Josep Maria Martorell es director asociado del Barcelona Supercomputing Center, donde estos días trabajan al 200%. Licenciado en Ciencias Físicas por la Universitat de Barcelona y doctor en Ciencias de la Computación por la Universitat Ramon Llull, fue director general de Investigación de la Generalitat durante cinco años. Ahora, más que nunca, reclama la importancia de la tecnología en la sociedad y más todavía cuando llega una pandemia de estas características. Pero le preocupa que esta crisis "vuelva a implicar lo mismo" que la anterior: "Unos daños muy duros para la ciencia " por la carencia de inversiones. "La investigación, si se la cuida un poco y se le da continuidad, da muchos frutos a la sociedad. Y el factor multiplicador es increíble", puntualiza. Una nueva entrevista telefónica realizada en tiempos de coronavirus después de que Martorell protagonizara una charla virtual organizada por el Palau Macaya de la Fundació La Caixa.
¿Qué retos tecnológicos ha puesto de manifiesto la pandemia?
La dependencia tecnológica que tiene Europa respecto a terceros países. De esto ya venimos hablando hace tiempo la gente de la supercomputación. Es muy grave que Europa no tenga soberanía tecnológica. Hoy no hay proveedores industriales europeos competentes como para poder proveer a los científicos y a la industria europea de tecnología de computación a nivel competitivo mundial. Esta pandemia nos demuestra cómo de importante es ser tecnológicamente soberanos como europeos. En un momento en que el mundo se cierra y se tienen que tomar medidas excepcionales, que Europa no pueda mantener su independencia tecnológica es un problema que se pone más que nunca de manifiesto.
¿Europa tendría que ponerse las pilas también con la regulación en este sentido?
Tradicionalmente, Europa ha tenido un enfoque a nivel regulatorio de la tecnología muy flexible. Si necesitamos adquirir tecnología, no priorizaremos la producida en Europa porque somos abiertos y nos gusta el intercambio de talento. Esto ha implicado que otros países consideraban estas tecnologías como estratégicas. Y el hecho de considerarlas estratégicas les ha hecho regular desde un punto más proteccionista, cosa que les ha hecho garantizar tener capacidad propia para autobastecerse de este tipo de tecnología de computación. Esta situación no esperada te hace pensar que es muy importante que Europa garantice la soberanía tecnológica. Sea en situación de crisis o normal, Europa no debería de dependencia de terceros para proveerse de la tecnología más avanzada. Es un reto muy político desde un punto de vista muy europeo.
"Que Europa no pueda mantener su independencia tecnológica es un problema que se pone más que nunca de manifiesto"
Uso de los datos y privacidad. ¿Dónde está el límite?
Este es el otro gran reto que se nos plantea, el de la gestión del equilibrio entre la privacidad de los individuos y el uso de sus datos para el bien colectivo. Como occidentales, siempre hemos considerado que el derecho a la privacidad es muy importante y, por defecto, tenemos que ser muy críticos con que los gobiernos utilicen datos nuestros que pueden atentar contra nuestra privacidad, pero ahora nos hemos dado cuenta de que en una situación de emergencia sanitaria, rebajar esta exigencia les puede permitir una gestión mejor de una crisis como esta. La gestión del mientras tanto no haya una vacuna, sólo se puede gestionar con tecnología. Ahora aparece un nuevo debate: qué pasa cuando esta tecnología toca puntos que considerábamos propiedad de nuestra privacidad.
Se tiene que hacer pedagogía.
Se tiene que explicar muy bien de que estamos hablando. Tenemos que tener en cuenta que estamos en una situación excepcional y vale la pena plantearse medidas excepcionales, temporales y limitadas. Yo siempre digo que está muy bien que controlemos mucho por qué usan nuestros datos, pero, ¿por qué no hacemos el mismo con todas las compañías no europeas que tienen nuestros datos? Y, además, lo hacemos con gusto. Yo estoy encantado de que Amazon me sugiera productos que encajan con mis gustos, que Netflix me diga qué serie me gustará y me guste, y que Google me proponga una búsqueda que se adapta perfectamente a lo que necesito. Me parece fantástico. Yo doy información que las compañías utilizan para mejorar el servicio.
Parece que sólo nos demos cuenta cuando nos dicen que el INE nos sigue a través del móvil.
Ahora tenemos que discutir un nuevo equilibrio con nuestros gobiernos: permitir el acceso a nuestros datos para que ellos puedan gestionar mejor una crisis tan fuerte. Sin decir que sí a todo, ahora es el momento de ser tan generosos con nuestros gobiernos como lo somos, a veces, con compañías tecnológicas. Teniendo en cuenta que a nuestros gobiernos los votamos y que las tecnológicas, muchas veces, ni siquiera tienen una sede en Europa y, por lo tanto, no está al alcance del control ciudadano.
"Tenemos que discutir un nuevo equilibrio con nuestros gobiernos: permitir el acceso a nuestros datos para que ellos puedan gestionar mejor una crisis tan fuerte"
Es importante, pues, abrir el debate cuanto antes mejor.
Tenemos necesidades encima de la mesa que sólo la tecnología puede satisfacer. Casi todo el que se te pueda ocurrir para mejorar los meses que vienen, seguramente es posible gracias a la tecnología. Corresponde a los gobiernos hacer un análisis correcto de riesgos y beneficios. Tenemos que pedir una cierta generosidad a la ciudadanía y los gobiernos tendrán que abrir el debate en las próximas semanas y meses.
¿Cómo damos la credibilidad a la ciudadanía para que confíe en los gobiernos y colabore con ellos?
Seguro que no será fácil, pero los gobiernos han pedido a la ciudadanía confinamiento y sacrificios y su papel, en general, está siendo ejemplar. Somos una ciudadanía muy madura y consciente de la situación en que estamos como para escuchar y debatir todo esto. La reflexión entre el coste y beneficio del uso de la tecnología no la podemos hacer solos. En un contexto como el europeo, no tiene mucho sentido atacar una reflexión de este tipo totalmente aislados del entorno.
En este sentido, ¿qué papel juega Europa?
Cada país enfocará esto de acuerdo con su personalidad y con su situación, pero, seguramente, cuando empezamos a pensar cómo desescalamos de esto, cómo recuperamos la movilidad y la actividad económica, habrá cosas que necesariamente se tendrán que coordinar entre los países. En algún momento se tiene que recuperar el turismo y, si la gente se mueve, se tienen que coordinar. Esta también es una variable diferencial a las otras crisis. La reflexión tiene que ser a nivel europeo para que todo tenga sentido.
¿Tiene límites la tecnología?
Seguro que encontraremos cosas a las cuales todavía no puede dar respuesta porque encontrar una vacuna o un fármaco continúa siendo un proceso que llevará mucho tiempo por mucha tecnología que pongas. Pero esta crisis nos coge en unos momentos en qué muchas tecnologías están en un momento muy florecido. Tenemos suficiente tecnología como para dar una respuesta interesante a las problemáticas a las cuales la sociedad se enfrentará en los próximos meses.
¿Cómo ayudará la tecnología a gestionar la "nueva normalidad"?
Esta no es la primera pandemia, pero sí la primera que tiene una base global. Nos dicen que es de esperar que en las próximas décadas vuelvan a haber casos similares y nos tenemos que preparar. La tecnología nos permite reaccionar mucho más rápido y nos serivrà para evitar la gran mortalidad que ha tenido esta pandemia porque podremos tener sistemas de predicción que evolucionan más rápido. La lección que nos da esta pandemia es que tenemos que tener la tecnología a punto y que, en el aviso de la próxima, la reacción sea mucho más rápida y efectiva.
"La lección que nos da la pandemia es que tenemos que tener la tecnología a punto"
Esta vez, nos ha cogido a todos por sorpresa.
La ciencia y la tecnología estaban, pero ha sido la primera pandemia que ha asaltado masivamente al mundo occidental y se ha convertido en una cosa global. La respuesta podría haber sido más rápida seguramente, por eso tenemos que discutirlo de cara a un futuro. No sé si nos permitirá encontrar una vacuna antes, pero quizás sí que nos puede ayudar a predecir mejor cómo evolucionará a partir de los primeros casos y, por lo tanto, a tomar decisiones que reduzcan la mortalidad y el drama humano.
También adaptarnos desde el punto de vista del teletrabajo porque muchas empresas han visto que no estaban preparadas para hacerlo.
Yo lo veo desde el punto de vista positivo. Ha habido mucha gente que ha podido hacer teletrabajo y esto ha podido salvar muchos lugares de trabajo. Hace 20 años, el impacto económico habría sido mucho más dramático. La pregunta es: ¿cuántas empresas y cuántos trabajadores hace 20 años no habrían podido seguir su actividad como lo han seguido ahora?.
¿Qué rol desarrolla el Barcelona Supercomputing Center?
Entre 560 y 570 de nuestros trabajadores son investigadores y, desde el primer día, tenemos a todo el mundo haciendo teletrabajo y el centro funciona al 200%. Todos vemos que esta situación no puede ser eterna. En la ciencia, el contacto personal y la discusión científica que se produce en un seminario presencial, tiene mucho valor y tiene que seguir pasando.
"La pregunta es: ¿cuántas empresas y cuántos trabajadores hace 20 años no habrían podido seguir su actividad como lo han seguido ahora?"
¿Se mantendrán las relaciones humanas tal y como las conocíamos hasta ahora?
El elemento fundamental que hace que la ciencia avance es la discusión de ideas. Evidentemente, se puede tener online, pero somos seres vivos que estamos acostumbrados a tocarnos. Hay una gran parte del trabajo que la podemos hacer en linea durante meses, pero habrá una parte del trabajo que seguirá siendo presencial. Nosotros trabajamos sobre códigos, software y tecnología, pero hay toda una parte de la ciencia más experimental que no puede teletrabajar.
¿Qué papel tenéis en la covid-19?
Trabajamos en tres grandes ámbitos. Uno es apoyar a toda la investigación biomédica que busca nuevas vacunas y nuevos fármacos. Los cálculos computacionales ayudan a que se acelere. Participamos en estas primeras fases de los fármacos. El segundo gran ámbito es toda la investigación que hacemos con datos clínicos. Ya hay mucha información de pacientes que han salido y que no lo han hecho y ahora ya empieza a ser un buen momento para estudiar qué nos dicen. Todo esto no va enfocado a buscar una vacuna, sino a mejorar el tratamiento del paciente. Y el tercer ámbito es de estudio del impacto social a partir del uso de tecnologías del lenguaje aplicadas a redes sociales y a otras fuentes de información. Tenemos capacidad tecnológica para coger una gran cantidad de tuits y que en poco tiempo te digan cosas que te pueden ser útiles. Además de esto, desde el inicio, hemos abierto el Mare Nosturm a cualquier investigador europeo que necesite potencia computacional por la covid-19. Lo hemos hecho nosotros y todos los otros grandes supercomputadores europeos.
"No hacía falta esta crisis para darnos cuenta, pero ahora se ha puesto más de relieve que nunca cómo de importante es tener investigación biomédica de primer nivel"
¿Estáis recibiendo muchas peticiones?
Muchísimas. Sobre todo son peticiones muy masivas. Cálculos que necesitan ser hechos en muy pocas semanas, la gente está corriendo mucho para llegar a resultados que puedan ser útiles y mucha gente está dejando sus proyectos de lado para ayudar en la covid-19.
¿Qué retos éticos y sociales nos plantea esta situación de cara al futuro?
Hemos aprendido que la inversión en ciencia y tecnología tiene un impacto muy positivo en la sociedad. No hacía falta esta crisis para darnos cuenta, pero ahora se ha puesto más de relieve que nunca cómo de importante es tener investigación biomédica de primer nivel. La ciencia y la tecnología no viven bien en la discontinuidad: si de vez en cuando tenemos años buenos, y otros malos, el resultado es negativo. La inversión en tecnología tiene que ser continuada. Lo que explica que el Barcelona Supercomputing Center esté aquí es, además de la gente que es lo más importante, que los dos gobiernos que participan y llevan 15 años ininterrumpidamente invirtiendo en esto, sin haber rebajado ni un solo euro ningún año. Necesitamos gobiernos que apuesten.