La leche es en valor económico el primer alimento de la humanidad. Su importancia es vital para la seguridad alimentaria mundial. Esta ha sido la razón por la que ha merecido tradicionalmente un trato especialmente proteccionista por parte de la Unión Europea. Pero el proteccionismo ha comportado, a la vez, una serie de disfunciones, tales como los llamados "lagos de mantequilla" producidos por los precios garantizados, sustituidos después (1984) por las cuotas lecheras. Aun así, con la supresión en 2015 de las cuotas lecheras, la protección de la leche sufrió un cambio muy importante. Este hecho obligó al sector a enfrentarse a un mercado global mucho más liberalizado y a una mayor competencia en el sí de la propia Unión Europea.
Las dificultades del sector lácteo tienen, también, otras raíces vinculadas a las propias características del producto y a la especial asimetría en la estructura de la cadena de valor. Se trata de un sector productor disperso ante una transformación industrial muy concentrada y una distribución igualmente concentrada en el sí de una feroz competencia. El producto es perecedero y requiere de manera inmediata su pasteurización, esterilización o fermentación, una actividad que realizan, mayoritariamente, grandes centrales lecheras. Esta rápida caducidad de la leche cruda ofrece a las industrias lácteas un poder negociador extraordinario, un hecho que puede facilitar situaciones de abuso.
Con objeto de moderar la volatilidad y reequilibrar la relación entre productores y la industria láctea, desde la Unión Europea se impulsó el llamado "paquete lácteo" que intentaba, por un lado, moderar la volatilidad y desactivar la posibilidad de abuso a partir de la perecibilidad del producto y, de rebote, equilibrar la capacidad de negociación de las partes. Los instrumentos escogidos fueron los contratos obligatorios dilatados en el tiempo, que podían estar indexados a indicadores objetivos acordados y a la vez posibilitar que el sector pudiera negociar colectivamente los precios. La filosofía del paquete lácteo ha sido la base para la implementación posterior de la Ley 12/2013, del 2 de agosto, de medidas para mejorar el funcionamiento de la cadena alimentaría, en este caso referido al conjunto del sector agroalimentario. Esta ley consolida la obligatoriedad de los contratos alimentarios, avanza en la lucha contra las prácticas comerciales abusivas, impulsa el código de buenas prácticas, crea el Observatorio de la Cadena Alimentaria y también la Agencia de Información y Control Alimentario (AICA).
El sector de producción láctea es disperso ante una transformación industrial muy concentrada y una distribución igualmente concentrada en el sí de una feroz competencia
Aun así, las fuerzas del mercado son tercas y la complejidad del sector genera infinitas casuísticas difíciles de encabir en formulaciones simplistas. Aún así, a pesar de las contradicciones, este modelo de funcionamiento ha disfrutado de una relativa estabilidad en tiempo de calma de los mercados, pero cuando esta calma ha desaparecido, las tensiones se han multiplicado. Para hacer frente, deprisa y corriendo, el Gobierno español ha aprobado un real decreto ley (5/2020 de 23 de febrero) donde fija que el precio pactado tiene que cubrir el coste de producción, cláusula de difícil -por no decir imposible- aplicación en un entorno de fronteras abiertas. De hecho, se propone la aplicación de unos precios mínimos obligatorios en base a unos costes que, obviamente, son diferentes según las características de cada granja y por otros factores. Posteriormente, el Gobierno español ha presentado un nuevo proyecto de ley de mejora de la Ley 12/2013 de 2 de agosto, que ya no recoge la mencionada cláusula. No obstante, el sector reivindica esta fórmula. Su simplicidad y coherencia aparente (qué más lógico que vender por encima del coste) facilita su defensa a pesar de que esconde la dificultad de aplicarse y no deja de ser una vía muerta, tal como repetidamente se ha demostrado en Francia. Por lo tanto, no hay atajos y habrá que volver a caminos más exigentes basados en las propias fortalezas, la eficiencia tecnicoeconómica y la mejora en la organización del sector y su capacidad de negociación sumando activos y voluntades y con una mirada a largo plazo.
La leche en Catalunya
Para la comprensión del sector lechero catalán señalamos a continuación algunos indicadores clave.
1. Reestructuración galopante
En Catalunya, el sistema de producción de vacas de leche es altamente intensivo, con una importante dependencia de materias primas importadas. De hecho, las condiciones naturales de Catalunya no propician una ganadería extensiva de vacuno de leche. Es decir, Catalunya tiene una desventaja climática para la producción de leche. Esta debilidad, junto con los demás factores expuestos, ha ayudado a la progresiva pérdida de explotaciones pequeñas, dado que solamente con grandes economías de escala se puede lograr la competitividad que exige el mercado y la adaptación y desempeño de las exigencias medioambientales y de bienestar animal. Es por eso que la reestructuración del sector en Catalunya viene de lejos. La ilustración 1 es especialmente gráfica, sobre la caída espectacular del número de granjas, con una producción más alta pero producida por muchas menos granjas.
Desde 1992, Catalunya ha pasado de 4.329 granjas lecheras a 419; es decir, se han perdido el 90% de las granjas en 28 años. Por el contrario, la producción se ha incrementado un 28%, dato, sin embargo, que no corrige el desaliento de un sector que ve cerrar granjas cada mes.
2. Dependencia exterior
La tasa de cobertura del comercio exterior de Catalunya en productos lácteos se mantiene de manera estable por debajo del 20%, tal como señala la ilustración 2. Es decir, Catalunya exporta una quinta parte de lo que importa. De los productos de importación destacan de una manera extraordinaria los quesos (69,10% sobre el total de importaciones en 2019), que incluso se ha incrementado en los últimos años.
3. Precios diferenciados y costes elevados
Si prestamos atención a la ilustración 3, se observa claramente el diferencial de precio entre la media europea y concretamente respecto a Francia, en cuanto a país con quien Catalunya tiene las mayores relaciones comerciales y dependencias empresariales. La gráfica se refiere a una commodity sin procesar, es decir, un producto estándar equivalente en todo Europa, por lo tanto la diferencia de precio probablemente solo encuentra explicación en la debilidad empresarial del sector en Catalunya.
En cuanto a los costes, la situación actual de precios muy altos y volátiles de las materias primas está aportando una seria dificultad al sector. Soja, trigo y maíz tienen en relación a hace un año precios superiores al 30% o al 50%. Son tres productos básicos para la alimentación animal y de los que Catalunya es, a la vez, muy dependiente de importaciones.
No obstante, parte de la solución puede venir de la creciente demanda de China: medios de prensa internacionales se acaban de hacer eco del incremento de precios de la central láctea Fonterra (cuarta del mundo en cifra de negocio) a los ganaderos neozelandeses previendo esta creciente demanda china.
4. Consumo
El consumo, tal como bien refleja la ilustración 4, es también un factor de preocupación. Se está produciendo una sensible reducción de este consumo, que encuentra una competencia creciente de productos vegetales alternativos. Dato que podría ser corregido por la demanda externa tal como se acaba de exponer.
Nota. Para datos de consumo y de comercio exterior se ha obviado el dato de 2020 debido a las fuertes distorsiones que ha causado un factor tan extraordinario como la pandemia.
¿Qué hay que hacer?
La leche es un producto esencial para nuestra alimentación y una herramienta para nuestra salud. A la vez, las granjas siguen siendo una pieza importante del equilibrio territorial. Fortalecer el sector tiene que ser el objetivo de cualquier estrategia de éxito. A continuación, se exponen algunas opiniones en esta dirección.
Decálogo de posibles puntos de mejora para la ganadería de vacuno de leche:
- Ganar dimensión.
- Poner los costes fijos bajo control.
- Contar con las mejores tecnologías.
- Ampliar la base forrajera de las explotaciones, por lo que hay que insistir en la apuesta para la mejora de la producción agrícola.
- Consecuentemente, reducir la dependencia de las compras fuera de la explotación.
- Reforzar el rol y la competitividad de las cooperativas.
- Mejorar la complicidad técnica y económica entre el productor y la central lechera. La necesaria calidad de la leche solo puede obtenerse a partir de una relación técnica de colaboración entre productor y transformador.
- El uso efectivo del Código de Buenas Prácticas.
- Reforzar el reconocimiento de los valores de la leche vinculados al granjero que la produce.
- Corregir los excesos burocráticos de la administración pública, sobre todo los gestionables desde Catalunya.
La leche es un producto esencial y una herramienta para nuestra salud; las granjas siguen siendo una pieza importante del equilibrio territorial. Fortalecer el sector tiene que ser el objetivo de cualquier estrategia de éxito
Decálogo de oportunidades para la ganadería de vacuno de leche:
- Tecnología BIO y TIC hacia a la productividad.
- Técnicas de gestión eficientes.
- Ensanchar la capacidad de negociación vía integración horizontal o vertical (inputs alimentarios, transformación).
- Reforzar las organizaciones profesionales.
- Apostar por la transformación de la leche hacia productos derivados con mayor valor añadido, abiertos al mercado local y al mercado global. Hay que remarcar la dependencia externa de productos como el queso. Producir queso y ganar mercado en este producto es una apuesta necesaria en defensa de los valores asociados a la proximidad y al rendimiento económico.
- Aprovechar la proximidad al gran mercado consumidor de Catalunya y entorno. El mercado catalán es codiciado por todas las industrias lecheras. Habría que reforzar el vínculo entre consumidor y origen tal como ha hecho, por ejemplo, Llet Nostra.
- Aliarse con las potencialidades difusoras del turismo.
- Valoración del producto fresco.
- Valoración del producto de origen propio. Se está potenciando por todas partes la identificación del origen, hace falta, sin embargo, que este origen sea valorado por los consumidores.
- Ocupar los espacios que ofrecen nuevos nichos de demanda a partir de valores dietéticos o de salud.
El rol potencial de las cooperativas
De acuerdo con la Federació Catalana de Cooperatives Agràries de Catalunya (FCAC), el 30% de la producción catalana de leche es de cooperativas. Algunas se estas, con una dilatada tradición y otras con singularidades que las prestigien. La cooperativa es, teóricamente, una forma ideal para articular granjas de dimensión pequeña o media hacia el objetivo de ganar dimensión, capacidad de negociación, obtención de servicios necesarios y progreso en la cadena alimentaria hacia los eslabones de transformación y distribución. En otras palabras, la cooperativa puede formar parte de las soluciones. Son ejemplos positivos en esta dirección, entre otros muchos, la tradición quesera de Cadí, la vitalidad y función social de La Fageda, el espacio creciente de mercado de Llet Nostra o la suma de voluntades entre la cooperativa Plana de Vic y Vaquers d'Osona con proyectos relativos a la transformación. En resumen, sumar y valor añadido como buena propuesta.