Jordi Herreruela (Sabadell, 1973) estudió informática y telecomunicaciones. Mientras vivía en Mataró entró en contacto con Clap - que era una cooperativa - y participó en el proyecto Casas de la Música, para asumir la dirección del Cruïlla en 2008 para convertirlo en uno de los festivales de referencia en Catalunya. Se declara amante de la Barcelona más creativa y diversa y reivindica desde la fundación Barcelona Music Lab (BML) posicionar a la ciudad condal como el epicentro mundial de la innovación en la industria musical.
Afirma en reiteradas ocasiones que las estructuras globales deberían entender que en la cultura local también existe un gran negocio, como puede ser el Festival Cruïlla. ¿Puede detallarlo más?
La clave de todo es tener un proyecto local con potencia suficiente para competir globalmente. Es decir, no debe ir en contra de la globalización, sino entender que estamos formados de culturas minoritarias en toda Europa y en todo el mundo. Por tanto, evidentemente que se puede hacer negocio. Y el Festival Cruïlla es el gran ejemplo.
Por tanto, ¿cuáles son las claves del éxito del Festival Cruïlla?
Sin lugar a dudas es el festival del verano y se ha convertido en nuestra identidad. De hecho, el Cruïlla es la marca comercial más conocida, mientras que la empresa se llama Barcelona Events Musicals. Todo tiene que ver con tres decisiones estratégicas que tomamos al principio de todo. La primera, poner el foco en el público local, ya que en la ciudad condal ya existía el Primavera Sound y el Sonar que cuentan con numerosa presencia internacional. Muchos nos acusaron de tener gran carencia y con el tiempo hemos demostrado que es nuestra principal virtud. De aquí hemos realizado varios ciclos del Cruïlla, desde otoño a primavera. También incluimos espectáculos de humor y otros fenómenos artísticos.
Herreruela: "Los eventos musicales de Catalunya tienen el mismo nivel que el Mobile World Congress o la Fórmula 1"
Por lo que respecta a la segunda decisión que tomamos, se trata de ser un festival no temático. Un festival diverso, cultural, cosmopolita y cuidadosamente por la cultura local. En realidad, una cruilla es un cruce de calles, es un punto de encuentro. Por lo que respecta a la tercera decisión tiene que ver con la experiencia de usuario. No queríamos ser los mayores, sino los mejores.
El usuario en el centro de todo.
Totalmente. Cuando comprabas un disco hace años era una inversión porque tenías un abanico de oportunidades (sonríe). Luego le escuchabas entero y te convertías en un gran fan del artista, ya que te conocías todas las canciones. Y en realidad los festivales que funcionan son los que se dirigen al público más fan, como música indie, rock independiente, electrónica o reggaeton. Además, a muchos de ellos no les importa tomar un avión, hacer muchos kilómetros en la carretera, dormir en un camping o comer mal. Una experiencia muy incómoda, sinceramente.
En cambio, el Cruïlla es un festival que nace en la época de Spotify, en el que cambia la forma de consumir música. A veces escuchamos listas de la aplicación que nos gustan y que a menudo no sabemos quién es el artista. En estos momentos se escucha mucha música y más variada que nunca. Además, considero que mucha gente escucha música a lo largo de su semana, pero no contempla ir a festivales.
Herreruela: "En la innovación tecnológica y en la sostenibilidad las soluciones no serán individuales, sino colectivas"
¿Y entonces se trata de seducirlos?
Sí. Nosotros visualizamos un festival por la gente que no acude a festivales. Donde la experiencia es buena, donde no debes hacer colas, puedes cenar bien, hay sistemas de pago, los lavabos están limpios, puedes volver en transporte público o taxi a casa y hay comodidad. Y la clave de todo es poner un límite de aforo, que en este caso es de 25.000 personas por día. Otro factor consiste en incorporar la responsabilidad medioambiental como un factor determinante. La programación musical es vital, pero hay otros muchos elementos que giran alrededor de ella y marcan la diferencia. Por tanto, evidentemente que los artistas son importantes, pero también el público que paga las entradas y su experiencia.
Y también habla de descentralizar los festivales.
Hace unos meses pusimos en marcha el Cruïlla DO Terra Alta en Batea, en la comarca de la Terra Alta. Fuera de Barcelona y del Empordà existen entornos maravillosos y espacios únicos que permiten combinar la música con el producto gastronómico.
El Cruïlla es el elemento más mediático, pero ¿también está apostando por otros proyectos?
Recientemente hemos puesto en marcha una agencia de representación de artistas llamada Talent Barcelona y acompañamos a artistas de la talla de Pau Vallvé, La Love You, Nena Daconte y 31 Fam. También apostamos por el humor - como he mencionado anteriormente- en el que hay grandes oportunados con los monólogos de taburete y a pie de micrófono.
Por último, el último proyecto mediático tiene que ver con la apuesta por la fundación Barcelona Music Lab (BML), con muchas caras conocidas. ¿Cómo puede impactar en la industria musical?
Barcelona Music Lab es una fundación creada por cuatro patrones: Genís Roca, presidente de la Fundació.cat; Josep Maria Martorell, director asociado del Barcelona Supercomputing Center; Enric Jové, CEO de la agencia McCann y un servidor. Compartimos la visión de una música como caso de early adopter de cualquier tecnología emergente. Es decir, siempre que aparezca una nueva tecnología, el primer caso de uso es la música. Seguramente es la más universal de todas las actividades que existen, mientras el 90% de la población escucha música con regularidad. De hecho, hay muchísima más gente escuchando música que viendo fútbol.
Herreruela: "Queremos posicionar Barcelona como el epicentro mundial de la innovación en la industria musical"
Últimamente se habla del coche eléctrico, del hidrógeno líquido y del impulso de Catalunya. Hay un liderazgo que no tenemos a ninguna travesía y es el de la creatividad que tenemos en Barcelona o en nuestro país y en el ámbito internacional nos lo destacan mucho. Seré sincero: se visualiza los eventos musicales de Catalunya al mismo nivel del Mobile World Congress o la Fórmula 1. De hecho, las grandes ciudades tienen solo un festival, mientras Barcelona tiene 4. En la innovación tecnológica y en la sostenibilidad las soluciones no serán individuales, las soluciones serán colectivas.
Por último, hemos estado negociando con el gobierno español conseguir una línea de 160 millones de euros en créditos para el sector musical y parece que irá por buen camino. Somos un país con poca tradición en financiar industrias creativas. Por tanto, queremos posicionar Barcelona como el epicentro mundial de la innovación en la industria musical. Son objetivos grandes y ambiciosos, pero valdrá la pena.