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La losa de hormigón y el reparto de culpas

La investigadora Laura Sagnier suma un nuevo término para denunciar la desigualdad de género: la losa de hormigón

La investigadora Laura Sagnier, Mar Alarcón (SocialCar.com) y Gemma Cernuda ( Rethinkher Conference) en el debate del Cornellà Creació | Cedida
La investigadora Laura Sagnier, Mar Alarcón (SocialCar.com) y Gemma Cernuda ( Rethinkher Conference) en el debate del Cornellà Creació | Cedida
Barcelona
26 de Noviembre de 2023
Act. 26 de Noviembre de 2023

"Pero, ¿tan malos somos?" El pasado viernes el Cornellà Creació cerraba la temporada de conferencias del 2023, por la que han pasado personalidades tan destacadas como Natalia Olson-Urtecho, Céline Cousteau, Ignacio Ramonet y Carlos Blanco; y lo hacía, en esta ocasión, con un trío un tanto transgresor. No por las protagonistas del debate en sí (Mar Alarcón, Laura Sagnier y Gemma Cernuda), sino por la razón de ser de su panel -titulado Cuestionando el status quo- y, especialmente, por la mirada con la que cuestionaban este estado actual de las cosas: claramente feminista.

Cada una desde su campo profesional y su propia perspectiva, expuso datos, experiencias y reflexiones que a más de uno incomodaron y, incluso, transgredieron. Tanto es así, que en la mesa de al lado, se escuchaba a un hombre refunfuñar y preguntar en más de una ocasión a sus acompañantes: "pero, ¿tan malos somos?" Ahora, después de haber escuchado los estudios de la investigadora Laura Sagnier, le podría responder: "No, tranquilo, no sois vosotros. Es la losa de hormigón o, lo que es lo mismo: el status quo".

De todos modos, la pregunta no es anómala si tenemos en cuenta que uno de cada tres hombres cree que ya no es necesario hablar de igualdad de género, a pesar de que, según datos del Global Gender Gap Report del 2023 del Foro Económico Mundial, si continuamos al ritmo actual, no lograremos la paridad de género hasta de aquí 131 años. El horizonte, además, se ha ampliado en el último tiempo: antes del covid-19 se estimaba que quedaban 100 años para lograrla. Hemos sumado 31 años. Quizás no es tan mala idea hablar de ello.

1 de cada 3 hombres cree que ya no es necesario hablar de igualdad de género

Pero empecemos por el principio: ordenando los datos de los dos estudios que presentó Sagnier, dirigidos por ella misma y realizados por un equipo de consultores y analistas de PRM Market Intelligence: Las mujeres en España, hoy. Cómo son, qué piensan y cómo se sienten (2015), y el último que ha publicado este año, donde incluye a los hombres: Las mujeres y los hombres, hoy. ¿Igualdad o desigualdad?

Si observamos las aspiraciones y necesidades de hombres y mujeres en el ámbito laboral, no difieren mucho, especialmente después del covid-19. Con porcentajes muy parecidos, la mayoría quiere un trabajo que pueda conciliar bien con su vida personal (27-29%), un buen sueldo (22%) y que le aporte estabilidad (13%). Ahora bien, las responsabilidades del hogar y del cuidado de los familiares muestran jornadas muy desiguales; y no solo en el ámbito propiamente laboral (el 83% de las reducciones de jornada son cogidas por mujeres), sino en todo el resto de trabajo que recae, justamente, después de la jornada laboral.

Según el Termómetro de la Equidad -otro estudio de Sagnier-, en España solo el 33% de las parejas formadas por un hombre y una mujer son equitativas con las tareas del hogar. Cuando tienen hijos, lo son el 28%; Y cuando no son equitativas, la balanza cae, obviamente, hacia el lado femenino: ellas cargan con el 67% de las tareas de la casa.

"Solo el 33% de las parejas formadas por un hombre y una mujer son equitativas con las tareas del hogar"

¿Qué provoca esta diferencia? Muy poco tiempo para una misma o, incluso, para descansar. Si desgranamos las 24 horas del día de aquellas mujeres que tienen una jornada laboral de 8 horas, las que salen peor paradas son las que tienen hijos: en el caso de las que estos ya son mayores de edad, se estima que en total trabajan 11,7 horas al día (sumando el trabajo no remunerado) y tienen, en total, 9,9 horas para ellas mismas en el hogar, incluidas las horas para dormir. Y cuando estos son menores, el desequilibrio es mayor: trabajan 13,5 horas y tienen para ellas 8,8 horas al día.

Todo este volumen de cifras -además de marear- evidencia que, estadísticamente, las mujeres arrastran una sobrecarga, que Sagnier denomina la losa de hormigón. Y esta losa, motivada por los estereotipos y roles de género perpetuados en nuestra sociedad, tiene una serie de costes para la persona que la carga (impacto en la salud mental y física, abandono de la carrera profesional o situaciones económicas precarias), pero también para la sociedad: más casos de absentismo laboral, costes para la Seguridad Social, incremento de separaciones y divorcios y disminución de la natalidad.

Por suerte, esta losa no la carga todo el mundo. La llevan dos de cada tres mujeres. "Yo no la llevo. Me la saqué hace mucho tiempo", afirmaba la emprendedora Mar Alarcón. Y, realmente, lo avala su trayectoria profesional. Alarcón es vicepresidenta de Foment del Treball y de Tech Barcelona, además de fundadora y CEO de Social Car y de Terapme, y socia fundadora de la consultora 19N. ¿Tendría esta carrera profesional si hubiese cargado con una losa de hormigón?

Y, de hecho, no sólo la cargan ellas. "Nosotros también llevamos una losa, pero de otro modo", afirmó un asistente del público en el turno de preguntas. Los estereotipos de género también configuran unos mandatos para los hombres presentes en el modelo de masculinidad hegemónico. Hace unos meses, Cesc Laporta, fundador de El Taller, nos explicaba a VIA Empresa cómo se traducían estos mandatos en el mundo laboral: "en el trabajo se espera que el hombre lidere, que asuma tareas que son visibles, que tenga las cosas claras, que establezca una jerarquía, que no muestre emociones, que no empatice y que sea un estratega".

Laura Sagnier, investigadora y activista Pro-Equitat, en el debate organizado por Cornellà Creació | Cedida
Laura Sagnier, investigadora y activista Pro-Equidad, en el debate organizado miedo Cornellà Creación | Cedida

¿A quien damos el altavoz?

Para combatir esta losa de hormigón -y el techo de vidrio, la brecha de género y otras muchas desigualdades- el feminismo ha encontrado en los últimos años diferentes líneas de interpretación y de actuación. Ha surgido, también, "un feminismo exaltado -denunciaba Mar Alarcón- que está provocando justamente el efecto contrario": división, rechazo o, incluso, falta de entendimiento entre los más jóvenes, las generaciones donde está creciendo más el machismo.

Por eso, Alarcón señalaba que "se tiene que escoger muy bien el discurso y en manos de quien ponemos este discurso". Escoger a quien damos el altavoz; para construir una sociedad igualitaria y equitativa, que cuestione el status quo sin un dedo señalando culpables, sin el juego de géneros buenos y malos, sin que alguien que escucha un discurso feminista, se tenga que volver a preguntar "¿Tan malos somos -los hombres-?"