Las diez plagas de Egipto caerán sobre Cataluña si se independiza. Esta es la tesis repetida por el Gobierno español con el ministro de Economía, Luis de Guindos, al frente. Pero también las agencias de calificación auguran un futuro negro por la República catalana. Unas amenazas y previsiones que vaticinaban que el proceso independentista hundiría la economía catalana. Cosa que no ha pasado. La economía catalana sigue siendo robusta todo y el proceso.
Advertencias
Moody's ha advertido sobre las consecuencias negativas para la economía catalana y española que tendría la proclamación de una Cataluña independiente, un escenario que no cree que se acabe produciendo y que sería "irracional". El ministro de Economía vaticinaba que una hipotética independencia de Cataluña tendría un impacto importante comercial y financiero y podría comportar a una caída del PIB de entre el 20 y el 30%.
Pero también S&P y Fitch avisan que el principal riesgo por la deuda soberana español es la independencia catalana. España tiene una deuda de 1,1 billones de euros (100% del PIB) con una calificación de aprobado, mientras que la nota de Cataluña se encuentra en buen basura con perspectiva negativa, con una deuda de 75.400 millones (35% de su PIB).
Guindos cree que Cataluña quedará fuera de la Unión Europea y de la Eurozona y que esto provocaría que "el 75% de la producción de las empresas catalanas quedaría sujeto a aranceles", una situación que no ocurre ni con los productos noruegos, ni suizos ni del Marruecos. Guindos también cree que "se tendría que crear una nueva divisa", un escenario totalmente improbable, porque cada país escoge la moneda que le conviene, como Andorra ha escogido el euro. Además, Guindos, cree que "esta supuesta moneda se tendría que devaluar un 40%", cosa que mejoraría las exportaciones catalanas y, por lo tanto, tendría poca incidencia sobre el PIB.
Como un cohete
Sea como fuere, la economía ha hecho su curso. Y los emprendidas extranjeros no parece que hayan cogido sus sedes para llevárselas más allá del Ebro o el Sènia. E incluso nuevas empresas internacionales han anunciado que abren suyos en casa nuestra, a pesar de conocer el anuncio del referéndum del 1 de octubre. La fortaleza de la economía catalana no se ve afectada por los acontecimientos políticos.
El PIB catalán ha crecido trimestre detrás trimestre por encima de la media española y la tasa de paro se ha mantenido también marcadamente por debajo de la española durante toda la crisis. La última Encuesta de Población Activa del segundo trimestre corrobora la tendencia: el paro en España es del 17,22% y en Cataluña ha caído hasta el 13,2%. Y también ha crecido la producción industrial, principal motor de la economía y la ocupación catalana.
Otra de las plagas Bíblicas que auguran por Cataluña es que las empresas marchan en estampida. Nada a ver. a Grandes empresas y multinacionales han anunciado que se instalan en Cataluña. Quizás el caso más paradigmático es el de Amazon, que ha anunciado que abrirá un centro de investigación y desarrollo, además de su gran centro logístico al Prado de Llobregat. Pero también Tesla, Thunder Power, Volkswagen y un largo etcétera. Y todo esto con los informes de Bank of America, Merrill Lynch, ING, Moody's, JP Morgan o Goldman Sachs sobre la mesa.
En cuanto al comercio exterior, el terror de la secesión ni se ha notado. Las exportaciones catalanas funcionan como nunca. Con la crisis económica y la caída del consumo interno, las empresas catalanas entendieron que el mercado internacional era dondehabía la clave del crecimiento. Las exportaciones catalanas consiguieron un récord histórico por sexto año consecutivo el 2016, cuando llegaron a los 65.142 millones de euros, un 2% más en comparación con el año anterior y la cifra más alta de la serie histórica.
Además, la inversión extranjera no ha parado de crecer en los últimos años. El año 2012 llegaron al Principado 2.690,7 millones de euros. El año pasado esta cifra llegó a los 5.131,2 millones de euros. En cinco años la inversión se ha disparado un 90%. Y la tendencia no se para. La inversión extranjera en Cataluña mantiene su buen ritmo y en el primer semestre de este año los recursos destinados por las empresas extranjeras se han situado en 1.571,867 millones de euros, cosa que supone el 20,65% más que en el mismo periodo del año pasado, según los datos publicados por el Ministerio de Economía y Competitividad.
El Ejecutivo central afirma que las inversiones internacionales se efectúan porque las empresas no se creen que el proceso de independencia sea creíble, pero también culpan del movimiento independentista la deslocalización o movimientos de empresas. Una teoría que las patronales catalanas han desmentido por activa y por pasiva. De hecho, la media de desaparición de suyos fiscales de Cataluña fue superior en el periodo 2008-2010, antes de que se iniciara el proceso soberanista.
Por su parte, mientras Cataluña ha ido recortando el déficit de sus finanzas de un 2,88% el 2015 hasta el 0,93% el año pasado, el Estado español no ha reducido ni un punto porcentual el descuadre del qué ingresa y el que gasta en el mismo periodo. Todo esto centrifugant las exigencias de constricción presupuestaria de Bruselas a las Comunidades Autónomas y collant-las con el Fondo de Liquidez Autonómico. Así, paralelamente, la deuda de la Generalitat ha ido escalando posiciones mientras la Sido acontecía su principal acreedor, con 50.626 millones de euros.
La resolución mediante las urnas parece totalmente descartada por parte del Gobierno de Mariano Rajoy. El ministro de Economía y Competitividad ha flirteado con la posibilidad de negociar un concierto económico para Cataluña -previa modificación constitucional-, pero finalmente lo ha descartado. Este concierto resolvería una de las reivindicaciones del independentismo: tener la clave de la caja y eliminar el déficit fiscal. Un déficit que el Ministerio de Hacienda y Función Pública ha cifrado en 9.892 millones de euros el 2014, el equivalente al 5,02% del producto interior sucio catalán, según los cálculos del Sistema de Cuentas Públicas Territorialitzats. Una cifra que se ha disparado un 38% de 2013 a 2014.