Estamos bombardeados con mensajes sobre el coronavirus y quizás hay que parar a pensar un momento. Estas son algunas reflexiones. Desde el punto de vista sanitario, parece que el principal problema está en su alta transmisibilidad y que su mortalidad es superior a la de una gripe normal. Las muertes son siempre injustificables y dolorosas si te tocan de cerca; pero pongámoslas en perspectiva: parece que su incidencia a escala mundial es inferior a los muertos por la hambre. Y esta no crea el ruido del Covid-19. Parece que el efecto novedad, la invisibilidad y la sensación de desprotección facilitan el fenómeno social de aceptación de medidas como que limitemos la libertadde circulación, por ejemplo.
Dicen los entendidos que nos encontramos delante del conocido como un "cisne negro", un acontecimiento altamente improbable que lo trastoca todo. Pensemos un poco en sus efectos económico-empresariales. A corto plazo ha tenido consecuencias coyunturales negativas, como la disminución de los viajes de negocios debido a la anulación de acontecimientos como el Mobile World Congress y Alimentaria; pero además han sido muchas las empresas que han reducido drásticamente los viajes al extranjero de su dirección y comerciales.
En un mundo globalizado con producción just in time, los stocks son muy bajos y la paralización de las fábricas chinas produce un efecto dominó mundial por falta de componentes. También hay, por ejemplo, muchos retailers medianos que tenían deslocalitzada la producción de su marca propia, la única con que tienen margen. El turismo en Semana Santa seguro que nota una buena bajada. También puede haber sectores beneficiados, aparte del farmacéutico y de para-farmacia (mascarillas...), como por ejemplo el online y el de muebles, puesto que al estar la gente más tiempo a casa, aumenta el deseo de mejorar el hogar.
"Si la epidemia remite a corto plazo, la situación probablemente será superable por la mayoría de empresas; pero si se prolonga llegando a verano quizás las consecuencias serán de larga duración"
Si la epidemia remite a corto plazo, la situación probablemente será superable por la mayoría de empresas; pero si se prolonga llegando a verano quizás las consecuencias serán de larga duración. Hay que tener en cuenta que el margen de maniobra monetario y fiscal son exiguos, puesto que los tipos de interés reales ya son negativos y la deuda publica española está por encima del PIB de un año entero. Además, la crisis no es inicialmente de demanda, sino de oferta; si bien en caso de persistir puede mutar a la primera.
Además tenemos que prestar atención a los posibles cambios estructurales. Recomiendan no utilizar dinero físico, puesto que pueden transmitir el virus. Si la población nos acostumbramos a pagar con tarjetas quizás se reduce drásticamente la economía sumergida, que dicen representa alrededor del 25% del PIB, y así compensar la caída de la recaudación fiscal. Las herramientas de teletrabajo y para reuniones virtuales ya existían, pero el aumento de su uso puede acontecer permanente. La deslocalización de fábricas quizás se invierte, ayudada por la vuelta de las barreras de aranceles.
Internamente de cara al pasado quizá hay que analizar si teníamos los planes de contingencia adecuados y cómo han funcionado. De cara al futuro, qué cambios tendremos que hacer teniendo en cuenta que la próxima crisis será diferente. En todo caso, hay que recordar que el ser humano es el único que tropieza dos veces con la misma piedra.