El Índice de Precios de Consumo (IPC) bajó dos décimas en julio en relación al mes anterior, pero disparó su tasa interanual seis décimas, hasta el 10,8%, su nivel más alto desde septiembre de 1984, según los datos avanzados publicados este viernes por el Instituto Nacional de Estadística (INE).
El aumento de la inflación se debe principalmente a la subida de los precios de los alimentos y las bebidas no alcohólicas, la electricidad, y al comportamiento de la ropa y calzado, cuyos precios descienden menos que el año anterior. Pese a la escalada de los últimos meses, en julio destaca en sentido contrario el descenso de los carburantes.
Por otra parte, la tasa de variación anual estimada de la inflación subyacente, que no tiene en cuenta los alimentos no elaborados ni los productos energéticos, también aumentó seis décimas en julio, hasta el 6,1%, la mayor desde enero de 1993. Por lo que respecta a la tasa mensual, en julio se registró una tasa de -0,2% respecto a junio, según el indicador adelantado del IPC. El Índice de Precios de Consumo Armonizado (IPCA), por su parte, creció un 0,8% respecto al més anterior y su variación anual es del 10,8% La variación mensual estimada del IPCA es del –0,5%.
De este modo, la inflación encadena tres meses consecutivos de ascensos en su tasa interanual después de que en abril se moderara 1,5 puntos de golpe, hasta el 8,3%. Después, en mayo, escaló hasta el 8,7% y en junio superó los temidos dos dígitos (10,2%), algo que se vuelve a repetir en julio.
Fuentes del Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital apuntan a que la inflación es un fenómeno global y una de las principales consecuencias de las tensiones geopolíticas, que están produciendo un incremento continuado de los precios de la energía, especialmente del gas, y también de los alimentos.