En la primera parte de este artículo dimos un vistazo a los fundamentales básicos del sistema de pensiones español. Argumentamos que los sistemas de pensiones de reparto, como el español, se basan en tres variables: la demografía, la ocupación y la relación entre el salario/pensión mediana.
El caso catalán tiene algunas diferencias importantes hacia el español. Hay dos variables que estructuralmente son marcadamente beneficiosas para el ámbito catalán. La primera de ellas es la tasa de ocupación:
Cómo se puede ver la tasa de ocupación catalana es estructuralmente más elevada. El motivo es que la tasa natural de paro, el que se conoce como nairu, es marcadamente más baja en Cataluña que al resto del Estado. Esto implica obligatoriamente que los ingresos del sistema en Cataluña son más elevados que al resto del Estado, el que asegura una tasa de cobertura más elevada de las pensiones.
En cuanto a las variables demográficas, las proyecciones son iguales que por el conjunto del Estado, con una variación de un punto (no llega). La implicación de estas dos variables es bastante clara. La mayor tasa de ocupación asegura más ingresos vía cotizaciones de empresas y trabajadores. Además, también implica que la proporción de ingresos que el sector público aporta en nombre de los parados es y será siempre menor en Cataluña que al resto de España.
Las proyecciones demográficas, pero, también harán aumentar mucho el gasto en pensiones. Ahora bien, lo hará más o menos que en España?
La respuesta es que lo hará menos. El motivo es que la esperanza de vida catalana es, desgraciadamente, bastante inferior a la española. La parte positiva, pero, es que el gasto total por jubilado es bastante inferior, el que evita que los gastos se descontrolin.
Por último, la relación entre pensiones y salarios es exactamente la misma que por el conjunto del Estado, puesto que la normativa para fijar la cantidad que recibe un pensionista es exactamente la misma:
Necesitamos reformas
El sistema de pensiones necesita reformas. Establecer un mecanismo para ajustar las pensiones en función del nivel de vida de residencia, rebajar las pensiones máximas y reformar el sistema fiscal y laboral para rebajar la cunya fiscal y elevar la tasa de ocupación es imprescindible.
El riesgo que supone el envejecimiento es muy poco conocido en Europa, pero no es así en el Japón. El país nipón no quiso hacer las reformas que hacían falta y actualmente las pensiones generan déficits públicos estructurales del 4%, el que ha provocado tener que implementar programas de austeridad en el Estado del Bienestar.
Las consecuencias no son menores, puesto que la tasa de natalidad está en mínimos históricos y no hace peine de remontar. Los economistas japoneses que conozco están bastante asustados. De hecho, me explican que los jóvenes han perdido el deseo sexual porque la exagerada proporción de gente mayor respeto el total de la población ha impuesto tabúes sociales en el sexo y el trato con las chicas jóvenes. El resultado es que las japonesas han tomado la decisión de no tener hijos, hecho que ha creado escasez de mano de obra. La economía japonesa se sostiene en base de aumentos espectaculares del PIB por ocupado incluyente jornadas laborales maratonianes superiores a las 70 horas semanales en muchos casos.
Ya lo ven, hay que escoger entre reformar el sistema (y esto incluye rebajar pensiones máximas), liberalizar la economía o tener hijos. No hay muy más a hacer.
Este texto es la segunda parte del artículo 'El inviable sistema de pensiones español'