Después de una legislatura marcada por la pandemia, en que las prioridades se reinvirtieron durante dos años, Jaume Saltó quiere recuperar las líneas estratégicas que quedaron aparcadas. Entre estas, destaca la innovación, potenciar la bioeconomia, un ámbito que considera esencial, y la creación de suelo industrial para captar nuevas inversiones de empresas que necesiten parcelas de superficies medianas y grandes.
¿Qué quedó pendiente por hacer de la anterior legislatura que frenó la pandemia?
Es cierto que otras prioridades pasaron por delante, como la puesta en marcha de los ERTE o los créditos ICO, medidas muy acertadas para que las empresas sobrevivieran. Aún así, ahora con el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia se ha demostrado que se está desarrollando con lentitud. Además, a las pymes les cuesta mucho llegar. Son ayudas que no se capitalizan. Esta herramienta es una muestra de un mal que arrastramos en la economía: las pymes no tenemos ni capacidad de acceso ni información para optar a los procesos de contratación pública y a las ayudas.
Desde la misma entidad, ¿qué objetivos se marca?
En esta nueva Cambra, hemos querido rejuvenecer el plenario, con gente joven que aporta visiones diferentes y que representan el futuro. Además, hemos incorporado a seis mujeres, y a pesar de las dificultades, ya que son las empresas que forman parte de la Cambra las que escogen sus representantes, lo que frena la elección. Además, también estoy muy contento por el hecho que, por primera vez, haya entrado a la entidad una empresa referente como la Corporación Alimentaria de Guissona (CAG) o haya vuelto Vall Companys después de 15 años. En este aspecto, creo que hasta ahora estábamos un poco cojos en un sector esencial para Lleida como el agroalimentario y ahora con estas empresas hemos ganado en visibilidad e innovación.
"Las pymes no tenemos ni capacidad de acceso ni información para optar a los procesos de contratación pública y a las ayudas"
¿Y cuáles son los primeros proyectos que establece?
Una de las primeras líneas estratégicas es que queremos crear una comisión de innovación, en la que las pequeñas y grandes empresas y los autónomos estén conectados con los centros de investigación y la universidad. No podemos dejar de lado que la innovación tiene que buscar servicios y productos de proximidad. Se trata de constituir un ecosistema, en el cual los actores empresariales se conozcan y trabajen conjuntamente cuando salga una convocatoria, agilizando así los plazos. Son pasos para acercar el mundo de la empresa y la universidad y que la investigación sea realmente aplicada, más práctica.
¿Qué papel puede jugar la bioeconomia en el desarrollo económico de Lleida?
Tenemos que aprovechar que somos fuertes en el sector agroalimentario. Se ha visto nuestra fortaleza en la producción de porcino o en la de fruta. Es a partir de esta realidad que tenemos que ser capaces de reorientar elementos como las deyecciones ganaderas, analizadas inicialmente como un problema, para convertirlas en subproductos. El mismo proceso lo podemos aplicar en los residuos de la fruta o a la gestión forestal. En esta línea, se ha creado el biohub, que quiere potenciar la valorización de los recursos biológicos renovables y locales excedentes de la actividad productiva del país a partir de infraestructuras existentes, contribuyendo a desarrollar una transformación tecnológica que facilite la producción de bioproductos, biomateriales y bioenergía.
¿Qué se está logrando con el llamado grupo G-10, en el cual están implicado todos los agentes económicos de Lleida?
El G-10, que está formado por Cambra de Comercio de Lleida, la de Tàrrega, la Universitat de Lleida, la Generalitat de Catalunya, la Diputación de Lleida, el Ayuntamiento de Lleida, Pimec, la Coell, CCOO y UGT, es un ejemplo claro de cómo pueden llegar a funcionar las iniciativas empresariales con proyectos compartidos. Es una estructura que intenta replicar el funcionamiento de una empresa privada y utiliza una metodología de trabajo que sirve como modelo a otras instituciones y entidades.
"Uno de los déficits de la economía leridana continúa siendo la industrialización"
¿Qué puede aportar el polígono industrial de Torreblanca-Quatre Pilans¿
Creo que puede ayudar a resolver uno de los problemas que ha arrastrado Lleida en las últimas décadas: la falta de suelo industrial. Esperamos que la construcción y la reparcelación del proyecto ya se adjudique para el año próximo. Este déficit está centrado sobre todo en parcelas con superficies medianas y grandes. Hará que las empresas leridanas crezcan y, a la vez, podamos captar nuevas inversiones, procedentes especialmente de ámbitos como el agroalimentario o el tecnológico. Para facilitarlo, crearemos una oficina de captación. Apostamos por la llegada de firmas sostenibles, vinculadas a la industria 4.0. A pesar de que es cierto que disponemos de un buen punto de partida, con un sector agroalimentario fuerte, acompañado de un récord de las exportaciones, nos hace falta complementarlo con el fomento de una industria que incluya la tecnología y la bioeconomia. Uno de los déficits de la economía leridana continúa siendo la industrialización.
Otra duda recurrente... es ¿qué hacemos con el aeropuerto de Lleida-Alguaire?
Tenemos que apostar definitivamente por los usos industriales del aeropuerto. Actividades como el desguace de aviones, pruebas con nuevos combustibles, los ensayos con drones, todas ellas relacionadas con la industria aeronáutica, tienen que ser los retos. La aspiración tiene que ser convertirnos en el aeropuerto logístico de Catalunya con el objetivo de descongestionar otros aeródromos. Somos conscientes que es un espacio muy comunicado, conectado con la autovía y que puede atraer una industria que, precisamente, busca conectividad. Tenemos que recordar que desde el futuro polígono industrial de Torreblanca hasta el aeropuerto hay una distancia de solo 20 minutos.
¿Todavía queda algún resto del estigma de Lleida como la cenicienta de Catalunya?
Fue una realidad que vivimos con los cierres perimetrales derivados de la Covid-19, en que sufrimos una discriminación fruto de la ignorancia respecto a nuestra realidad. Aunque hoy en día continuamos estando lejos de los poderes de decisión, lo que ha cambiado es nuestra mentalidad. Ahora intentamos captar inversiones, abanderar iniciativas, reivindicar nuestra fortaleza. De aquí surge el lema: Lleida, tierra de oportunidades. La capital leridana es la ciudad de los 15 minutos, un lugar ideal para quién busca calidad de vida y que se encuentra a una hora del mar y de la montaña. Además, ahora cada vez hay menos niebla.