Después de miles de años de escasez y miseria, a partir de 1800 y sobre todo en Europa desde 1950, gran parte de la población comienza a disfrutar de la mejora sustancial de sus condiciones de vida; obtiene un salario más o menos digno; y dispone gratuitamente de numerosos servicios públicos que lo protegen. Más aún, gracias a la revolución digital, las empresas aumentan la productividad, se eleva el progreso y la confortabilidad, se reducen las horas de trabajo y los humanos liberan gran parte de su tiempo para dedicarlo al deporte, a la cultura, al ocio o a la convivencia. Este es el efecto stick: la parte horizontal del palo a ras de tierra que bruscamente se eleva y toma la verticalidad. De los niveles de miseria generalizada, al bienestar de la mayoría.
El gran cambio hacia la sociedad de consumo se produce a medida que la riqueza mundial crece en progresión geométrica. Se dispara la renta per cápita. Se eleva la esperanza de vida y aumenta la población mundial. Se aniquila el analfabetismo. Proliferan mil formas de comercio y se pueden adquirir millones de referencias de todo tipo a precios asequibles, aunque sea a plazos y con descuentos. Los niños y los jóvenes pueden ir gratuitamente a la escuela. La sanidad se universaliza. La obra pública urbana e interurbana facilita la movilidad extrema. Aparecen formatos de ocio, las vacaciones, los espectáculos, los juegos, y numerosas nuevas oportunidades de reuniones e intercambios. Los viajes terminan al alcance de la mayoría... Esta es la sociedad del bienestar en la que participan tres cuartas partes de la sociedad occidental, el colectivo referente, las clases medias.
El gran cambio hacia la sociedad de consumo se produce a medida que la riqueza mundial crece en progresión geométrica
Pero aquella Arcadia feliz que se presumía después de la Segunda Guerra Mundial y avanzaba a marchas forzadas resultó escasa. Tambaleante. Está descabalgada de su poder; en la mayoría de los casos, sin ser consciente de ello. Ahora, en la segunda década del milenio, aquel modelo de sociedad europea se está desmoronando. La crisis de 2008, mal gestionada, y la de la Covid en 2020, algo mejor, precipitan el descarrilamiento. Lo que se había construido con tanto cuidado termina: el stick contiene tantos elementos positivos como gérmenes que atentan contra la aceleración económica y social obtenida. Tres en concreto.
Ansiedad e inseguridad
El primer foco de los gérmenes nocivos es la inflación. Si entre los cincuenta y los ochenta se compatibilizaba bastante con los ingresos salariales, a partir de finales del siglo XX se evidencia que la supera con creces abriendo una brecha enorme; los grandes esfuerzos de las técnicas de bajo coste aplicadas en los últimos veinte años permiten mantener el sobreconsumo de la población, pero no la tranquilidad y la alegría consumista de los años anteriores. La sobreproducción mantiene el consumismo, pero el poder adquisitivo se resiente, provocando una mayor ansiedad e inseguridad en la población.
El segundo foco de los gérmenes nocivos es el cambio climático. De hecho, el símil del utensilio utilizado en el servicio del juego sobre patines, hielo, sala o hierba lo tomamos del Hockey Stick Grow cuando en 1998 Michael Mann, Raymond S. Bradley y Malcom Hughes firman un artículo en la revista Nature en el que demuestran que la evolución del clima en los últimos siglos ha modificado sustancialmente la temperatura del planeta. Se ha disparado en las últimas décadas a consecuencia de las concentraciones de gases de efecto invernadero, las irradiaciones solares y los aerosoles volcánicos. A pesar de que los primeros negacionistas intentaron desmentir los estudios, quedó patente que el modelo industrial desarrollado influye enormemente en el deterioro medioambiental.
A pesar de que los primeros negacionistas intentaron desmentir los estudios, quedó patente que el modelo industrial desarrollado influye enormemente en el deterioro medioambiental
En los últimos veinte años, ha crecido el número de negacionistas, pero la ciencia ha acabado aclarando y midiendo el impacto sobre la naturaleza del actual modelo de desarrollo; las Naciones Unidas y muchos gobiernos han impulsado la creación de instrumentos de reducción y control del cambio climático. Probablemente, ya no sirven cumbres discursivas como la del clima que se celebra estos días en Uzbekistán y se debe pasar cuanto antes a la implementación de las acciones; es sintomática la crítica al modelo de COP, aún más cuando la del año pasado en Dubái y la de este año se celebran en países petroleros francamente interesados en que se perpetúen los combustibles fósiles como el petróleo. Por otra parte, la DANA de Valencia demuestra cómo los negacionistas se sacuden las pulgas de encima afirmando que estos movimientos de la naturaleza son un episodio y no una secuencia.
Empobrecimiento de las clases medias y de las pymes
Y el tercer foco de los gérmenes nocivos es de las desigualdades. Si la consolidación de las clases medias hizo posible que tres cuartas partes o más de las poblaciones europeas vivieran en condiciones favorables, su empobrecimiento produce el deslizamiento de las altas a las medias y de las medias a las bajas, asimilándolas a los más pobres, aumentando las desigualdades. La digitalización hace estragos en muchas profesiones y las pymes tienen graves dificultades para adquirir la dimensión empresarial necesaria para competir en el nuevo entorno.
La digitalización hace estragos en muchas profesiones y las pymes tienen graves dificultades para adquirir la dimensión empresarial necesaria para competir en el nuevo entorno
Aparece una sociedad cada vez más polarizada: un grupo reducido, pero creciente de ricos y superricos; una masa por debajo del umbral de la pobreza que significa entre el 25 y el 30% de la población; y el resto, las clases medias, con tramos muy empobrecidos, entre las cuales se disipan los valores que las había cohesionado: el bienestar, el progreso, la mejora colectiva, la integración dentro de un marco social estable. Huyendo de este ecosistema, muchos de sus componentes buscan salvadores mesiánicos, culpan a la estructura democrática de sus males, y un porcentaje destacado pierde el norte amparando teorías que niegan los hechos y la evidencia científica, abogando por la desestructuración social y la reconstrucción bajo bases autocráticas. Las redes sociales son un testigo, una tierra de conquista y un banco de pruebas.
Los tres focos mencionados están generando el deterioro de la convivencia. El escenario actual es el de una lucha encarnizada entre los que quieren salvar el modelo de desarrollo económico y social solidario adquirido aplicando cuanto antes soluciones para erradicar los gérmenes nocivos generados, y los que minimizan los aspectos negativos y desean implantar otros formatos de convivencia autoritarios y regresivos. En las guerras muy a menudo se hace difícil saber dónde se encuentra la frontera, pero la línea recta que estos últimos han trazado desde Valencia a Bruselas para entorpecer que la UE avance dentro de los criterios fundacionales implantados por los liberales, los democristianos y los socialdemócratas facilita enormemente saber de qué lado se sitúa cada uno. Tal vez dirán que este es un programa de mínimos y tienen toda la razón, pero, con poca capacidad de dibujar matices, esta es la situación en la que nos encontramos.