La leche que maman los catalanes

Un nuevo real decreto obligará las empresas a indicar el origen del suyos productos lácteos, el que permitirá saber de donde sale el alimento que se toma en Cataluña

Conocer la provinença de la leche es complicado
Conocer la provinença de la leche es complicado
Barcelona
24 de Octubre de 2018

Saber el origen de los productos lácteos que se consumen puede ser toda una Odisea. A menudo hay una mezcla de leches de diferentes granjas de todas partes, pero también encontramos marcas que directamente no especifican de donde obtienen la materia primera. Precisamente esto es el que el Gobierno español quiere evitar con el real decreto aprobado este mes de septiembre que obliga las compañías a informar sobre la procedencia de la leche de los productos quecontienen.

Según la portavoz del Ejecutivo español, Isabel Celaá, el 88% de los consumidores lo ve necesario. Seguramente lo considera así por la conciencia creciente que hay alrededor del que compran, pero también por la corriente que hay a toda la Unión Europea de intentar ser el máximo de transparentes dentro de la industria alimentaria. Y es que, como apuntaba Celaá, la medida estatal entra en sintonía con el texto aprobado a las últimas directrices de la UE en el ámbito.

Pero hay que ir por partes, porque una cosa es el país de obtención de la leche y otra, el de transformación. Ambos tienen que quedar claros al envase, el que invalida la opción hasta ahora aceptada de indicar sólo si la materia proviene de un país de la UE o no. Y también hay que ser pacientes para ver aplicado este real decreto. A pesar de que la medida ya está aprobada, la industria tiene dos años para adaptarse al nuevo etiquetado. Hasta entonces, quien quiera saber de donde viene la leche que toma, tendrá que hacer filigranas para averiguarlo. Lo intentamos?

Un sector a la baja

Cataluña tenía cerca de 820 explotaciones ganaderas de leche de vaca el 2008, una cifra que en los últimos 10 años se ha reducido hasta poco más de 500, según el Departamento de Agricultura. Un número que la Asociación Agraria JóvenesAgricultores (Asaja) todavía sitúa más a la baja, entre 400 y 450 granjas si no se contabilizan las que todavía existen pero se encuentran inactivas. El principal culpable es el irrisori precio que cobran por cada litro de líquido producido por el ganado: entre 28 y 31 céntimos, cuando a ellos los cuesta 36 céntimos.

Un ganadero pierde más de 7 céntimos por cada litro de leche que produce y vende a la industria

A todo esto hay que sumar que la industria ha hecho que del modelo de pequeñas granjas se pase a macrocomplexos que permiten a las grandes compañías cargar los camiones de materia primera con entre 2.000 y 6.000 litros en una sola vez. Así se evitan hacer ruta por varias explotaciones para reunir los litros necesarios para la producción de los elaborados que comercializan. Pero no sólo han desaparecido ganaderos por eso, también por la pérdida de las cuotas lecheras, por la falta de relevo generacional y por la caída del consumo de lácteos. El 2017 se cerró con una producción de 745.479 toneladas de leche, 196.136 toneladas menos que el año anterior. Un total que representa aproximadamente el 10,5% de la producción del Estado español.

La provincia de Lleida es la que tiene un nivel de producción más elevado a pesar de que cuenta sólo con una cuarta parte de las explotaciones ganaderas. Dedo de otro modo, es donde hay complejos de mayor dimensión.

Leche de aquí y de allá

Pascual, Asturiana, Puleva, Président, Ato, Leche Nuestra, Castillo, Celta... Quizás estas marcas son las más conocidas y más habituales a todos los supermercados, a pesar de que la lista continuaría con otros que se comercializan sólo en determinadas cadenas. Pero, como ya hemos dicho, saber con total seguridad qué de estas envasa únicamente leche de kilómetro cero es difícil.

Quien sí que vende esta idea es Leche Nuestra. Las cerca de 100 granjas que alcanzan la compañía son explotaciones pequeñas y medias que siguen el modelo tradicional. Se agrupan bajo el paraguas de Lecheros de Cataluña, formado por las cooperativas Cadí y Ganaderos del Baix Empordà. Antes tambiénhabía la Cooperativa Lechera de Mollerusa y la Lechera de Campllong SCCL, que abandonaron la agrupación para producir para Mercadona. Al inicio, entre las cuatro llegaron a producir hasta 60 millones de litros de leche de vaca anuales. De estos, sólo la mitad salía al mercado bajo la marca Leche Nuestra, el resto se derivaba hacia las marcas blancas de las grandes superficies.

Los productores de Leche Nuestra habían trabajado también para las marcas blancas de los supermercados

La rotura entre las cuatro emprendidas fundadoras hizo que el mayo pasado las dos que quedan tuvieran que cambiar de planta. Ahora Cadí y Ganaderos del Baix Empordà envasan el producto a las instalaciones de Pascual en Gurb, pero sin que se mezclen las leches.

Precisamente el caso de Calidad Pascual es uno de los que hay que mencionar. A pesar de que la compañía es de Burgos, cuenta con plantas de empaquetado en todo el Estado español, entre las que hay la de Osona. Reciben la materia primera de cerca de un centenar de granjas catalanas, lo envasan y la distribuyen después en Cataluña, las Islas Baleares, el País Valenciano y la Aragón. Una operativa logística habitual entre las compañías españolas del sector lácteo.

Ato o Castillo son las otras dos marcas arraigadas en el territorio, pero en manso –o con participación- de empresas de fuera de Cataluña. La primera es propiedad de Peñasanta, el fabricante de Central Lechera Asturiana, en un 40%. Aún así, en sus envases se puede leer que su líquido proviene de Mas Coromina, Mas Bes, Santo Mero, Can Costa, Mas Guri, El Trébol y Granja Sant Josep. Las siete conforman Natura Leche, la sociedad que tiene el 60% restante de la marca.

Ato y Castillo son propiedad de Peñasanta y Lactalis

En la segunda marca, Castillo, nos encontramos ante una empresa con sede en Mollerussa que forma parte del grupo francés Lactalis, también propietario de Puleva, El Ventero, Ramo o Grande Capitán. Esto no descarta, pero, que el producto no sea catalán. Para estar seguros, habrá que esperar que el grupo aplique el real decreto e informe del origen al envase.

Un precio irreal

Si el Asaja critica que un litro de leche le cuesta 36 céntimos a los ganaderos y que lo cobra a poco más de 31, el comprador paga al supermercado entre 48 céntimos y 1,80 euros en función de la marca y de si se buscan de especiales como las sin lactosa, con cereales u otros añadidos. En el caso de las ecológicas, el precio puede llegar a superar los 3 euros.

En los últimos 10 años, el precio mediano de este producto se ha reducido alrededor de 20 céntimos el litro. La Comisión Europea ya pronosticó para este 2018 una tendencia a la baja que dice que se alargará dos años más por el incremento de la producción de leche a los países de la UE. Ahora bien, el organismo intentó calmar los ganaderos y aseguró que de aquí al 2030 el sector mejorará y que permitirá aumentar sus márgenes. Eso sí, alerta de la necesidad de diversificar con otros productos como la mantequilla o la nata para asegurarse mayores ingresos.

Buscar pequeños productores

No todo el mundo tiene al alcance explotaciones donde ir a buscar la leche para saber qué compra. Aun así, hay marcas que han conseguido hacerse un lugar en ferias, mercados de productos catalanes, cooperativas de consumo o tiendas propias para facilitarlo. Dos buenos ejemplos son La Selvatana y Granja Armengol.

Y, por supuesto, también es una buena opción hacer pedidos online a ganaderos que han visto con internet la manera de diferenciarse. En cualquier de estos casos, el consumidor tiene que saber que pagará un precio superior al del supermercado, a pesar de que seguramente consumirá una leche más fresca porque no ha pasado por ningún proceso de ultrapasteurització para alargar la fecha de caducidad.