Balfegó, Gestamp, Freixenet, Almirall, Uriach, Codorníu... Son empresas catalanas con presencia en Japón. Fujifilm, Ricoh, Panasonic, Honda, Nissan, Epson... Son compañías japonesas que han invertido en Catalunya. Las relaciones comerciales entre Japón y España vienen de lejos. Hace 400 años hubo el primer contacto serio entre ambos países. Ahora, el comercio sigue una buena tendencia, así como las inversiones japonesas en el Estado. Pero hay una pata de esta relación que está coja: las inversiones españolas –y catalanas– en el país asiático son casi nulas. De hecho, según datos recogidos por el Círculo Empresarial Japón España (CEJE), los flujos de inversión del estado español en Japón entre 2018 y 2019 fueron negativos, mientras que las inversiones catalanas de los últimos cinco años han sido cero. "El problema es que vienen los japoneses y nosotros no vamos", lamenta el presidente de la asociación que promueve el contacto entre empresas de ambos países, Jorge Lasheras.
Por poner en contexto, la media anual del balance de inversiones de Japón a España entre 2016 y 2019 es de 1.054 millones de dólares. Esta cifra representa solo un 1,7% del total de inversiones niponas a la Unión Europea. Si se compara con el peso del PIB español a la UE, del 8,9%, la proporción de inversiones es menor. En el caso de Catalunya, la situación no es muy diferente. En los últimos cinco años ha recibido una media de 713 millones de euros japoneses, hecho que representa un 11% del total del Estado. Pero el peso de Catalunya es de un tercio del PIB español, casi el triple. "Hay un enorme recorrido para atraer más inversión a España", indica Lasheras. Pero todavía hay más para conseguir que empresas catalanas se animen a invertir en Japón.
El stock de capital español en el país en 2018 era de 763 millones de euros. Esto representa un 0,27% del total de stock español fuera de sus fronteras. Entre 2018 y 2019, hubo más desinversiones que inversiones. "La inversión es tan o más importante que el comercio, porque te implantas en el país, estás más arraigado", insiste Lasheras. Desde el Círculo Empresarial Japón España desconocen el motivo por el que cuesta tanto que las compañías catalanas entren en Japón. "No puede ser por temas de lejanía, porque es lo mismo para el resto de Europa, igual que la dificultad del idioma; las empresas no deciden hacer una inversión en Japón porque sean simpáticos, sino por si hay negocio", reflexiona el presidente del CEJE.
Jorge Lasheras (CEJE): "La inversión es tan o más importando que el comercio, porque te implantas en el país, estás más arraigado"
Sea como fuere, las inversiones que hacen las firmas niponas en Catalunya han ido cambiando. Si bien antes la automoción se llevaba el grueso principal de capital –Lasheras recuerda las grandes inversiones de Yamaha, donde trabajó; Honda, Suzuki o Nissan–, ahora los sectores que atraen dinero de Asia se han diversificado. Entre los más activos están el bioquímico, la electrónica, la robótica, la distribución y la logística. Pero Lasheras no vincula a esta tendencia la salida de Nissan de Catalunya, sino a una respuesta concreta de la automovilística: "Si la rentabilidad de una inversión en un país en relación a otro del entorno empieza a decrecer, una multinacional decidirá sacar el capital y llevarlo a otro lugar o dejar de invertir".
Exportaciones de récord
El comercio es otro tema. Las exportaciones españolas en Japón se han doblado en los últimos 10 años, según indica Lasheras, hasta llegar a los 2.725 millones de euros. Si bien las cifras son récord, solo representan un 0,5% de lo que compra Japón en el exterior y un 4,5% de lo que adquiere el país a la UE. Los productos españoles más preciados son la carne, los componentes para vehículos, los productos farmacéuticos y el aceite. En total, hay 7.564 empresas del Estado que venden en el país asiático, de las que 3.090 lo hacen de manera regular, es decir, durante cuatro años seguidos, al menos. "En resumen, hay muchas empresas pero exportan poco", concluye el presidente del CEJE.
La situación catalana es similar. La media de exportaciones entre 2015 y 2019 fue de 840 millones de euros anuales, un 31% del total español y un 1,2% de todas las ventas al extranjero que hace Catalunya. "Exportar un euro a Japón es súper complicado, así que tiene mucho mérito, pero hay mucho camino por recorrer", avisa Lasheras. Asegura que cualquier compañía puede exportar a Japón –sea grande o pequeña–. Lo primero que hay que tener es paciencia: "No puedes enviar el stock que te sobra, sino que tienes que ir, estudiar el mercado, encontrar un socio comercial y tener claro que los primeros años seguramente exportarás poco, porque necesitas generar confianza". Vender tiene ventajas: es el tercer mercado mundial y la clase media es relativamente rica. Eso sí, la calidad que se exige es muy alta, según el exdirectivo de Yamaha.
"Exportar un euro a Japón es súper complicado, así que tiene mucho mérito, pero hay mucho camino por recorrer"
¿Qué le compramos, a Japón? Los vehículos suponen más del 50% de lo que se importa en el estado español desde el país, pero también se adquiere maquinaria y aparatos mecánicos, eléctricos y ópticos. Las importaciones han crecido un 25% en los últimos años –recordemos que las exportaciones lo han hecho un 100%–, y en 2019 llegaron a un valor de 4.356 millones de euros. Así pues, la balanza comercial es negativa para España. "A mí no me preocupa si lo compensamos con la balanza de servicios o de capitales", opina Jorge Lasheras. En Catalunya, las importaciones de productos japoneses han crecido un 19% en los últimos cinco años y alcanzaron los 1.989 millones de euros en el año anterior a la pandemia. Por lo tanto, también hay un déficit comercial. En este caso, el porcentaje del total español es del 45%, gracias a las fábricas de Nissan, una situación que cambiará a finales de 2021.
Desde el CEJE quieren potenciar el intercambio comercial pero, sobre todo, las inversiones entre ambos países. Salir al exterior, tal como se ha estado debatiendo estos días durante la Setmana de la Internacionalització organizada por Acció (la agencia para la competitividad de la empresa de la Generalitat), presenta retos cada vez más diversos. Por un lado, la digitalización facilita ciertos trámites, contactos e información sobre nuevos mercados; por el otro, la competitividad es cada vez mayor. En Japón, hay 2.700 empresas catalanas que exportan y 1.000 que lo hacen repetidamente. Las inversiones son la asignatura pendiente, que se tienen que convertir en viaje de ida y vuelta.