La actualidad económica de esta semana ha quedado relegada a un segundo plan por la fuerte intensidad política marcada por la Fiesta Nacional de Cataluña, la dimisión de la ministra de sanidad, Carmen Montón, y la presión sobre Pedro Sánchez, Pablo Casado y Albert Rivera, que han sido acusados de falsear su currículum y/o de obtener títulos académicos de forma fraudulenta. La evolución del IPC ha sido el principal dato publicado esta semana.
Desaceleración no quiere decir crisis
La desaceleración de la economía española por fin ha llegado a la prensa a pesar de que los signos evidentes ya hace tiempos que son muy visibles. El cierto, pero, es que esta desaceleración será pequeña, a pesar de que la Airef publicó la semana pasada que su estimación del crecimiento del PIB por este 2018 será del 2,5% -INE tiene un 3% pero es más antigua-. La economía catalana crecerá este año por encima de la española -o al mismo ritmo en el peor de los escenarios-. A pesar de que la guerra comercial y el precio del petróleo son dos elementos que pueden impactar profundamente los próximos meses.
La tasa de inflación mensual ha sido del 0,2% -2,2% en términos anuales y 0,9% desde principio de año-. A pesar de que la tasa de inflación es bastante estable, hay dos epígrafes que destacan por encima del resto: transportes y vivienda. Por un lado, el precio del transporte han aumentado un 5,4% en términos anuales; cosa esperable debido a la subida del precio del petróleo -y por lo tanto de los carburantes- y a los máximos históricos que está experimentando el precio de la electricidad. En un mercado tan regulado e intervenido cómo es el transporte se hace difícil entender como resulta tan difícil estabilizar el coste del transporte, pero ve por donde que en la misma intervención encontramos la dificultad, y es que como bien sabemos los economistas, la carencia de competencia siempre nos aboca a niveles de precios elevados.
La vivienda también hace una fuerte contribución al aumento de la tasa de inflación, puesto que ha aumentado un 0,5% respecto del mes anterior y un 4,3% respecto del año anterior (este epígrafe no incluye alquiler de vivienda) mientras que este año el aumento del precio de la vivienda es de un 2%.
Las compraventas de vivienda siguen su recuperación y este mes han vuelto a subir después de dos meses de caídas, señalando que la desaceleración catalana podría ser menor de la esperada. En este sentido, hay un poco de paranoia al respeto, puesto que por algún motivo se está asociando desaceleración -crecimiento con menos fuerza- con crisis económica, cosa del todo improbable a estas alturas.
Indepes desorientados
En términos políticos, la Fiesta nacional catalana del pasado once de septiembre ha supuesto otro hito notable del independentismo, que vuelve a superarse a si mismo un año más. A pesar de que el entorno mediático y político está muy centrado en los presos políticos, los lazos amarillos y el diálogo, el cierto es que en la Fiesta la estelada fue la protagonista indiscutible del día, cosa que implica una enmienda importante a la estrategia política del bloque independentista. El momento más extraño de la jornada se vivió con el aclamado discurso del abogado de Clara Ponsatí, Aamer Anwar. El nivel de oratoria del Rector de la Universidad de Glasgow contrastó con el de las personalidades independentistas que tomaron parte en el acto organizado por el ANC y que se puede calificar de tercera regional. Sin duda, la dificultad de hacer un discurso en un día como este explica todas las dificultades del independentismo para transmitir solidez y credibilidad, ya sea a sus electores o al exterior. Algunos quizás tendrían que plantearse que si un discurso tiene como reacción la incredulidad, el aburrimiento o la vergüenza ajena, quizás el mejor es dejarlo correr. Pero no parece, desde partidos y entidades, que exista ninguna preocupación por este tema.
"La insistencia del sistema político al erosionar lo proyecto independentista un día después de la Fiesta muestra abiertamente las vergüenzas del país"
Prueba del desconcierto existente es la polémica del día siguiente de la Fiesta, cuando el PDEcat, de la mano de Carles Campuzano, tuvo que retirar una moción -después de una rectificación pública de Esquerra- debido a la polémica generada a las redes sobre el compromiso a dialogar dentro de la ley. Más allá que el compromiso con el diálogo no es algo que se demuestre votando una moción, la insistencia del sistema político al erosionar lo proyecto independentista un día después de la Fiesta muestra abiertamente las vergüenzas del país, a pesar de que no es descartable que Jordi Xuclà y Campuzano estén haciendo política de tierra quemada con Carles Puigdemont.
Másteres y mentiras
España vive también momentos difíciles. Si unos días antes de la Fiesta el servicio de exteriores alemanes insistió en la necesidad de resolver este conflicto, la dimisión de la ministra Montón después de que eldiario.es publicara que había obtenido un máster de forma irregular demuestra que la credibilidad y el prestigio de Sánchez se puede acabar rápidamente. A pesar de que los socialistas han utilizado la dimisión para presionar Casado, la ABC publicó un reportaje sobre la tesis de Sánchez que, a la vez, ha amenazado de querellarse. De rechazo también ha recibido Albert Rivera, quien ha borrado títulos académicos de su currículum -al menos si tomamos el que había publicado en el web de su partido-. El sistema político español está inmerso en una crisis de Estado de caballo que afecta desde la Monarquía hasta todo y cada uno de los partidos del régimen del 78. Para rematar la cosa la Eurodiputada que firmó el informe que ha acabado con la aplicación del artículo 7 en Hungría ha declarado que en España hay presos políticos -en referencia a políticos y activistas independentistas- y que otros Estados al margen de Hungría están bajo el radar del Artículo 7.
No es nada claro como puede acabar todo este asunto de los títulos académicos que afectan cargos electos españoles, pero en términos de credibilidad podría afectar gravemente todo el proceso penal que afrontan los presos políticos los próximos meses. A la vez, los exiliados preparan pacientemente el contraataque legal a gran escala. Por último, todo apunta que se producirán movilizaciones masivas de forma habitual a partir de las próximas semanas. Todos los elementos apuntan hacia otra crisis de gran magnitud al Estado español, sin que este demuestre ninguna capacidad no ya de resolver sino de afrontar ningún tipo de crisis. Quizás va siendo hora que en España alguien entienda que no se puede jugar con fuego continuamente sin quemarse.