La reforma fiscal se aprobó in extremis la madrugada de este sábado después de una maniobra parlamentaria del Partido Republicano. El viernes por la mañana los republicanos anunciaron que tenían los votos para aprobar la reforma fiscal, que según el fact-checker de la NBC ahorrará a la familia Trump más de 1.000 millones de dólares, y el ambiente de celebración entre los republicanos fue total y con motivo.
Pero antes de la votación estalló la bomba que desde hacía semanas los anunciaba en esta columna. El fiscal especial Robert Mueller convocó el Gran Jurado -que lunes había suspendido- y presentó cargos de perjurio contra el general Michael Flynn, exassessor de seguridad nacional del presidente Trump. Según Mueller, Flynn mintió al FBI en su declaración sobre sus contactos con oficiales rusos, el que es un delito grave en los Estados Unidos si has pasado una security clearance antes, como es el caso si te dedicas a la seguridad nacional. El abogado de Flynn dijo que se declara culpable y que cooperaría totalmente con el Mueller, cosa que confirma otra vertiente del KremlinGate que hace meses que los explico en esta columna: la negociación entre Flynn y FBI para intercambiar años de prisión por información sobre el presidente Trump. Bastante analistas explican que el FBI tiene encuentros de Flynn grabadas con oficiales rusos (con el embajador ruso Kilsyak en Washington DC) y que a partir de las transcripciones de estos encuentros pueden demostrar que mintió en su declaración. Sin duda, este es un golpe durísimo por el presidente Trump, puesto que, como los he explicado varias veces, el primer objetivo del FBI es conseguir un pacto con un implicado de la trama para llegar a toda la información. El objetivo primario del FBI ya ha sido logrado. Fynn declaró ante el juez que fue la familia Trump quién le ordenó contactar con los rusos. No dijo quien -probablemente el FBI ya lo sabe y lo investiga- pero es obvio que la familia Trump al completo corre el riesgo de acabar en prisión si el General Flynn acepta declarar contra el presidente Trump y su familia.
Fynn declaró ante el juez que fue la familia Trump quién le ordenó contactar con los rusos
De forma paralela, la locura llega al Senado de los Estados Unidos. Los republicanos anuncian una votación por la madrugada de viernes a sábado y presentan un documento de 500 páginas. Los demócratas claman al cielo porque no tienen tiempo de leerse el documento, ni de audiencias públicas ni siquiera tiempos para hacer informes técnicos. Quieren estudiar la ley para votar en consecuencia, pero la decisión está tomada e incluso John McCain -uno de los republicanos díscolos con Donald Trump- anuncia que votará a favor. A las dos de la mañana el Senado aprueba la reforma fiscal por 51-49 pero es una victoria parcial. El motivo? Cómo que la reforma no se asemeja en nada a la que aprobó el Congreso de los Estados Unidos, los republicanos tienen la obligación de aprobar allá la reforma, cosa que ya veremos si será tan simple. El cierto es que ya no me atrevo a pronosticar nada.
Los republicanos han argumentado -falsamente- que a medio plazo la reforma es buena por las clases medianas por qué los baja impuestos pero que a corto plazopagarán más. También insisten que la reforma impulsará la economía, cosa que podría ser cierto pero la realidad es que es bastante incierto. El que más extraña de todo es que la reforma parece muy impopular entre los norteamericanos y por eso no se entiende tanta prisa al aprobarla de madrugada y por sorpresa. El cierto es que la reforma es una de los recortes de impuestos más importantes desde el mandato Reagan, el último presidente que pudo reformar el código fiscal sin utilizar el budget reconciliation.
El KremlinGate todavía nos ha dado otra bomba. Alguien del gobierno ha filtrado un audio del General Flynn donde explica que ofreció en Rusia rebajar las sanciones económicas. Me pienso que la caída del prresident Trump es cosa de tiempo.