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La crisis disruptiva: Holanda vs España

La imposición de la mascarilla es sólo una de las diferencias entre los dos países europeos que se han enfrentado a la pandemia desde situaciones económicas diferentes y con un futuro distante

Advertencia en la pantalla digital en un parco público en Amsterdam | iStock
Advertencia en la pantalla digital en un parco público en Amsterdam | iStock
Breda (Países Bajos)
19 de Agosto de 2020

Hace unos cuatro meses, describí como los Países Bajos había decidido actuar para hacer frente a la crisis del coronavirus. Sin confinamiento extremo, sin mascarillas obligatorias, excepto en el transporte público, sin castigar a los niños y sin arruinar la economía. Después de cinco meses y a las puertas de un nuevo año académico y empresarial, para mí el año siempre ha empezado en septiembre, es interesante ver cuáles son los resultados de las políticas implantadas por el gobierno de Rutte.

 

De entrada hay que recordar que en todo momento hemos querido evitar la histeria colectiva y el miedo que una mala interpretación de los números en este tipo de situación puede llegar a generar. Por eso, todas las medidas que se han tomado se han basado siempre en información científica contrastada, en estudios propios u otros países, mirando y analizando las acciones que se estaban aplicando fuera y sus resultados. El organismo oficial que gestiona estas situaciones, el RIVM (Rijksinstituut voor Volksgezondheid en Milieu – Instituto de salud y medio-ambiente) está formado por un equipo de expertos internos y externo de diferentes disciplinas médicas y científicas consensuando y contrastando cada una de las informaciones antes de proponerlas.

Contrariamente a lo que se ha hecho en España y en Catalunya, cualquier duda sobre la eficacia de una medida, la invalida y no se aplica. Así ha pasado con los niños, donde un estudio hecho tanto en los Países Bajos como en otros países nórdicos, indicaban que no existía ninguna prueba que relacionara los niños con el contagio y por lo tanto, a pesar de que en un primer momento se habían cerrado las escuelas como medida de prevención, los niños tenían total libertad para salir a la calle, en los parques, jugar o bañarse en los ríos. No era extraño encontrarse grupos de niños jugando a fútbol en cualquier parque. Además, desde el inicio, se animaba enérgicamente a las personas a salir, pasear, mantener el contacto social dentro de la famosa regla del 1,5 m. Las tiendas han empezado a implementar sistemas propios de control del aforo, limitando el número de personas en función del espacio. Una de las iniciativas de los supermercados ha sido crear un sistema de entrega de carros que son limpiados y desinfectados. También se han instalado mamparas de plástico transparentes entre clientes y cajeras. Lo que nunca se ha impuesto es el uso de cualquier mascarilla ni a cajeras, ni a dependientas, ni a trabajadores. Poder ver el rostro, la sonrisa o la persona que habla siempre ha sido un elemento importante que evitaba perder el contacto visual y social tan importante en la sociedad neerlandesa.

 

El otro elemento que ha impedido el uso obligatorio de la mascarilla es que los estudios realizado por el RIVM han demostrado que la mascarilla no evita contagios y que su uso favorece la aparición otras enfermedades respiratorias, dejando a la conciencia de cada cual su uso de manera voluntaria. El resultado es evidente: menos del 1% de la población lo utiliza mientras que el resto sigue haciendo vida normal.

"Las tiendas han empezado a implementar sistemas propios de control del aforo, limitando el número de personas en función del espacio y han creado un sistema de entrega de carros que son limpiados y desinfectados"

En los Países Bajos la educación y la formación son uno de los ejes prioritarios. Basándose en estudios científicos contrastados de que los niños no son un elemento de propagación del virus, las escuelas primarias han sido las primeras en volver a abrir al 11 de mayo hasta el 10 de julio, fecha de inicio de las vacaciones de verano. A partir del 17 de agosto a la mitad norte y el 24 en el resto, empieza el año escolar y todas las escuelas primarias volverán a abrir de manera normal, sin restricciones y sin medidas excepcionales. En Secundaria la única regla será mantener el 1.5 m entre alumnas y profesores y en las universidades donde se plantea incrementar las horas presenciales en un tiempo más corto del previsto.

Los últimos estudios del RIVM indican que los niños hasta dieciocho años sólo representan el 1,3% de los infectados, a pesar de ser el 21% de la población. Sólo el 0,6% han sido ingresados y no se conoce ningún caso de menores muertos por el Covid-19. Este estudio no es exclusivo de los Países Bajos: la mayoría de países de la UE presentan los mismos ratios haciendo todavía más incomprensible el tratamiento de la información y el uso partidista que se hace para aplicar medidas coercitivas que afectarán psicológicamente a estos niños y que hipotecarán el futuro de muchos de ellos.

La última semana de julio estuve en Catalunya visitando familia, amigos, clientes y proveedores. El uso indiscriminado de la mascarilla es una aberración para alguien que, como yo, vive en los Países Bajos. Me he sentido especialmente afectado al ver a niños enmascarados, con miedo en los ojos, miedo a jugar, miedo a salir a la calle, miedo a todo. Al inicio del confinamiento español y catalán escribí un artículo avisando que las consecuencias psicológicas sobre las personas y los niños serían incalculables. Lo he podido comprobar.

La información y su tratamiento

Un aspecto que también ha marcado la gestión de la crisis es el tratamiento de la información tanto en los medios audiovisuales como en la prensa neerlandesa. Cuando explico las medidas que se han aplicado en los Países Bajos siempre tengo la misma respuesta que centrada en el comportamiento cívico y obediente de los neerlandeses, de ser una sociedad fría y distando contrapuesta al carácter mediterráneo, latín, más informales hasta el punto de justificar la imposición de medidas drásticas. Es el tópico más absurdo y más recurrente y que no tiene nada que ver con la realidad. Ni son fríos, ni son distantes ni son obedientes. Al contrario. El contacto social, el networking, el barrio, son aspectos que ocupan un lugar privilegiado en sus prioridades que Rutte siempre ha evitado castrar. Porque las normas se apliquen, el neerlandés necesita que las reglas sean sencillas, claras, justificadas, limitadas en el tiempo y sobre todo que quede demostrada su eficacia. Si no es así, no se cumplirán y se combatirán hasta cambiarlas. Una actitud muy opuesta a la manera mediterránea resumida en la frase "hecha la ley, hecha la trampa".

Es por eso que la mayoría de las tertulias que diariamente llenan los canales de televisión en prime time siempre han contado con miembros del Gobierno, del RIVM, pero también con médicos, científicos, viròlegs muy a menudo detractores de las versiones oficiales sobre este virus. Es envidiable esta capacidad de la sociedad holandesa para incorporar a los debates personas con puntos de vista diferentes, sin que esto desemboque en insultos, en gritos y en descalificaciones personales, de la "conmigo o contra mí" tan de moda en las televisiones españolas y catalanas. Nadie es tratado de terraplanista, de conspiracionista o de inconsciente para pensar diferentes. De este modo, todos hemos tenido acceso a una información contrastada y debatida.

Últimamente han surgido voces en Amsterdam y a Rotterdam para pedir el uso de la mascarilla en la vía pública de algunas calles muy concurridas de la ciudad, a pesar de que el Gobierno ha insistido que no impondrá en ningún momento su uso obligatorio. La solución ha sido otorgar poderes a los alcaldes de estas ciudades y dejar que se enfrenten con sus ciudadanos. Cómo era de esperar el incumplimiento sistemático de la medida se ha hecho viral porque es absurda.

Me han sorprendido mucho estos días en Catalunya, que siempre pretende reflejarse con la Europa democrática y abierta, ver como los telediarios y los debates son monólogos monocolores, adoctrinamiento y noticias morbosas y sensacionalistas, donde las voces en contra han sido silenciadas, impidiendo que las personas puedan contrastar ideas, dudar de la versión oficial o aceptarla y obtener puntos de vista diferentes. En anteriores artículos he explicado que los neerlandeses son personas directas, que dicen lo que piensan, sin rodeos y sin que esto represente ningún problema, ni conflicto. Y esto se nota en los programas de televisión. Que un político pretenda venir a un programa de televisión holandés y se niegue a contestar a todas las preguntas, que nunca son pactadas y que son directas y penetrantes tanto de los periodistas, pero también de los otros invitados, sería impensable y acabaría con su carrera política. También es evidente que los controles parlamentarios diarios de los informes del RIVM han jugado un papel importante para evitar imponer decisiones absurdas. Que el Parlamento cuente con más de 16 partidos y que ninguno nunca podrá tener mayoría absoluta es la mejor garantía democrática que un país puede tener.

En el aspecto económico, no haber parado el país, haber trabajado para mantener un nivel de actividad alto, ampliando y facilitando aún más el teletrabajo, a pesar de que en los Países Bajos esta manera de trabajar hace años que funciona, ha permitido mantener y aplicar políticas de subvenciones a fondo perdidos, de ayudas a las pymes y a los autónomos, a las familias que han minimizado la bajada de ingresos de muchos neerlandeses. Los Países Bajos es un país de empresarios y de emprendedores.

Todos aquí tenemos muy clara la importancia del tejido empresariales en el progreso de un país y por eso, mantener vivos el máximo de negocios ha sido una de las tareas más importante del Gobierno. Los autónomos han recibido, por simple hecho de ser autónomos, una primera subvención a fondo perdidos, de 1.503 euros al más durante los tres primeros meses de la crisis (abril a junio). Esta subvención se ha visto ampliada hasta septiembre y no tributará en el IRPF del 2020. También las devoluciones del IVA han sido más rapides, pasando de las tres semanas habituales, a recibir la transferencia en un plazo de siete días. También el Estado se ha hecho cargo de la prima de seguro médica hasta que el beneficiario informe que ya no necesita esta ayuda.

Aplazamiento de los impuestos de mínimo tres meses, compensación a fondo perdido empresas que tengan locales, trabajadores, hasta 50.000 €, son algunas de las medidas que se han aplicado, para mirar de minimizar los efectos de la crisis de la COVID-19. Pero todas estas medidas no son gratis, y han hecho aumentar el déficit público y la deuda que ha pasado del 48% hasta el 60%. Esta situación que sería maravillosa para un país como España o Cataluña, porque daría margen para seguir endeudándose, no gusta nada a los neerlandeses que están pensando en las medidas a medio plazo, para volver cuanto antes mejor al 42-45% inicial y que no será incrementando de los impuestos.

"Los autónomos han recibido, por simple hecho de ser autónomos, una primera subvención a fondo perdidos, de 1.503 euros al más durante los tres primeros meses de la crisis"

El papel de los Países Bajos en las negociaciones que hace unas semanas se han producido para fijar el paquete de ayudas europeas tiene mucho que ver con esta manera de enfrentarse a los problemas, analizándolos, relativizándolos para finalmente, aplicar soluciones las menos traumáticas posibles, que apelan siempre a la responsabilidad individual y colectiva. La negativa de los cinco países, denominados frugales y encabezado por Nederland, no es gratuita. Yo soy consultor en Margin Management y miembro de la MKB, asociación de empresarios muy potente. Hablando con muchos empresarios holandeses, algunos con negocios en Catalunya, ninguno ha entendido nunca porque un país como España, con los problemas económicos latentes que estaban a punto de explotar, había perdido la cabeza optando para parar abruptamente su economía, llevando el país hacia la bancarrota. Algunas voces muy críticas avalan la teoría que esta maniobra de España, pero también de Italia y de Francia, sólo pretendía forzar Europa a aceptar el enorme paquete de ayudas sin condiciones. Si es así, les ha salido el tiro por la culata. Es evidente que los tres países que han aplicado un cierre total son los más castigados económicamente.

En la misma línea, tampoco se entiende porque España ha dejado escapar la temporada turística que podía aportar un respiro para muchas empresas, apostando para generar información de pánico infundado, obsesionándose para contar infectados a pesar de que el número de muertos no dejaba de bajar, amenazando con nuevos cierres, imponiendo medidas de coacción y multas que ningún otra país aplica. Muchos holandeses, amantes del camping y de la caravana, han preferido quedarse y hacer turismo nacional en lugar de viajar a un país con mascarilla o multa.

"Algunas voces muy críticas avalan la teoría que esta maniobra de España de parar la economía sólo pretendía forzar Europa a aceptar el enorme paquete de ayudas sin condiciones"

El PIB de los Países Bajos, de momento se sitúa en un 6% de caída, un 60% de la deuda y un paro que ha subido al 4%, puede esperar una recuperación rapida de su economía. España, con una bajada del PIB que puede llegar al 25% y una deuda del 150% del PIB, tiene un futuro a corto plazo poco positivo. Si añadimos el cierre de una de cada tres pymes, según la PIMEC, la pérdida de puestos de trabajo con ERTOS que se convertirán en definitivos y que hará aumentar el paro hasta el 25% de la población, los números son muy preocupantes para un país sin recursos y poca capacidad de generarlos después de la pérdida de tejido empresarial.

España no ha hecho los deberes y ahora sufrirá las consecuencias. Pero esta crisis no es normal. Es disruptiva. La salida requiere enormes esfuerzos que sólo una población fuerte, con una moral muy alta y una enorme dosis de optimismo, podrán sacar adelante. Y por ahora, la moral de la población está por tierra, con más sombras que luces, con una clase política enfocada al corto plazo, dedicados a hacer programas electorales en lugar de hacer proyectos de país, con gobiernos incapaces de asumir errores, de corregir decisiones, de copiar los éxitos de fuera para volver a empezar, rodearse de muchos expertos de diferentes disciplinas, con la cabeza fría y serena, para escoger líderes capaces de arrastrar positivamente la gente en este enorme reto de construir un futuro mejor a la próxima generación.

Los Países Bajos no son perfectos. Pero funcionan y funcionan muy bien. Los rankings la sitúan siempre entre los diez primeros del mundo, en aspectos económicos, competitividad, educativo, innovación, sanidad, político y de gobierno con una población que tiene en su ADN asumidas responsabilidades personales, colectivas y que quieren que el Gobierno que han elegido se explique, sea transparente y elimine sin miramientos la corrupción que nunca se considera un mal menor. Si funciona, por algún motivo será.

Escribo sobre este país porque aquí vivo voluntariamente, porque estoy a gusto. Pero también lo hago porque creo que Catalunya, más que España, se podría reflejar. Porque espero poner mi granito de arena ayudando a abrir los ojos y la mente sobre una manera de hacer sencilla, directa, con resultados extraordinarios. Un país del cual Catalunya podría aprender mucho, pero que cada día tengo muchas dudas si está dispuesta a hacerlo.