Hace más de 10 años que las entidades catalanas vinculadas a la cultura, la investigación, la acción social y la empresa sueñan con un marco catalán de apoyo al mecenazgo, siguiendo las huellas de leyes españolas y otras buenas prácticas de otros territorios ibéricos. La verdad es que Catalunya ha perdido el liderazgo público en el empoderamiento de la ciudadanía para fomentar la filantropía. Muy triste. Un país envidiado por la iniciativa privada y social de su gente durante un siglo, que promovió el desarrollo de cooperativas, instituciones sanitarias, culturales, deportivas, educativas y de investigación, que siguen siendo entidades de referencia nacional e internacional, se encuentra desde hace tiempo sin instrumentos de iniciativa pública para facilitar la movilización de recursos personales y empresariales a favor del bien común. Ni se ha creado el marco necesario, ni se ha hecho pedagogía desde las administraciones para promover una mayor implicación social de la sociedad catalana.
Catalunya ha perdido el liderazgo público en el empoderamiento de la ciudadanía para fomentar la filantropía
En tiempos de la dictadura franquista, con un modelo fiscal bajo mínimos y muchas necesidades sociales no cubiertas, estas se financiaban, en gran parte, con donaciones de personas y entidades comprometidas. Con la consolidación de los sistemas fiscales modernos, hemos delegado en las administraciones para que sean ellas quienes, en nombre de todos, identifiquen el interés público y lo gestionen. Sin embargo, hay diferencias sustanciales entre países. Así, encontramos sociedades donde el empoderamiento de empresas y ciudadanos ha sido muy desarrollado, como en los países anglosajones, Francia, Suiza, Bélgica, Luxemburgo o Alemania, frente a otras donde esta delegación ha quedado prácticamente reducida a nada.
Si lo expresamos en cifras porcentuales, nuestra anomalía queda aún más clara. Para el Estado, el interés público se concreta a través del sistema de deducciones en el IRPF y en los diferentes presupuestos generales del Estado publicados en el BOE. Así, solo el 1% del total de las deducciones proviene de donaciones de particulares a entidades reconocidas como de interés público, mientras que el 99% restante de estas las configuran los gobiernos. En el mismo sentido, podríamos hablar de las deducciones en el impuesto de sociedades y del margen que dejan a las empresas para apoyar iniciativas culturales, sociales o de investigación. Resumiendo, solo se nos permite participar en el 2% de todos los impuestos que pagamos.
El 1% del total de las deducciones proviene de las donaciones de particulares a entidades reconocidas como de interés público, mientras que el 99% restante las configuran los gobiernos
La gravedad de la situación aumenta al observar la capacidad de decisión de los ciudadanos en democracias más avanzadas, que de media está en el 5% de su contribución fiscal. Es necesario, sin embargo, celebrar que el 19 de diciembre de 2023, el Consejo de Ministros aprobó un Real Decreto Ley que modificaba la Ley de Mecenazgo vigente desde hacía 21 años y que había quedado obsoleta en muchos aspectos. Este nuevo Real Decreto entró en vigor el 1 de enero de 2024, es plenamente vigente y merece ser difundido para desplegar su potencial. La Fundació Catalunya Cultura (FCC) ha sido uno de los principales impulsores, acompañada por otros actores importantes catalanes y del resto del Estado, trabajando durante más de 10 años para crear un marco español y catalán de mecenazgo, liderando la Plataforma pel Mecenatge, que reúne más de 180 entidades de cúpulas catalanas de todos los ámbitos que se han sumado a la reivindicación de la reforma de la Ley, y que comparten una visión común en cuanto a la promoción del mecenazgo.
La responsabilidad social, empresarial y ciudadana está estrechamente relacionada con la capacidad individual de identificar el interés público y actuar para mejorar la sociedad en su conjunto. En estos tiempos de deuda pública impagable para las futuras generaciones, no es pedir demasiado que nuestros poderes públicos sean inteligentes, tengan liderazgos transformadores y sean capaces de reconocer el criterio de sus ciudadanos para identificar estas necesidades, y de crear el marco para canalizar estas energías creadoras de valor social que complementen los servicios que demanda la ciudadanía.
La Plataforma pel Mecenatge reúne más de 180 entidades de cúpulas catalanas de todos los ámbitos que se han sumado a la reivindicación de la reforma de la Ley
Quien cree en el poder de la ciudadanía, la empodera y la responsabiliza en la filantropía y el mecenazgo para que despliegue todo su potencial. ¿Cómo hacerlo? Dando voz a empresas e individuos sobre el destino de parte de los beneficios que generan cuando se destinan a entidades reconocidas por la defensa del interés público en ámbitos como el cultural, social y de investigación, entre otros.
Catalunya tiene una larga tradición de asociacionismo, y una de sus variantes es la constitución de fundaciones, que consiste en destinar un patrimonio a estas entidades con objetivos concretos de interés social para que sus rendimientos se dediquen a cumplirlos. En nuestro país hay ni más ni menos que 2.100 fundaciones activas, con 16.000 patronos comprometidos en garantizar que este patrimonio se utilice para lo previsto en sus estatutos. Estos 16.000 patronos, además, no solo no cobran un euro por su trabajo y el tiempo que dedican, sino que muchos de ellos hacen aportaciones a estas fundaciones. Una extraordinaria movilización de talento, voluntariado y recursos económicos al servicio de la sociedad de forma filantrópica, compensando muchas de las necesidades que nuestros conciudadanos precisan y que las administraciones no pueden cubrir.
En el ámbito catalán vamos tristemente hacia atrás. Demasiados políticos nos han visto solo como sujetos pasivos tributarios y, en ningún caso, como contribuyentes. Es el precio que debemos pagar por una larga tradición no democrática y una cultura de gobernanza pública basada en el monopolio de la toma de decisiones y no en modelos participativos.
Las propuestas de la Fundació Catalunya Cultura han sido bien recibidas y se han incorporado en los programas electorales de 2024 de la gran mayoría de formaciones políticas
¿Estamos condenados como país a no tener el instrumento de filantropía que necesitamos? ¿Tendremos que ir a otros territorios para ver cómo están innovando en este ámbito? Debemos ser optimistas. Nunca como ahora se habían dado las condiciones para que nuestro país tuviera una gran Ley del Mecenazgo, nunca había habido un amplio consenso entre las principales fuerzas políticas catalanas para impulsarla. Las propuestas de la Fundació Catalunya Cultura han sido bien acogidas y se han incorporado en los programas electorales de 2024 de la gran mayoría de formaciones políticas del arco parlamentario. Veamos, si no, las propuestas que tienen de gobierno:
- PSC: “Creación del Consell del Mecenatge, como instancia de impulso del potencial de mecenazgo y patrocinio existente en el país y como interlocutor con el Govern para generar las condiciones políticas y fiscales que lo favorezcan y concertar esfuerzos públicos y privados en beneficio del interés general. Aprobar la Ley del Mecenazgo y el Patrocinio”.
- JUNTS: “Presentaremos el anteproyecto de ley del mecenazgo cultural, fruto del consenso con la Fundació Catalunya Cultura”.
- ERC: “Implementaremos iniciativas legislativas para favorecer el mecenazgo cultural en nuestro país”.
- COMUNS-SUMAR: “Redacción de una Ley de Mecenazgo, consensuada con los sectores cultural y empresarial, acompañada de los instrumentos necesarios para desarrollarla, aprovechando la ley estatal recientemente aprobada en el Congreso de los Diputados”.
El gobierno de Pere Aragonès ya tenía muy avanzada la redacción de la Ley catalana, pero el adelanto de la convocatoria de elecciones la paralizó. El presidente del Govern de la Generalitat, Salvador Illa, se ha comprometido reiteradamente a que desde su gobierno se impulsará la Ley, y la consellera de Economía, Alícia Romero, tiene la responsabilidad de hacer realidad lo que reclaman desde su partido, gobierno y oposición. Tiene el terreno políticamente bien preparado para activarlo. Pocas leyes nacerán en nuestro país con un consenso tan amplio como esta, y podremos celebrarlo todos sin excepciones, porque la filantropía suma; siempre suma para aquellos que creen en la libertad y la responsabilidad de la ciudadanía que representan.