Pronto será necesario aprobar los nuevos presupuestos de los gobiernos catalán y español. Y es importante entender que estos impactarán a todos nosotros. Los presupuestos afectan a empresas, pequeñas y grandes, trabajadores asalariados, autónomos, estudiantes y pensionistas. A veces, estos impactos son relativamente menores. Pero en otras ocasiones, los presupuestos pueden tener consecuencias imprevistas, provocar protestas, crisis o, incluso, guerras e independencias. En Reino Unido encontramos buenos ejemplos de esto que decimos:
1. Los presupuestos pueden provocar protestas: el pasado 30 de octubre el nuevo gobierno británico presentó su primer presupuesto. La campaña electoral que les llevó a la victoria en mayo de este año se centraba, en buena parte, en el crecimiento económico. Dijeron que lo conseguirían sin subir los impuestos a los trabajadores, sin emitir más moneda, sin aumentar el endeudamiento público y sin reducir el gasto público. Este escenario generó bastante expectación. El presupuesto debía revelar cómo querían lograr este objetivo.
El pasado 30 de octubre el nuevo gobierno británico presentó su primer presupuesto
La fórmula elegida por la nueva ministra de Economía, Rachel Reeves, fue aumentar las contribuciones de las empresas a la seguridad social (del 13,8% al 15%), reducir el umbral en el que los empresarios comienzan a pagar el impuesto (reduciéndolo de 10.800 euros anuales a 6.000) y hacer pagar el impuesto de sucesiones a partir de 1,2 millones de euros a los agricultores (esto parece mucho, pero en este caso, no es así). La reacción del sector privado no se hizo esperar. Supermercados, agricultores, economistas, cadenas de restaurantes continúan protestando, manifestándose y quizás más. Se espera un invierno complicado para el nuevo gobierno.
2. Los presupuestos pueden provocar crisis: el 5 de septiembre de 2022, Liz Truss fue elegida nueva primera ministra británica. Tan solo dieciocho días después, el 23 de septiembre, su ministro de economía presentaba un nuevo minipresupuesto que pretendía promover el crecimiento económico con una bajada de impuestos y con un programa de deuda adicional por valor de 85.000 millones de euros.
El mercado no entendió estas cifras, que no habían sido validadas por la Office of Budget Responsibility (OBR), una institución independiente que dice si los presupuestos del gobierno tienen sentido o no. La consecuencia fue inmediata. El rendimiento de los bonos soberanos británicos aumentó de manera repentina y espectacular, hasta máximos casi históricos. Esto provocó que aquellos empleando estrategias de Liability-Driven Investments (LDI) basadas en bonos soberanos, como por ejemplo, muchos fondos de pensiones, tuvieran que ampliar las garantías y, para hacer esto, tuvieron que vender activos adicionales, provocando un problema de liquidez. El Banco de Inglaterra tuvo que intervenir con la promesa de comprar hasta 77.000 millones de euros en bonos soberanos y estabilizar el mercado. Cuatro semanas después dimitía la primera ministra.
3. Los presupuestos pueden generar guerras e independencias: en el presupuesto del gobierno británico de 1764, el primer ministro Grenville decidió tomar acciones para reducir la deuda pública provocada por la guerra de los Siete Años. Viendo que subir los impuestos solo en el Reino Unido no sería suficiente, decidió recaudar dinero también en las colonias americanas, para intentar cubrir parte del coste de tener un ejército permanente en las Américas. Una de las medidas que tomó Londres fue obligar a las colonias a hacer uso de papel timbrado para todo tipo de documentos oficiales, periódicos y otros. Un papel, claro está, más caro. Y aunque en las colonias se pagaban menos impuestos que en el Reino Unido, sus habitantes vieron en esta acción una imposición de impuestos por parte de un parlamento, el de Westminster, donde ellos no estaban representados. Por lo tanto, esto vulneraba sus derechos como ciudadanos británicos.
En el presupuesto del gobierno británico de 1764, el primer ministro Grenville decidió tomar acciones para reducir la deuda pública provocada por la guerra de los Siete Años
Sin que casi nadie se diera cuenta, esta medida de Londres aparentemente superflua generó dos dinámicas que, combinadas, cambiaron la historia. Por primera vez, Londres dio un motivo a las colonias para considerar la necesidad de unir fuerzas entre ellas. La segunda es que esta medida penalizó a los comerciantes, abogados, periódicos, etc. Es decir, afectó a la clase dirigente, que era la que disponía de más recursos para generar protestas, organizarse e influir en el resto de la población. La iniciativa se anuló el año siguiente, pero la semilla ya estaba plantada. Once años después, nacerían los Estados Unidos de América.