De la mano de los jóvenes, y muy en particular de las jóvenes, líderes indiscutibles del imprevisto estallido estudiantil, una parte de la sociedad argentina, y tras ella la clase política, sepultada a su vez bajo la montaña de sus propios escombros, ha comenzado a despertar del sueño prometido por Javier Milei para, finalmente, tomar conciencia de los daños provocados en sus primeros diez meses de gobierno. Un hecho, el de los estudiantes convertidos en vanguardia de las primeras acciones de protesta significativas de la era Milei, digno de estudio para la mayoría de sociólogos y politólogos sorprendidos aún por esa larga atonía de la politizada sociedad argentina, sacudida de pronto por un sector, el de los jóvenes, a quienes se les atribuía no solo un proceso creciente de derechización sino el haberse constituido en base electoral del mileinismo.
El cambio de clima de los dos últimos meses, expresado en el resultado de los estudios de opinión que vienen reflejando la continua caída de la imagen de Milei y del apoyo popular a su figura, se estaba gestando sin embargo desde antes del conflicto universitario. Se olía en el aire. Bastaba solo una nueva provocación, una nueva medida de crueldad, un nuevo acto de desprecio o violencia para que el malestar y la desesperación social se transformase en acción, para que el drama privado deviniera grito colectivo, protesta pública.
El salto es fruto de la secuela de ataques diarios contra más sectores de la sociedad, de la escalada de violencia política y social causada por el lenguaje y la actitud del oficialismo y el propio presidente, y por los cada vez más frecuentes errores políticos cometidos por la administración Milei. Un conjunto de agresiones que han terminado por generar el hartazgo de una parte importante de la sociedad y el incremento nacional de la tensión. En septiembre, la consultora Zuban Córdoba midió la percepción sobre el clima de violencia política en el país y reveló que el 65,7% cree que el odio y la intolerancia están en aumento desde que Milei es presidente del gobierno. Con una novedad llamativa: el 44,1% de sus votantes está de acuerdo con esa opinión.
El movimiento estudiantil vuelve a la lucha
La ratificación del veto a laLey de Financiamiento Universitarioabrió la caja de Pandora, esta vez en forma de una nueva etapa de lucha que ha puesto en ebullición a todo el país, provincia por provincia, y que, con sus manifestaciones, asambleas y ocupaciones ha devuelto al presente la memoria del paisaje urbano de los años 70. Un hecho inédito que no sucedía desde hace más de 20 años.
Despreciando los antecedentes del movimiento estudiantil como catalizador de luchas populares a la largo de la historia argentina, y también como escuela de generaciones de activistas y dirigentes políticos, Milei respondió al reclamo de los jóvenes estudiantes con su beligerancia y modos habituales. Llamó delincuentes a todos los miembros de la comunidad universitaria, calificó a los estudiantes de descerebrados por dejarse instrumentar por militantes políticos de la oposición, trató de "chorros" (ladrones) a las autoridades universitarias, habló de adoctrinamiento y de supuestos hechos de corrupción sin aportar pruebas, imputó a los responsables no querer ser auditados para mantener sus curros y criticó a los docentes universitarios al plantear que "habría que ver las cosas que hacen los profesores en las aulas”. Como colofón, exigió la intervención de efectivos policiales para desalojar a los estudiantes de las sedes, y desató una feroz campaña de desprestigio en medios de comunicación y redes sociales. En suma, echó un depósito de gasolina a las llamas que empezaban a tomar cuerpo en la mayor parte del país.
La acusación del supuesto rechazo de las autoridades universitarias a ser auditadas, caballo de batalla del gobierno Milei, resultó ser falsa
La acusación del supuesto rechazo de las autoridades universitarias a ser auditadas, caballo de batalla del gobierno Milei, resultó ser falsa, según reconoció el titular de la Sindicatura General de la Nación (SIGEN), Miguel Blanco, que afirmó que hasta ahora no hay elementos que confirmen la existencia de delitos o irregularidades. De hecho, las universidades nacionales, al contrario de lo que sostienen Milei y sus ministros, están sujetas a una auditoría doble. La Ley de Educación Superior dice, en su artículo 58, que el control administrativo externo de las instituciones de educación superior universitaria de gestión estatal es competencia directa e indelegable de la Auditoría General de la Nación (AGN), que revisa las cuentas el año siguiente. Y al examen de la agencia estatal se añade la auditoría interna del centro mismo.
Una cuestión de orgullo nacional
La llama que prendió en estos días difícilmente se apagarà. La cuestión de la educación pública no es asunto banal en Argentina. La agresión libertaria fue un bofetón más, en esta ocasión a uno de los pocos orgullos nacionales que atraviesa todos los segmentos de la ciudadanía argentina y no va a ser perdonado fácilmente. En la votación previa en el Congreso se decidía mucho más que la específica ratificación o no del veto. Lo expuso claramente el jefe del Bloque de Unión por la Patria (UP), Germán Martínez: "No solamente estamos discutiendo el financiamiento de las universidades y de la educación pública, sino que se está dando una discusión sobre el modelo de país. Y es lógico; si Milei quiere una Argentina con el 80% de excluidos, es absolutamente razonable que quiera hacer añicos la educación pública”.
A los miembros de la comunidad universitaria, por otra parte, les sobran razones para defenderse del hachazo ejecutado por Milei. Según un informe de la consultora exQuanti, en base a la Encuesta Permanente de Hogares de la INDEC, el índice de pobreza entre los universitarios subió 14,7 puntos en apenas tres meses. En septiembre de 2023, los alumnos pobres eran un 27,9% y a finales del primer trimestre de 2024 ese porcentaje trepó al 48,5%: 20 puntos más. Y mientras la caída salarial de la que son víctimas docentes y no docentes se estima en un 30% en términos reales y está en muchos casos por debajo de la línea de pobreza, el financiamiento educativo cayó el 40% en comparación con 2023, duplicando el recorte general del gasto público.
Para el 2025, las noticias no son mejores: el presupuesto educativo dispondrá de la menor participación sobre el PBI de la última década. Según el informe elaborado por el Observatorio de Argentinos por la Educación, la inversión nacional en educación en 2025 será del 0,88% del PIB, por debajo de lo invertido en 2024 (0,91%) y en 2023 (1,48%). No existe registro de una caída tan abrupta desde 1992, durante el mandato de Menem, cuando la Nación transfirió a las provincias la gestión de escuelas y hospitales. Con este recorte, Argentina tendrá el menor gasto público en educación universitaria de toda América latina y la tasa de matriculación más alta. "En la actual circunstancia", escribirá el exdiputado nacional y figura clave del cooperativismo argentino Juan Carlos Junio en Página 12, “lo que se dirime es la defensa de lo público como concepto ideológico principal, que rigió a lo largo de nuestra historia, frente al plan thatcheriano ultraliberal de Milei, con el apoyo del PRO y otros aliados de circunstancia, para que las corporaciones financieras de la City y de Wall Street se lleven sus respectivas tajadas ofrecidas por el presidente, regente del actual experimento político. Tras las brumas de cada uno de los brevísimos acontecimientos coyunturales, lo que verdaderamente existe, como contradicción principal, es la definición de dos proyectos políticos, económicos y culturales antagónicos, con epicentro en las políticas económicas y su impacto en la vida del pueblo”.
Alergias primaverales para el gobierno Milei
La primavera austral está resultando alérgica para la imagen y los intereses de Milei y su cofradía libertaria. De norte a sur, las cañas se les están volviendo lanzas. En pocos días y con escasas horas de diferencia, Martín Menem, presidente de la Cámara de Diputados y conspicuo miembro libertario, sufrió un escrache con huevos incluidos al inaugurar una sede de LLA en la provincia de Santa Cruz; poco después, el propio Milei y su hermana fueron insultados durante la visita que realizaron al local de comidas que el día anterior había servido de refugio al militante libertario Fran Fijap, cuando este fue agredido por manifestantes que protestaban contra el veto universitario; volvió a ocurrir en La Plata, en un acto partidario encabezado por Karina Milei y Martín Menem. Un acto con vistas a las elecciones de segundo término de 2025, con menos público que incidentes. En la Universidad de La Matanza, en el Gran Buenos Aires, se declaró persona non grata y se planteó la expulsión del profesor Alejandro Finocchiaro, exministro de educación de Mauricio Macri y uno de los diputados que respaldó el desfinanciamiento de las universidades, legisladores que, en su mayoría, también sufrieron escraches al regresar a sus ciudades y provincias.
Tampoco se salvaron Sandra Pettovello, ministra de capital humano, y el secretario de educación, Carlos Torrendell, interpelados sin posibilidad de huída por los pasajeros del microbús que los trasladaba desde el avión hasta Aeroparque de la ciudad de Buenos Aires, al regreso de un vuelo desde Jujuy y que, al reconocerlos decidieron mostrarles su rechazo a las políticas del gobierno. Un incidente que quedó registrado por las cámaras de los móviles y se viralizó en pocas horas mostrando la incomodidad de los funcionarios y el tenor de los cánticos que se les dedicaban: "¡Entregá los alimentos, chorra!", "Aerolíneas no se vende" y "Universidad de los trabajadores, y al que no le guste, se jode, jode". Un escrache improvisado al que respondió una Pettovello desafiante: "Aprendan a respetar. Ganamos las elecciones. Aguántensela. Eso es democracia".
El coste de la decepción y la agresión permanente
El incesante aumento de las víctimas de las políticas de Milei, las marchas semanales de los jubilados y su feroz represión, los conflictos en hospitales y universidades, la lluvia de cifras estrafalarias, el hambre y la pobreza, junto con la estigmatización, el insulto, la difusión de noticias falsas y la provocación no solo de sus milicias digitales sino la que alimenta el presidente, han acelerado los tiempos políticos y el desgaste de la aventura libertaria. La sociedad espera con ansia ver los resultados tangibles, directos, del tremendo sacrificio realizado en la primera mitad de año, y comprueba, por el contrario, que lejos de que la desaceleración de la inflación mejore su vida, la gran zanahoria incumplida de Milei, el paso del tiempo solo les ha traído como única realidad material el palo. Y con él la rabia y el descontento.
En sus conclusiones, el informe señala que “no se gobierna para todos los argentinos, ni siquiera para todos sus votantes. Milei gobierna para el 30% y para Twitter”
En el último estudio de opinión sobre la imagen de Milei en redes sociales, bajo el título "El impacto se desinfla", fechado el pasado viernes 11 de octubre, se señala que "Milei sigue siendo el político más mencionado en redes sociales pero ya no es lo que era". […] "El desgaste de su figura que evidencian las encuestas es un correlato de la caída de las menciones que se observa sostenidamente desde julio, y su protagonismo en el ecosistema digital, su principal activo hasta la fecha, cae hace cuatro meses, bajando de 13 a casi 8 millones de menciones. Redes, rating y encuestas manifiestan lo mismo: el presidente no pierde centralidad pero sí interés". […] "Está cambiando el escenario, pierde interés porque se repite a sí mismo y porque va abandonando la figura de outsider y asumiendo lo que es, un político. Podría decirse que estamos frente a la transición que va de lo abstracto a lo concreto. Caen los indicadores asociados a la expectativa de cambio y crecen las preocupaciones vinculadas al salario, el empleo y la pobreza”. En sus conclusiones, el informe señala que “no se gobierna para todos los argentinos, ni siquiera para todos sus votantes. Milei gobierna para el 30% y para Twitter”.
Un lenguaje de vencedores y vencidos
Los argumentos, el lenguaje y el tono de los políticos y funcionarios libertarios, inmersos en lo que para ellos es una batalla cultural en la que solo vale vencer, no ayuda a rebajar los enfrentamientos y conflictos cotidianos. Por el contrario, gustan de actuar como pirómanos del espacio público nacional. En esta línea, el diputado nacional del bloque Movimiento de Integración y Desarrollo (MID), cercano a La Libertad Avanza, Eduardo Falcone, protagonizó en estos días una polémica defensa del veto presidencial a la Ley de Financiamiento Universitario y cuestionó las investigaciones y trabajos del Conicet, el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, principal organismo dedicado a la promoción de la ciencia y la tecnología nacional. Olvidando, por ejemplo, que una científica del Conicet, María Florencia Cayrol, acaba de ser reconocida por la Sociedad Americana de Hematología con el Global Research Award 2024 por sus estudios en líneas de investigación que han permitido avanzar en la mejora de los tratamientos de los linfomas de células y de cánceres muy agresivos. Contador y economista egresado de la Universidad de Buenos Aires (UBA), Falcone justificó el recorte universitario al afirmar que "hoy en día la gente estudia cualquier cosa”. “Hay carreras que sí son importantes o son prioritarias para el desarrollo argentino, y otras no tanto”, apuntó. “La carrera de Ingeniería y Ciencias básicas y Ciencias duras son más importantes que otras para el desarrollo, como es el caso, en mi opinión, de Filosofía y Letras”. Toda una declaración de principios para el país de Borges y Cortázar.
La soberbia del ministro Caputo negándose a ir al Congreso a defender su Presupuesto 2025, las falsedades y el autoritarismo de Patricia Bullrich acusando a los estudiantes de llevar molotovs a las movilizaciones y ocupaciones, el desprecio de Pettovello por la Justicia haciendo oídos sordos a los repetidos mandatos judiciales para que distribuya los alimentos que, bajo su gestión, el gobierno se niega a repartir, la estigmatización de los estudiantes como responsables del posible retorno de la violencia y el terrorismo de Estado que acaba de hacer el jefe de gabinete, Guillermo Francos, o la amenaza de Federico Sturzenegger, ministro de la Desregulación, afirmando en el marco del 60 Coloquio de IDEA, un encuentro con los principales empresarios del país, que su tarea para destruir el Estado "está recién empezando", constituyen el discurso y las actitudes públicas del gobierno, y su lenguaje comunicativo. Una política de enfrentamiento, no de unidad o consenso, de destrucción, no de construcción común, de celebraciones propias en un paisaje de generalizado sufrimiento ajeno.
En ese mismo acto en Mar del Plata, orgulloso, y como prueba fehaciente de los logros del gobierno, Sturzenegger señaló que “en base a los datos del FMI, desde 1946 solo ha habido 24 casos de los 180 países que hayan logrado una baja tan grande del gasto público en su primer año de gestión. Y de esos 24, 22 fueron por una guerra", es decir, la peor situación económica en la que puede estar un país. Una crudeza, la del ministro, que se vio superada por la confesión de Milei a los empresarios: “Era importante hacer el ajuste durante las vacaciones de verano para que la gente no se enterara tanto”. Milei fue incluso más lejos, confiado sin duda al sentirse entre aquellos que define como sus héroes: “En el primer mes de gestión logramos lo que en los primeros 123 años de la Argentina no se había logrado nunca”. Hablaba de una masacre social. Que continuará sin remedio si se aprueba el Presupuesto 2025, en el que el gasto público destinado a servicios sociales será el menor desde el año 2010.
El gobierno argentino planea elevar la edad de jubilación y mantener fijo en 70.000 pesos (58 dólares +/-) el bono que cobran todos los meses los jubilados y las jubiladas que perciben la pensión mínima
Tampoco cesa el maltrato a los jubilados, que no solo padecen la caída del 35% de la pensión promedio respecto a la pensión mínima promedio de la gestión 2019-2023, la pérdida de numerosos medicamentos indispensables y la violencia represiva en sus actos semanales de protesta, sino que tienen que tolerar el desdén del Gobierno cuando sostiene que la feroz pérdida de sus haberes es solo “una sensación”. Así lo afirmó el titular de la Administración Nacional de la Seguridad Social (ANSES), Mariano de los Heros, cuando fue consultado sobre el poder adquisitivo de ese colectivo y dijo que "la realidad no tiene nada que ver con eso". No satisfecho con ello, anticipó que planean elevar la edad de retiro y que en el año próximo prevé mantener fijo en 70.000 pesos (58 dólares +/-) el bono que cobran todos los meses los jubilados y jubiladas que perciben la pensión mínima. Un nuevo mazazo que reforzará la pérdida del poder adquisitivo de los haberes también en el segundo año del gobierno Milei, justificado, como en el caso de la educación y la salud pública, con el argumento de que “no hay plata”, que, a estas alturas y a la vista de la acción y el tipo de gastos del gobierno, cuesta creer. Menos aún cuando al castigado ciudadano argentino no se le escapa que, con sólo retirar las exenciones impositivas que benefician a las grandes empresas, se podría financiar el aumento de las pensiones y un nivel de mayor dignidad y mejora para la salud y la educación públicas.
En torno a la crueldad
En Argentina, el término crueldad se ha puesto de moda. En sus nueve meses de gobierno, Milei -igual que su Ejecutivo- se ha ganado la fama de cruel. Entre otras razones por su hábito, al parecer irrenunciable para él, de celebrar públicamente sus triunfos en los ajustes más sangrantes y dolorosos para los ciudadanos. Celebró negarles a los jubilados –carne de cañón del plan regresivo de Javier Milei y Luis Caputo- un pírrico aumento de sus magras pensiones, celebró pasar la motosierra por las siempre olvidadas provincias, festejó la desobediencia a los requerimientos de la justicia para la distribución de alimentos a los comedores populares, ha repetido con el orgullo de quien vence una batalla organizando esta misma semana una cena en la residencia presidencial con los gobernadores y los legisladores que fueron clave para vetar la ley de financiamiento universitario y, en consecuencia, colaboraron en el probable cierre de muchas aulas y carreras en los centros de estudios superiores de todo el país. O, dicho en otras palabras, en el golpe mortal al sistema educativo, científico y tecnológico nacional, la pérdida de miles de proyectos de vida para los jóvenes argentinos y el derecho de ascenso social de todos los segmentos de la población.
Aguilar (ATE): "Solo un delirante puede festejar la destrucción de miles de puestos de trabajo genuino"
La sobreactuación es tan notoria que la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) negó que se hubieran despedido 50.000 trabajadores del sector público, como señaló Milei en el Coloquio IDEA, y lamentó que se festeje "la destrucción de miles de puestos de trabajo". "Milei miente con las cifras que celebra”, señaló el titular de ATE, Rodolfo Aguilar. “No son 50 mil. Es evidente que exagera las cifras creyendo que puede mejorar su imagen de cara a las elecciones, pero se equivoca, se acelera la pérdida de apoyo popular a la gestión. […] Solo un delirante puede festejar la destrucción de miles de puestos de trabajo genuino".
La agresividad y la violencia verbal o ejecutiva, no son gratuitas. Son funcionales a la estrategia para mantener la centralidad política, y también para mantener el interés de los argentinos lejos de las cifras y las estadísticas que muestran el dramático resultado de su ideario. Un ajuste brutal, sin parangón en la historia reciente de Argentina, que no sería posible sostener sin la violencia oficial que lo imponga mediante la intimidación y la fuerza. En el régimen de Milei, el clima de violencia sustituye a la normalidad con la activación de todos sus mecanismos mediáticos y propagandísticos en la batalla contra los supuestos subversivos que pretenden acabar con el proceso de liberación que encarna.
¿Festejos para una economía bipolar?
Encerrados en la burbuja del corto plazo e indiferentes a la economía real y a sus datos, el gobierno libertario sobreactúa en la celebración de cada señal positiva en el frente económico: el superávit fiscal, la baja del dólar financiero y del riesgo país, la reducción de una inflación que en setiembre bajó a un 3,5, la frágil y fugaz estabilización de algunos precios. Al parecer, sin caer en contradicción con la publicación de las propias cifras oficiales, que reconocen una caída persistente en el consumo y en la creación de empleo, la agudización de los índices de pobreza, la desindustrialización y la destrucción de 146.465 empleos en el sector privado y 41.260 puestos de trabajo en el público entre finales de 2023 y el pasado mes de julio.
El único rubro positivo es la asignación universal por hijo; en síntesis, el superávit propio de quien no gasta
El Gobierno vende que se empiezan a ver los "brotes verdes", pero eso no se condice con la realidad que padecen millones de argentinos. Una simple auditoría del superávit revelaría, por ejemplo, la inexistencia de razones para la fiesta: el 25% del superávit lo han pagado los jubilados, el 15% la inversión, el 8% los programas sociales, y otro 8% las transferencias a las provincias, con partidas dedicadas básicamente a la educación, la seguridad social, la salud, el transporte, la vivienda, el agua potable, etc… El superávit, en realidad, es fruto básicamente del ajuste realizado en los últimos nueve meses: reducción del 97% de las transferencias de capital a las provincias, reducción del 73% de la inversión real directa, reducción del 38% de los subsidios a la energía, las transferencias a las universidades un 33% (esto es el acumulado hasta septiembre, es decir, 9 meses), los subsidios al transporte bajaron un 28%, los programas sociales un 25%, las pensiones un 24%. El único rubro positivo es la asignación universal por hijo. En síntesis, el superávit propio de quien no gasta. Por otra parte, según un informe de la Universidad Católica Argentina (UCA), la preocupación por la inflación entre los argentinos se ha reducido para dejar paso a la incertidumbre por el aumento de la pobreza.
De momento, a los argentinos no les salen las cuentas. Ni en pesos ni en dólares, las dos monedas que en la práctica rigen en el país. Las estadísticas oficiales o no se entienden o no se creen. La inflación de septiembre fue del 3,5%, récord nacional, pero el acumulado desde diciembre es del 152,94%, un índice sin parangón a escala internacional. En definitiva, misterios que las fuerzas del cielo que acompañan a Milei no logran resolver pero que siguen atrapando a los argentinos en un mar de incertezas. Con un solo convencimiento de cara al futuro: el ajuste continuará. Implacable. Para Milei, el equilibrio fiscal es el objetivo que está por encima de todo, sin que importe lo que suceda con la situación macroeconómica.