Según el Idescat, en Catalunya casi un 10% (9,4%) de la población de 16 años en adelante se encuentra en paro. Esto significa casi 395.000 ciudadanos. En el Reino Unido la tasa de paro es del 4,1% y en la Unión Europea (UE) es del 5,9%. Por tanto, la situación en Cataluña es bastante grave.
Sabemos que la creación de empleo proviene mayoritariamente de las administraciones públicas, de las grandes empresas y de las pequeñas y medianas empresas (pymes). Pero son estas últimas, las pymes y sus emprendedores, las que crean más empleo. Tal como reconoce el European Stability Mechanism (ESM), una institución establecida por los estados miembros de la eurozona, las pymes "emplean a unos 100 millones de personas". Esto representa uno de cada dos trabajadores en la UE.
Sin embargo, son estas mismas empresas innovadoras las que tienen más dificultades a la hora de acceder al capital que necesitan para poder crecer, crear empleo y, de esta manera, generar riqueza. El MEDE reconoce esto mismo cuando dice que "las pymes, en particular las nuevas empresas de la UE, dependen en gran medida de los préstamos bancarios", y continúa diciendo que "aunque la financiación bancaria sigue siendo accesible para las pymes tradicionales, no es suficiente ni está bien adaptada a las empresas emergentes", es decir, a las startups.
En Estados Unidos el 80% de la financiación para empresas no proviene de los bancos, como en Europa, sino de los inversores
Ayudar a las empresas innovadoras a crecer es la mejor manera de compartir los beneficios que ofrece el capitalismo entre la sociedad. Y este reparto de beneficios se produce a través de la creación de empleos de calidad, así como facilitando que la sociedad invierta en estas empresas y, por tanto, reciba parte de los beneficios generados por el crecimiento de estas.
Al otro lado del Atlántico, hace tiempo que lo han entendido. En Estados Unidos el 80% de la financiación para empresas no proviene de los bancos, como en Europa, sino de los inversores, que están mucho más alineados con los objetivos de las empresas que ayudan a crecer y a salir a bolsa, lo que permite así que la sociedad pueda invertir en ellas. Por tanto, este país ha sabido consolidar lo que los anglosajones llaman la funding ladder, es decir, la escalera de financiación, logrando que no falte ningún peldaño. Desde pequeños inversores, como familiares, amigos y business angels, pasando por los inversores institucionales, como el capital riesgo y las private equities, hasta llegar a los mercados públicos, lo que permite que los grandes grupos de capital como, por ejemplo, los fondos de pensiones y las aseguradoras, así como los ciudadanos, puedan invertir. De este modo, todos salen ganando.
Esta filosofía, tan diferente de la europea, es clave para entender por qué las startups americanas fundadas en los últimos 50 años se han convertido en las corporaciones más grandes del mundo, las que más empleo crean y las que tienen una valoración de mercado más alta. El caso de Apple, Microsoft, Alphabet (Google), Amazon, Meta (Facebook) o Nvidia son ejemplos bien conocidos. En Europa aún no hemos sido capaces de crear ninguna que les haga sombra.
El gobierno británico pretende promover la inversión adicional de 90.000 millones de euros por parte de fondos de pensiones en empresas de alto crecimiento
En el Reino Unido también han empezado a aplicar esta lógica y, de hecho, quieren ir más allá a la hora de repartir estos beneficios entre la sociedad. Por ejemplo, a través de las reformas llamadas de la Mansion House, el gobierno británico pretende promover la inversión adicional de 90.000 millones de euros por parte de fondos de pensiones en empresas de alto crecimiento. Estas reformas deberían generar un aumento en los retornos de estas inversiones, permitiendo que la sociedad se beneficie directamente con nuevos empleos, permitiendo a la gente invertir sus ahorros y también incrementando los fondos de pensiones para cada trabajador en una media de casi 20.000 euros a lo largo de su vida profesional.
Por si fuera poco, el gobierno británico tiene otra iniciativa que vale la pena mencionar. Hace unos años estableció las "cuentas de ahorro individual" o Individual Savings Account (ISA), que permiten a los ciudadanos invertir hasta 23.000 euros al año en cualquier empresa cotizada en bolsa, lo que permite que los beneficios generados por estas inversiones queden libres de impuestos.
El Govern y el Parlament de Catalunya tienen pocos poderes en materia fiscal y aún menos en regulación financiera. Aun así, los partidos catalanes gozan de una influencia relevante en Madrid que les permite presentar propuestas similares. Además, en Catalunya se pueden llegar a acuerdos con el ecosistema emprendedor y financiero para ofrecer apoyo a las startups catalanas, con el fin de acceder a financiación no bancaria y permitir su crecimiento hasta salir a bolsa y consolidarse como empresas de ámbito internacional.
Al mismo tiempo, el gobierno catalán podría hacer uso de sus poderes fiscales y ofrecer incentivos sobre los impuestos de la Generalitat como, por ejemplo, los relativos al patrimonio, sucesiones, donaciones o las deducciones autonómicas del IRPF para incentivar a la población a invertir en empresas catalanas cotizadas en los mercados públicos.
El gobierno catalán podría hacer uso de sus poderes fiscales y ofrecer incentivos sobre los impuestos de la Generalitat
Estas medidas harían crecer más empresas y permitirían a la sociedad beneficiarse de la riqueza generada por la innovación catalana. Estas medidas también crearían más empleos de calidad y desarrollarían el sector inversor. La alternativa es no hacer nada y continuar como hasta ahora, es decir, basando la financiación de estos proyectos innovadores en productos bancarios poco adaptados, limitando las posibilidades de éxito de estas empresas y manteniendo las escasas oportunidades que tiene la sociedad de disfrutar de los beneficios que estas empresas pueden generar.