro y la plata son activos menos rentables que la inversión bursátil o la renta fija, ofrecen puntos fuertes para los inversores

En los últimos 50 años el precio del oro ha pasado de 177 a 2.919 dólares la onza  | iStock
En los últimos 50 años el precio del oro ha pasado de 177 a 2.919 dólares la onza | iStock
Jaume Puig | VIA Empresa
CEO y CIO de GVC Gaesco Gestión
Barcelona
23 de Febrero de 2025

El precio del oro cotiza en máximos históricos. Como es bien conocido, el oro no paga ningún cupón, lo que facilita el cálculo de su rentabilidad. En los últimos 50 años su precio ha pasado de 177 a 2.919 dólares la onza (31,1 gramos). Aunque esto supone que se ha multiplicado por 16,5 veces en este período, en términos de rentabilidad anualizada supone solo un 5,8%. Se trata, por tanto, de una rentabilidad más en línea con la que proporciona la renta fija soberana a largo plazo (5,1%), muy inferior a la que proporciona la renta variable (10,3%).

 

La producción mundial de oro es de unas 3.000 toneladas anuales. Aproximadamente el 50% se destina a joyería, con China y la India como principales demandantes. Alrededor de un 10% de la producción se dedica a usos tecnológicos, principalmente en el sector de la electrónica. El 40% restante de la producción se destina a usos inversores, ya sea en forma de lingotes o monedas para inversores particulares o institucionales, que lo suelen considerar como un activo refugio, o bien en forma de reservas de los Bancos Centrales, que lo usan como garantía de sus divisas y como protección ante fluctuaciones económicas globales.

¿Y la plata? Su producción mundial anual es unas diez veces superior a la del oro, unas 30.000 toneladas anuales, si bien la rentabilidad para el inversor ha sido inferior, de un 4,2% anualizado en los últimos 50 años. Los máximos históricos de precio los alcanzó en junio de 2011, en plena euforia de la energía fotovoltaica. La plata, además de ser dúctil y maleable, tiene unas propiedades excepcionales de conductividad eléctrica y térmica, y por ello la mayor parte de su producción mundial se destina a usos tecnológicos e industriales, como los paneles solares. Es, principalmente, un metal industrial, y se considera uno de los metales ganadores de la transición energética.

 

El uso inversor de la plata es inferior al del oro, solo entre un 10% y un 15% de la producción de plata acaba teniendo este uso en forma de lingotes o monedas. Los Bancos Centrales, a diferencia del oro, hacen un uso muy residual de la plata. A pesar del fuerte componente industrial que tiene la plata, su precio tiene una correlación más elevada con el del oro (+0,72, en un rango que va de -1 a +1) que con el cobre (+0,34), que es considerada la materia prima más relacionada con el crecimiento económico. El precio de la plata tiene, por tanto, una fuerte volatilidad histórica, del 29%, muy superior al 16% del oro.

Solo entre un 10% y un 15% de la producción de plata acaba teniendo un uso inversor

Desde el punto de vista inversor, si miramos la rentabilidad asociada al riesgo, y utilizamos para ello el denominado Ratio de Sharpe (rendimiento anualizado del activo menos el rendimiento anualizado del mercado monetario y todo dividido por la volatilidad del activo) para períodos muy largos de tiempo, veremos que la mejor inversión es la bursátil (0,36 de rendimiento excedente por unidad de riesgo), después la renta fija a largo plazo (0,19), después el oro (0,175), y finalmente la plata (0,04). Por lo tanto, para un inversor a largo plazo la plata es la peor opción, seguida del oro, que es la segunda peor. ¿Por qué hablamos de esto, entonces? Porque ambas inversiones están bastante descorrelacionadas con la inversión bursátil. Muy especialmente la evolución del precio del oro (correlación de +0,05), no guarda ninguna relación con la inversión bursátil para períodos largos de tiempo, y la plata, aunque tiene una un poco más (+0,16), tiene una correlación débil. Por lo tanto, ambos son activos menos rentables, pero ofrecen una buena diversificación a un inversor.

El punto fuerte del oro para un inversor son aquellos episodios en los que las bolsas lo hacen muy mal, ya que el oro suele compensar. Por ejemplo, en los tres años de estallido de la burbuja tecnológica, entre marzo de 2000 y marzo de 2003, mientras el Standard & Poor’s (S&P500) americano caía un -36,4%, el oro subía un +20,1%, un 56,5% de diferencia favorable al oro. Durante la crisis inmobiliaria, en los cuatro años que van desde agosto de 2007 hasta agosto de 2011, mientras el S&P500 caía un -9,6%, el oro subió un 171,2%, un 180,8% de diferencia. Igualmente, en los seis primeros meses de la pandemia, entre enero de 2020 y julio de 2020, mientras el S&P500 subía un 2,4%, el oro subía un 23,7%, un 21,2% de diferencia. Esto sin tener en cuenta que en los peores momentos intermedios de estos períodos, el oro aguantó mucho mejor.

Por su rentabilidad asociada al riesgo, la mejor inversión es la bursátil, después la renta fija a largo plazo, después el oro y finalmente la plata

En estos dos últimos años, desde el 31/12/22 hasta ahora, se han registrado unas fuertes subidas tanto del oro (+59%), como de la plata (+38%). Lo han hecho, además, con unas volatilidades similares o incluso ligeramente inferiores a las históricas, un 28,5% la plata, y un 14,3% el oro, nada sospechosas. ¿Podemos interpolar de su comportamiento reciente el surgimiento de alguna problemática nueva futura o la anticipación de alguna crisis? En dos de estos casos que hemos comentado, la pandemia y la crisis inmobiliaria, el oro había subido ya antes de que sucediera nada. En el caso de la burbuja tecnológica no había subido previamente. Si vamos más atrás, a la crisis del petróleo de los años 70, veremos que la subida del precio del oro es también posterior a la problemática, no anterior. Empate a dos, pues.

Por lo tanto, si bien es fácil establecer una relación causa/efecto una vez la problemática ya ha surgido, cuesta mucho encontrarle a la subida del oro un carácter anticipativo de cualquier tipo de crisis. De hecho, lo normal sería que cuando cualquier problemática surgiese, éste subiera, dado que el oro tiene un rendimiento positivo en el tiempo. La respuesta a la pregunta, entonces, es que no.

Más interpretación requiere el hecho de que en el año 2024 el oro lo haya hecho bien, aunque el dólar estadounidense se haya fortalecido también, cuando normalmente tienen una correlación inversa (-0,35), o sea que habitualmente cuando el oro sube el dólar baja y viceversa.

También que lo haya hecho bien el oro, aunque los tipos de interés a largo plazo hayan subido, cuando normalmente tienen también una correlación inversa (-0,21). Una parte se explica por el hecho de que Bancos Centrales como el chino estén comprando fuertemente oro, en lo que es una clara intención de diversificar sus reservas y de reducir la dependencia del dólar estadounidense. Nunca han ocultado los chinos que les gustaría que su divisa, el Yuan, pasara a ser la divisa fuerte de referencia, si más no en la zona asiática, reemplazando al dólar. Este ejemplo es seguido por otros bancos centrales de países emergentes, como la India, por motivos similares, pero también por otros países como Polonia, o la República Checa, que viven la problemática de Ucrania desde más cerca.

Las recientes subidas y oscilaciones del precio del oro y de la plata son un episodio más de la lucha por el liderazgo mundial

Más que la anticipación de una problemática, hay que interpretar las recientes subidas y oscilaciones del precio del oro y de la plata como un episodio más de la lucha por el liderazgo mundial. La clave radica sobre todo en la disputa entre Estados Unidos y China. Si bien el liderazgo estadounidense no peligra a corto plazo, es incierto a largo plazo. El oro constituye un campo de batalla más dentro de esta lucha. Las reservas de oro de Estados Unidos son, ahora mismo, 3,5 veces superiores a las chinas. Veremos en el futuro.