Jaume Giró es un señor de Badalona con una enorme capacidad de reinventarse y sorprender a todo el mundo, que según dicen, cuando apenas empezaba a trabajar de periodista en la agencia Europa Press ya decía que su objetivo profesional era llegar algún día a presidir una multinacional.
Madrugador, cristiano de base sin afiliación concreta más allá de cierta inclinación franciscana hacia los Caputxins de Sarrià, trabajador y esforzado jugador de tenis, Giró todavía no ha logrado aquel sueño de juventud, pero nadie podrá negar –y menos su antiguo jefe en la agencia, el histórico Salvador Aragonès– que cada día que pasa está más cerca de ello. A menos que consideremos que el hecho de haber sido presidente de Petrocat ya vale de cara a dar por superado aquel reto. ¿Qué le quedaría, pues, por hacer? ¿Ser presidente del Barça? Ha habido un momento en el que, a medio plazo, esta profecía no parecía ningún disparate. ¿Ser presidente de la Generalitat? Su posición de hombre fuerte del Govern de Catalunya no lo coloca muy lejos del hipotético objetivo. Giró es un independiente, un hombre llamado a hacer de puente entre Junts y Esquerra e incluso más allá, por poco que pueda y le dejen hacer.
Un impresionante currículum, teniendo en cuenta que además se trata de un hombre profundamente independiente sin raíces familiares próximas a los círculos de poder
De hecho, y según el parecer de algunos puristas, Giró, nacionalista de primera hora, sería más un soberanista partidario del derecho a decidir y de la independencia que un independentista de pura cepa, que habría ido evolucionando poco a poco. Como tantos otros. Buen amigo del también periodista José Antich y del influyente empresario David Madí, muy conectados con el expresidente Carles Puigdemont, el actual conseller de Economia se presenta en la Wikipedia como un "político, periodista y empresario", a pesar de que sería más adecuado decirlo en orden cronológico, como "periodista, empresario y político". Es decir, una cosa detrás de la otra: primer periodista de agencia, desprendido empresario en la órbita de La Caixa, y ahora político, como conseller de Economia del Govern. Un impresionante currículum, teniendo en cuenta además que se trata de un hombre profundamente independiente sin raíces familiares próximas a los círculos de poder.
Ya se sabe que los periodistas, como los curas, nunca dejan de serlo por mucho que cuelguen los hábitos, pero en este sector profesional no es extraño encontrar casos de buenos periodistas que acaban siendo buenos políticos o buenos empresarios, o las dos cosas a la vez. Es el caso de Giró, que todavía no sabemos si será un político bueno o malo, pero que ya ha probado el pan que se da en tres de los principales iconos del país: La Caixa, el Barça y la Generalitat.
Unos inicios al lado del camino
Su carrera empieza a partir de una licenciatura en Ciencias de la Información cursada en la Universidad de Navarra, donde fue primero de promoción y obtuvo 16 matrículas de honor, seguida en unos cuantos años de distancia por su graduación en Administración y Dirección de Empresas en Esade. Pero trabajador y muy conectado como ha sido siempre, ya pudo hacer sus primeras colaboraciones periodísticas en La Vanguardia y en el Diario de Navarra antes de ingresar como joven promesa del periodismo económico en la sección correspondiente de Europa Press. Era 1987. ¿Universidad de Navarra? ¿Diario de Navarra? ¿Europa Press? Tres entidades con un mismo denominador común por las que empezó a hacer camino un hombre como él, católico de misa de las ocho y media de la mañana en los Caputxins de Sarrià, pero que nunca ha sido miembro de la prelatura.
Tres años después de iniciarse como redactor y jefe de sección de Europa Press, y gracias a la potente agenda que acaba construyéndose todo periodista económico mínimamente espabilado, Giró, con 26 años, se incorporaba como jefe de gabinete en la vieja Catalana de Gas, presidida por el librepensador Pere Duran Farell, que en 1995, cuando tenía 31 años, lo integró en su comité de dirección. Desde entonces, y hasta el año 2019, Giró ha sido siempre miembro en comités ejecutivos de grandes empresas. Allí, a la sombra de Duran y bien acompañado por otros dirigentes de alto nivel intelectual, como el director general, Pere Grau, o el mítico y añorado relaciones públicas August Ferrer, el joven Giró viajó por medio mundo y empezó a crecer bajo la maestría humanista de aquel gran presidente, de quien aprendió las virtudes del liderazgo basado en los valores del conocimiento, la ética y el catalanismo.
¿Dónde está escrito que un buen periodista no pueda ser un buen presidente de empresa?
En aquel momento, Catalana de Gas estaba a punto de absorber Gas Madrid, en una operación bendecida por el Banco Urquijo (nuevamente al lado del camino), el presidente del cual, Juan Lladó, había coincidido años atrás con Pere Duran en el Ministerio del Plan de Desarrolloencabezado por un supernumerario famoso: Laureano López Rodó. Consumada la absorción y cambiado el nombre histórico de Catalana de Gas por el de Gas Natural (actual Naturgy), Giró estuvo 14 años haciendo funciones de jefe de comunicación y director de relaciones externas, hasta que en 2004 fue nombrado director general de comunicación y gabinete de presidencia de Repsol YPF, donde hizo una tarea brillante junto a Antoni Brufau. Con aquel bagaje, fue nombrado tres años después presidente de Petrocat, una empresa que a partir de entonces entró en beneficios después de 11 años de pérdidas, y consejero de Petronor. ¿Dónde está escrito que un buen periodista no pueda ser un buen presidente de empresa?
Hecho a sí mismo
En el año 2009, Giró se integró como director de comunicación al equipo de otro gigante del mundo económico, Isidre Fainé, entonces secundado por Joan Maria Nin, y entre 2014 y 2019 fue director general de la Fundació Bancària la Caixa en sustitución de Jaume Lanaspa. Sin duda, Giró era un hombre hecho a sí mismo, como el propio Fainé, en quien encontró otro maestro de nivel comparable al de Duran Farell que le permitió dar el gran salto cualitativo de su carrera. Fainé y Giró no compartían militancia, ni politica ni religiosa, pero ambos eran hombres hechos a sí mismos que establecieron una relación tal vez paternofilial, cargada de admiración y respeto mutuos que, poco a poco y por diferentes motivos, se fue enfriando. Lo hizo hasta el punto que en mayo de 2019, en ocasión de una celebración familiar, un montón de amigos y conocidos de los dos pudieron constatar que algo se había agrietado entre ellos. Justo es decir que este grupo de "amigos y conocidos" es muy amplio y va desde Javier Godó o Florentino Pérez a Pere Aragonès, Miquel Roca, Artur Mas, José Luis Rodríguez Zapatero o Josep Sánchez-Llibre. La salida, pactada con el argumento de que el plan estratégico de la entidad ya había logrado sus objetivos, fue el mes de diciembre de aquel mismo año.
Amigo incondicional de sus amigos y constructor vocacional de puentes y puntos de encuentro entre personas que piensan diferente, Giró busca siempre el acuerdo y aprende mucho de las personas a las que admira, como Duran Farell, el propio Fainé o el profesor Andreu Mas-Colell, con quien trató con cierta frecuencia cuando era director general de la Fundació la Caixa. Pero a aquellas alturas, Fainé, hombre sabio y sin duda prudente, ya había decidido dedicarse a tareas de cariz más social que financiero, no sin haber equilibrado antes su cúpula directiva con el nombramiento de Antoni Vila, un hombre de la casa, como adjunto a la presidencia y teórico número dos de la entidad. Fue cuando Giró empezó a sentirse un poco incómodo. Sobre todo después de haberse quedado solo en su oposición al traslado de la sede de Criteria y de la Fundació Bancària la Caixa a Mallorca, en una intensa sesión del patronato.
Giró es un hombre de acción que se levanta muy temprano, muy temprano, y que necesita ver progresos tangibles en la agenda para no aburrirse
Era una medida que, como él mismo quiso remarcar, no se había tomado ni bajo la República ni durante la Guerra Civil, ni en ninguna otra circunstancia. Palma no es Madrid ni la fundación es un banco, pero sus argumentos no hicieron mella y la distancia entre presidente y director empezó a hacerse demasiado grande, hasta que "padre" e "hijo" dieron por acabada su relación y el todavía joven Giró fue sustituido por el propio Antoni Vila en la dirección general de la fundación.
Se iniciaba entonces una serie de sorpresas, que siempre han sido la gran especialidad de la casa. La primera fue su iniciativa de fundar una agencia de comunicación, bajo el nombre de Giró Consultants, con despacho en el Passeig de Gràcia y un pequeño abanico de fichajes procedentes del periodismo. Entre ellos, el de Anna Cristeto, exdelegada de Europa Press y exdirectora de El Periódico de Catalunya, como directora, y el de SergiSaborit, exredactor del diario de información económica Expansión, también al lado del camino, como director de The New Barcelona Post, un digital good news que había sido ideado y patrocinado desde Foment, donde su mujer, Ana Aguirre, trabaja desde hace muchos años como directora de comunicación.
Pero montar una agencia con sede en el Passeig de Gràcia es una tarea delicada que pide mucho tiempo y mucha paciencia, y Giró es un hombre de acción que se levanta muy temprano, muy temprano, y que necesita ver progresos tangibles en la agenda para no aburrirse. ¿Y qué mejor dosis diaria de adrenalina que la que proporciona la gestión de una entidad que no solo es más que un club sino que tiene una marca mucho más conocida internacionalmente que el Govern de la Generalitat?
Más que una marca
Giró, barcelonista empedernido, pensó que las elecciones al Barça podían ser una buena salida a sus inquietudes. El reto de reflotar aquella economía de desastre era la ocasión de oro para trabajar en un gran proyecto e, incluso, un gran proyecto de país; o cuanto menos, de la marca más potente y más internacional del país. Era tiempo de elecciones y solo había dos candidatos con posibilidades reales de ser escogidos por la masa social barcelonista.
Víctor Font tenía una candidatura y un equipo de trabajo excelentes. Quizás demasiado. Joan Laporta, gran experto en materia de liderazgo emocional, también tenía equipo, pero el concurso de un hombre fuerte en el mundo de las altas finanzas y las demás instancias de poder de Barcelona y Madrid no era una oportunidad menospreciable a la hora de negociar avales. Hombre intuitivo como es, Laporta le hizo un hueco en lo alto de su candidatura. Y ya se sabe que estas cosas, sobre todo cuando pasan a última hora, siempre crean tensiones.
De forma que finalmente Rafael Yuste, que junto con Alfons Godall, actualmente apartado del mundo del fútbol, es uno de los más fieles amigos de la infancia del presidente Laporta, no sería desplazado de su rango, cosa que no sería muy grave si no fuera porque finalmente Giró descubrió que no todo el mundo avalaría -como él- la fianza mancomunada de 124,6 millones de euros a la Liga de Fútbol Profesional (LFP), necesaria para ser candidatos al cargo. Una fianza que, además, él sería el encargado de gestionar, junto con la refinanciación de la deuda del club, cifrado actualmente en 1.173 millones de euros, de los cuales, 730 son exigibles a corto plazo. La rotura, pactado discretamente, se argumentó en la necesidad de Giró de residir largas temporadas en Londres por motivos profesionales, que todo el mundo identificó como derivados de su nuevo rol como consultor y primer ejecutivo de Giró Consultants.
Giró es un hombre definitivamente comprometido con su nueva etapa de dirigente de un gobierno independentista, que considera la más apasionante, difícil y arriesgada de su vida
Pero todavía faltaba otra sorpresa. De hecho, la gran sorpresa. El 21 de mayo de 2021, el diario Ara avanzaba que Jaume Giró seria el nuevo conseller de Economia, a propuesta de Junts, a pesar de que no sería vicepresidente del Govern, cargo reservado a un militante de Junts. Recordemos que Giró solo milita, apasionadamente, eso sí, al Barça. No hay que decir que la noticia provocó una serie de interpretaciones y análisis más o menos apresuradas e, incluso, malintencionadas. Las peores de todas, las que vinculaban la operación con el pasado apoyo de la Fundació la Caixa a determinadas iniciativas de la órbita independentista. De hecho, como tantas otras docenas y docenas de iniciativas de diferente significación que disfrutan y han disfrutado del apoyo de La Caixa. Concretamente, los medios antiindependentistas no tardaron mucho en explicar que entre 2015 y 2017, la Fundació la Caixa había destinado 250.000 euros al Observatori dels Drets de la Fundació Universitat Pompeu Fabra (UPF), de la que Sànchez era principal responsable.
Pero también sus relaciones con Esquerra eran buenas. Tanto, que se dice que fue el propio Aragonès, con quien había hecho amistad cuando el presidente de la Generalitat era el número dos de Junqueras en el Departament d'Economia i Finances, había sido el primero en tantearlo para el cargo. Y parece que mientras Giró se lo pensaba y Esquerra pensaba que Giró se lo estaba pensando, Junts tomó la iniciativa y después de dos llamadas telefónicas, una desde la prisión y la otra desde Bruselas, consiguieron su fichaje. Jordi Sànchez aparecería públicamente como artífice de una operación que, si bien tuvo su origen en la negativa de Elsa Artadi a abandonar la política municipal e ir a jugársela con un gobierno de equilibrio previsiblemente inestable, tuvo la virtud de dejar a todo el mundo boquiabierto.
Pero todo esto ya es historia. Sobre todo desde el discurso de Giró en la última Reunió del
Es decir, como siempre.