Ingeniero industrial de formación y empresario de profesión, el gerundense JoanVila ya hace media década que ocupa la presidencia de la Comisión de Energía de la patronal de la pequeña y mediana empresa catalana, Pimec. Desde uno de los centros de poder empresarial de Catalunya, combinado con su actividad como CEO de la besaluenca LC Paper, S.A, Vila tiene un punto de vista privilegiado para observar las formas concretas en que la economía y el mundo empresarial se relacionan, en el contexto del sur de Europa, con las causas, las consecuencias y las soluciones de la emergencia climática.
En su último libro, Economia i Canvi Climàtic: Full de ruta cap a la societat Frugal, Vila explora las condiciones de crecimiento de la economía de mercado y cómo estas entran en contradicción, a menudo, con una organización social sostenible. Para hablar de las diversas soluciones, desde el regreso al territorio a la regulación de la especulación financiera - que el autor considera "un cáncer" para el desarrollo humano -, pasando por una comunicación política que traslade a la ciudadanía los riesgos del business as usual, el ingeniero recibe a VIA Empresa en la sede de la patronal en la barcelonesa calle de Viladomat
¿Cuál es su diagnóstico inicial de la crisis climática en relación con la organización económica?
La crisis climática de hecho es el resultado de una economía que llega al final de su ciclo, de un modelo agotado. A partir de la revolución industrial, que es cuando nace la economía moderna, la economía ha aprendido a aumentar la productividad haciendo uso creciente de las materias primeras, sobre todo de la energía (1 litro de petróleo equivale al trabajo de 12 hombres). Y esto ha comportado las emisiones de CO₂ que finalmente son los culpables del efecto invernadero.
A pesar de que durante el libro defiende la necesidad de "mercado e innovación", algunas de las propuestas son profundamente disruptives para la organización de la economía de mercado tal como la conocemos ahora. ¿Cómo se gestiona la tensión entre beneficio y sostenibilidad?
La complejidad del cambio de modelo económico para hacer frente al cambio climático obliga a soluciones disruptivas a todos los niveles. En el ámbito tecnológico es una evidencia que el coche eléctrico aporta mejoras en eficiencia de más del 200% y la bomba de calor del 300%. Pero además habrá que desarrollar gas renovable e hidrógeno para resolver los agujeros renovables para cuando haya suficientes recursos. Producir las cosas con menos recursos implica pérdida de producción, por lo tanto de puestos de trabajo. Por otra parte, es impensable hacer el camino sin las leyes del mercado que son las que conducen a encontrar la eficiencia en el desarrollo de los productos y servicios. Por lo tanto, mercado y disrupción son fundamentales en este proceso.
¿Cómo se logra el crecimiento sostenible? ¿Tiene algún papel el decrecimiento?
En el libro he querido evitar directamente la palabra decrecimiento porque sé que provoca rechazo inmediato. Pero es evidente que una economía que reduce su consumo de energía, que fabrica con más eficiencia, con menos materias primeras, que recicla casi todo el que puede, que elimina aspectos especulativos en la economía financiera, es una economía que decrece. Aun así, una vez haya encontrado su nueva velocidad de crucero, puede ser una economía que crezca ligeramente con actividades que surgen del intelecto, desde actividades culturales y de ocio, así como todo el que se deriva del mundo digital, robótico y de la inteligencia artificial, o las actividades del mundo sanitario y de la enseñanza.
"Una economía que reduce su consumo de energía, que fabrica con más eficiencia, que elimina aspectos especulativos, es una economía que decrece"
La primera revolución industrial supo crear trabajo nuevo después de que desapareciera el trabajo artesano, pero esta vez parece más difícil que sea así, a pesar de que no se puede descartar, entre otras cosas porque la sociedad occidental ha llegado a un nivel de bienestar que le parece suficiente. El camino hay que hacerlo fiscalmente, tasando las materias primeras y despenalizando el valor añadido, el que viene del intelecto.
Habla de regulaciones internacionales, desde las relaciones comerciales a las emisiones de CO₂ y otros gases de efecto invernadero. ¿Ya existen las instituciones que pueden llevar a cabo estas regulaciones? Y si no, ¿cómo tendrían que ser?
Digo claramente que la globalización ha acelerado el cambio climático. La entrada de China en 90 al comercio mundial, convirtiéndose en la fábrica del mundo, con un uso masivo del carbón, ha sido el último fuerte incremento en las emisiones de CO₂. De hecho la globalización ha modificado completamente las economías del mundo, con todos los problemas que esto ha comportado. La burbuja de 2008 se desarrolló en parte porque las economías occidentales habían perdido riqueza por culpa de la deslocalización de mucha producción, quedando la inmobiliaria y la construcción como refugio.
El hecho que las grandes economías ya no sepan crecer sin un endeudamiento continuo, que las inflaciones de los países antes la pandemia no sepan subir, es una muestra que el modelo de la economía mundial no funciona. Vemos continuamente acciones de los bancos centrales para mantener las monedas devaluadas, en una carrera entre ellos. Lo resumo siempre diciendo que la globalización se montó sin poner ningún regulador y esto ha provocado que sus efectos negativos fueran más rápidamente, sin suficiente tiempo para acomodar las economías a los nuevos tiempos. Por lo tanto, hay que mirar otra vez a un pacto cómo el de Bretton Woods y fijarnos en las soluciones que propuso Keynes, y no se aceptaron, que ahora quizás serían útiles. Sin pacto mundial no resolveremos el cambio climático.
Usted defiende que los recursos son limitados, pero hay autores que opinan que el acceso a, por ejemplo, combustibles fósiles, está lejos de acabarse, y que el principal problema es cómo afectan el medio ambiente más que su disponibilidad, ¿Qué opina?
Creo que tienen razón, el petróleo está lejos de ser agotado, y aquí hablamos de emisiones. Pero yo hablo de recursos, no solo de combustibles fósiles. Estos tienen su límite con las emisiones de CO₂. Nadie habla de la pérdida del recurso del agua, que irá a más con el cambio climático. Muy pocos hablan de las dificultades de encontrar ciertos minerales indispensables para la tecnología actual. Es un problema conceptual. El mundo emplea 103 MEUR de recursos minerales y de combustible, fija 23,7 MEUR en construcciones y bienes permanentes, dispersa 67,4 MEUR y solo recicla 9,3 MEUR. Cualquier economista sabe que si un stock de capital se utiliza continuamente por el consumo, llega un día que deja de tener ningún stock y deja consecuentemente de consumir. Solo se puede tomar la parte de stock de capital que se puede renovar si no se quiere perder capital.
"Hay que mirar otra vez a Bretton Woods y fijarnos en las soluciones que propuso Keynes"
En el caso de los recursos naturales, su stock inicial era tan grande que no era necesario ver que un día se podrían agotar, pero hoy ya hemos llegado a este punto y hay que mirarlo. En eltrament, solo reciclar el 9% de los recursos es una muestra de la grave ineficiencia del modelo que ahora tiene la economía, es un barbarismo inmenso. En Catalunya consumimos 295 TWh de energía primaria, que se convierten en 165 TWh porque los ciudadanos hacemos uso. Pero de estos realmente hacemos uso útil 51 TWh, un 17%. La humanidad se ha convertido en una máquina de dispersar recursos, y cualquier economía, solo para decirse economía, no lo puede permitir.
Habla de la economía financiera como una suerte de parásito frente a los beneficios de la economía productiva.
La economía financiera se ha transformado exclusivamente en economía especulativa. tenemos una muestra en estos momentos con las materias primeras desbocades a los mercados internacionales. La especulación ha salido del mundo de las acciones de las empresas para entrar de pleno en el mundo inmobiliario y en las materias primeras. Sus efectos son aumentos de precios hinchados y volatilidades en todos los mercados. Debido a la complejidad del cambio climático necesitamos un sistema financiero que se dirija a fomentar inversiones disruptives y deje de presionar los inputs de los ciudadanos para vivir.
Una de las consecuencias económicas de la crisis climática será que habrá menos ingresos a las familias, por lo cual hace falta que las viviendas, la energía y la comida puedan ser asequibles. Por eso hay que sacar los mecanismos especuladores del sistema. Y esto también implica introducir disrupciones en el sistema financiero para que deje de ser especulativo y sea proactivo con las nuevas inversiones.
Trata también la relevancia de cierto regreso al territorio. ¿Una transición a un modelo más sostenible tiene que descentralizar territorialmente los recursos?
Es la consecuencia de ver cómo el territorio se subleva. Hay que hacer una revisión histórica. Con la revolución industrial las fábricas surgieron junto a los ríos, en Catalunya junto al Llobregat y del Ter. Cuando llegó la red eléctrica estas fábricas se desplazaron hacia la ciudad. De alguna manera lo que se hizo fue expoliar el recurso hidráulico en forma eléctrica para llevarse las fábricas. Esto ha quedado en el imaginario de las comarcas del interior. Ahora nos encontramos con que necesitamos posar parques eólicos y fotovoltaicos en ciertas comarcas con más recursos y sus ciudadanos creen que se vuelve a repetir el proceo.
"La crisis climática disminuirá los ingresos las familias, por lo cual hace falta que las viviendas, la energía y la comida sean asequibles"
Por eso insisto en hacer bandera del concepto de bien común, y en explicar las compensaciones que tienen por estos territorios con la instalación de parques. Ahora bien, mi modelo empresarial va por otro lado, para mostrar que una fábrica posada en un lugar donde tenga espacio para instalar un parque fotovoltaico, una pequeña central turbina-bomba para almacenar la energía diaria, o para gestionar los residuos sólidos urbanos de ciertas comarcas produciendo gas renovable, puede acontecer altamente competitiva. Esto podría generar un movimiento de deslocalización fabril muy interesante para las comarcas con despoblación continua.
"No podemos confiarlo todo en la tecnología porque si la dejamos sola hará lo suyo". ¿Cómo podemos usar las tecnologías para el bien común en un campo como la lucha contra la crisis climática?
La paradoja del economista Jevons explica que en 1865 en Inglaterra se consumió más carbón a medida que las máquinas de vapor iban siendo más eficientes. Esto lo hemos visto con los coches y los aviones: a medida que han sido más eficientes han ido siendo más baratos y los ciudadanos hemos ido más lejos, con más vehículos. La tecnología ayuda a ser más eficiente si ese es su objetivo, pero ahora no lo es. El objetivo que la economía le ha dado en la tecnología es aumentar la productividad del capital y laboral. Y ¿cómo lo hace? Cogiendo más recursos.
Este bucle es fatal y hay que desacoplarlo. Ahora lo que hay que decir a la economía es que el objetivo tiene que ser la utilización de menos recursos para obtener el mismo nivel de vida que tenemos. A partir de aquí tendremos la tecnología en la dirección correcta. ¿No cree que sabremos reciclar el plástico desde el 20 % al 80%?. Si lo hacemos con el papel y con el vidrio, ¿por qué no con el plástico? ¿No cree que bajarán las emisiones de CO2 desde ahora hasta el 2050 en un 70%? La humanidad tiene el conocimiento para resolver estos problemas, el freno es social y cultural.
¿Cómo es la situación en Catalunya? ¿Cuáles son las necesidades concretas que ve en el país en cuanto a la reducción de consumo y emisiones?
Lo veo mal. Catalunya está parada desde hace muchos años, de hecho desde la crisis de 2008. Si hablamos de emisiones, estas son las mismas desde el año 2016, unos 44 millones de toneladas de CO₂. Pero el principal problema es que el país pierde tejido industrial de forma continua, con deslocalizaciones a la Aragón donde hay más facilidades administrativas y de costes para invertir. Y con la penetración de energías renovables pasa el mismo.
La administración de la Generalitat está inmóvil, atrapada en sus mismas leyes y reglamentos que dificultan cualquier tramitación, pero también lo está políticamente porque hay una parte de la ciudadanía catalana que cree que podemos vivir sin tocar nada, que el dinero sale de bajo tierra, que no hay que hacer ningún esfuerzo para vivir, que no hay que transformar ningún territorio porque ya estamos bien con el paisaje que tenemos. Y esto solo se puede rebatir con relato político, con líderes fuertes que ahora no tenemos. Nos hacen falta políticos que digan las cosas por su nombre y dejen de mirar las encuestas de mañana, posando las luces largas. Y ahora no tenemos. También lo tendrían que hacer los empresarios, por cierto. No podemos dejar que se imponga la opinión de los que no tienen una visión global del mundo.
¿Es optimista respecto de la capacidad del país para adaptarse a esta situación?
En Catalunya no soy optimista. En el ámbito español lo soy algo más por el hecho que, por primera vez, la ministra del ramo, Teresa Ribera, es una persona que tiene un nivel de conocimiento y preparación adecuadas al momento, a pesar de que no sé hasta cuándo resistirá los embates de la oposición y del sector energético. A escala europea veo bien la dirección, pero mal la velocidad en la aplicación. Y a escala global me temo que estamos yendo a una guerra fría entre Estados Unidos, Europa y Japón contra China, muy lejos del nuevo pacto Bretton Woods que necesitamos. Hace tiempo que vengo escribiendo que la humanidad no resuelve nunca anticipadamente, que lo hace después de tener un descalabro.