Al llegar en la Sénia, en el Montsià, es difícil no ver la cantidad de establecimientos que anuncian la venta o fabricación de muebles. Este pueblo del sur de la provincia de Tarragona, la bisagra entre Catalunya y el País Valencià, es la primera zona en producción de mobiliario de Catalunya, y adalid del mueble moderno en el Estado español. Hoy en día, el sector lucha para recuperarse y estabilizarse después de una crisis económica que lo dejó malherido. El Detroit catalán resurge después de la recesión con el reto de adaptarse a los nuevos hábitos de consumo.
La actividad del mueble en la Sénia empezó a principios del siglo XX. Qué trajo una industria tan potente a nacer en una zona que no tenía ninguna ventaja geográfica ni logística? La Sénia era un pueblo pequeño, con sólo 3.000 habitantes, y estaba situada a una distancia importante de las capitales y de los centros logísticos. Aún así, la proximidad con lo rio Ebro, la disponibilidad de madera de los Ports de Beseit y el hecho de tener que buscar alternativas a la agricultura porque los terrenos no eran especialmente fértiles, trajo a algunas carpinterías emprendedoras del pueblo a empezar en la fabricación de muebles. A pesar de la distancia, la Sénia tenía ventajas respecto a las capitales: los alquileres eran baratos y los salarios, más bajos.
Gracias a los efectos de la burbuja inmobiliaria, entre los años noventa y los 2000 las empresas del sector del mueble se expandieron. La oferta atraía los compradores que podían ver, en un solo día y en un único lugar, toda la oferta de mueble de calidad, con más de 100 empresas y 30.000 metros cuadrados de exposición. Era muy habitual "ir a pasar el día" en la Sénia para comprar los muebles cuando alguien se casaba y se compraba una casa. De rebote, la economía del pueblo crecía, no sólo en el mueble: también en otras actividades económicas que se beneficiaban de la afluencia de compradores, como la restauración o los sectores del embalaje y del transporte.
La crisis: un punto de inflexión
Con la llegada de la crisis, la Sénia pasó de ser uno referente a aparecer a todos los medios porque las empresas cerraban. El paro se disparó por encima del 35%, los trabajadores directos en el sector bajaron más del 65%, las ventas cayeron un 80% en muchos casos, y muchas infraestructuras quedaron abandonadas o infrautilitzades. La empresa más grande del sector, Naturantaix, que había llegado a tener 500 trabajadores, cerró las puertas el verano de 2012.
El sector del mueble en la Sénia pasó de 100 empresas a las actuales 41 que dan trabajo a unos 1.200 trabajadores
"Habíamos sufrido algunas crisis antes, en los setenta o los noventa, pero eran crisis que duraban dos o tres años, y la economía local no se resentía demasiado", explica José Ferré, presidente del CEMS (Colectivo de empresarios del mueble de la Sénia). Hasta que se pusieron todos los huevos a la misma cesta: "Antes en la Sénia la industria estaba algo más diversificada. había también fábricas papeleras, de pinceles... Pero llegó un momento que todo se concentró en el mueble". La llegada de la crisis económica y la caída de la construcción afectaron severamente a la población.
La exportación y el contract: claves para la recuperación
Una década después del inicio de la crisis, el sector del mueble en la Sénia ha tenido que transformarse, y despacio, se consolida la recuperación. Las empresas que se dedican a la fabricación de muebles han tenido que apostar por nuevas vías que habían quedado apartadas cuando el mueble para los hogares empujaba el sector, como el contract, el mobiliario para colectividades: hoteles, hospitales, residencias... "Es un sector abandonado a escala local, pero ahora hay unas cuantas empresas que se están dedicando, de manera fuerte, consistente e inteligente", explica Ferré. A pesar de tener que tratar igualmente con madera y muebles, esta nueva vía es un reto porque obliga a cambiar tanto la comercialización como la fabricación.
También crecen otras industrias complementarias a la del mueble, como el embalaje o el plástico, y se consolida la exportación. "El mercado internacional es más ilimitado. Vamos afuera a buscar el cliente", asegura Elena Tobías, regidora de empresa, Ocupación, Comercio y Urbanismo de la Sénia, y propietaria de la empresa Tobisa, que fabrica y exporta mueble juvenil. Donde la situación todavía es complicada, pero, está en las tiendas de muebles. "Si no cambia el modelo de negocio y las tiendas salen fuera por otras vías, como Internet, es muy complicado que la gente decida venir a la Sénia a comprar muebles como hacía antes", explica Tobías.
La mentalidad de la población también ha cambiado, y el proceso de casarse, comprarse un piso y amueblarlo con muebles "para toda la vida" ya no es el mayoritario. "La realidad de los millenials o de la generación Z es diferente. Tienden a diversificar el gasto, a irse más de vacaciones o a no arreglar tanto la vivienda porque la movilidad es muy grande", asegura Ferré. La llegada de productos de bajo coste y la entrada de las grandes superficies en la comercialización también han hecho variar las pautas de consumo.
Después de la caída, el impulso
Desde el sector del mueble, la percepción es que, despacio, el sector vuelve a crecer, y que las empresas han salido reforzadas de los años de sufrimiento. "No creemos que haya unos crecimientos de dos cifras como antes, pero sí que vemos que las cosas evolucionan y cada cual va saliendo adelante sus proyectos", asegura Ferré. Actualmente, hay 41 industrias del mueble y auxiliares en el pueblo, y 1.197 trabajadores. La cifra ha aumentado respeto hace 4 años, el 2015, cuando había 38 empresas que ocupaban 994 personas.
Aparte de consolidar las nuevas vías para el sector del mueble y auxiliares, otro reto es ahora conseguir captar mano de obra joven de calidad, que desapareció del pueblo durante la crisis. "La gente joven veía el sector del mueble como una cosa que no era agradable", explica Ferré y, en consecuencia, muchas personas que trabajan en el mueble se empiezan a jubilar. En los últimos años, desde el CEMS intentan volver a hacer valer el sector para captar talento: "Los explicamos que son centros de trabajo interesantes y con un potencial importante".
También intentan trabajar para resolver necesidades que podrían favorecer al sector, como la creación de buenas infraestructuras de comunicación y transporte, o la resolución de problemas del tejido eléctrico, la telefonía o Internet. Un desequilibrio territorial que no afecta sólo la Sénia, sino muchas poblaciones de las Terres de l'Ebre. "Estamos trabajando mucho para que se acabe haciendo la autovía hasta aquí. Permitiría que la mano de obra de unos 30 o 40 kilómetros viniera a trabajar a la Sénia sin problemas", asegura Ferré.