El pasado jueves, con el impacto de las imágenes recientes del MWC estuve en un encuentro con industriales, con quienes compartimos plenamente, que la industria 4.0 es "convertir las fábricas y los procesos productivos en fábricas inteligentes para fabricar productos smart". Un reto que no sólo obliga a invertir en los procesos productivos sino, este es el aspecto clave, al rediseñar los productos que se fabrican dotándolos de capacidad de interacción y toma de decisión autónoma. Un redisseny del cual no se escapa ningún sector ni ningún producto por nuevo que sea, tal como explico en mi nuevo libro La industria 4.0 en la sociedad digital (Marge Books, 2019).
Este nuevo escenario en que se mueve la industria, denominada cuarta revolución industrial, pone de manifiesto la problemática de centrar las actuaciones, básicamente, en la productividad. Centrarse en la productividad comporta sólo automatizar plenamente las cadenas de producción, es decir, quien opera las cadenas son robots. Las mismas cadenas y los robots hablan con los productos en curso, dentro de la misma empresa y con productos y máquinas otras empresas. Significa robotizar las fábricas de forma interna y externa, posibilitando, a la vegada, la toma de decisiones en cuanto a gestión de compras, planificación de la producción, stocks y distribución. Es decir, autocontrol con capacidad de interactuar tan internamente, de forma vinculante, como con las cadenas de producción de los proveedores y sistemas logístico y venta. Actuar de este modo no aporta el valor diferencial claro, el que distingue de una empresa de otra son los productos y en concreto el componente 'fabricar productos inteligentes'.
"La cuarta revolución industrial pone de manifiesto la problemática de centrar las actuaciones en la productividad"
Asumir en plenitud la Industria 4.0, obliga a centrarse en la competitividad en sus tres aspectos: la innovación, los mercados globales y la productividad. Sin duda, los aspectos vinculados a las exigencias asociadas a la competencia entre mercados assimètrics en cuanto a costes y legislación, y aquellos asociados a los procesos que permiten mejorar la productividad extrayendo la máxima capacidad productiva de la tecnología son afrontados de forma continuada por casi bueno toda empresa. Ahora bien, la clave está en cómo entomar la innovación de los productos fabricados, considerando los tres aspectos que confluyen: funciones del producto, público a quien se dirige y adelantos técnicos y científicos. Es en esta tripleta donde hay que centrar los esfuerzos y especialmente al entender los clientes, o potenciales clientes, para diseñar desde la demanda y no desde la oferta.
De la elegida anterior, entender los clientes, o potenciales clientes, acontece el reto más importante y a la vegada más complejo en estos momentos, y lo seguirá siendo en los próximos años, atendido la época de cambios acelerados que conforma la digitalización social y personal, que caracteriza la sociedad digital. Los impactos son enormes y hay que conocerlos dado que condicionan todas las actuaciones sobre la colectividad y las suyas interaccionas.
La tecnología está configurando ciudadanos tecno-dependientes, que actúan de forma rápida a través de multicanals de acceso a la información, con escaso contraste de las fuentes y su fiabilidad, actuando en la inmediatez considerada como valor y una gran parte, en especial los más jóvenes, muy condicionados por la exposición pública. Una nueva sociedad en la cual Internet ha acontecido omnipresente, convirtiendo la televisión en un objeto del pasado; Google es el aportador de información, de conocimiento, de servicios y orientador de sus actuaciones; las redes sociales como canal de reconocimiento o aprobación de los otros; los canales interactivos son el instrumento de la transformación de las relaciones aconteciendo interculturales, intergeneracionales, espontánea y global en cuanto a la relación e interacción, con simultaneidad simbiótica entre el mundo real con el mundo virtual; y la conectividad y la inteligencia artificial como instrumento para observar, vigilar, y aportar el que requiere o desea de forma anticipada.
"La tecnología está configurando ciudadanos tecno-dependientes, que actúan de forma rápida a través de multicanals de acceso a la información, con escaso contraste de las fuentes y su fiabilidad"
Sociedad digital, personas digitales, que asumen a la vegada los criterios de sostenibilidad y no derroche, es decir, exigen productos respetuosos con el medio ambiente, adaptativos y autoregulables que sean smart con criterios de facilitar la sostenibilidad; reciclabas con vida útil extensa y accesibles. A la vegada, demandan, quieren, servicios en todo lugar y en el momento requerido, valorando la gratuidad como opción en el marco de intercambio de valor que minimiza el consumo de recursos y la protección de la natura. Estas son consideraciones determinantes por el éxito de la competitividad de los productos y el marco en el cual hay que encuadrar los procesos de innovación, sabedores que la innovación disruptiva requiere libertad, renovación y superar el miedo a equivocarse.
Devuelto al inicio, a la reunión con industriales, el encuentro concluyó con una idea compartida, reforzada en el MWC, y que no es otra que, en además o menos plazo, todo se verá obligado a cambiar y que todo producto tendrá que ser smart, a raíz de los adelantos de la inteligencia artificial, (herramientas como Siri de Apple, Alexa de Amazon o Cortana de Microsoft son sólo unos niños) y por los trabajos en curso para conectar directamente el cerebro humano con los ordenadores y la red (sirva como ejemplo la empresa Neuralink, creada el 2017 con cuyo objeto). Épocas de mudanzas en las cuales andamos hacia un futuro, como dice un buen amigo ingeniero en nanoelectrònica, en qué "ni los smartphones tienen la vida asegurada a medio plazo'.