La construcción con madera ha ido en aumento los últimos años en Catalunya. Cada vez es más habitual ver nuevos inmuebles levantados con este material, que en otros lugares del mundo es todavía más frecuente. Poco a poco, va sustituyendo al acero y el hormigón. Una tendencia más natural y sostenible a largo plazo. La parte negativa, sin embargo, es que esta madera que se está utilizando no proviene de bosques catalanes y se importa del extranjero.
Mientras tanto, los bosques han aumentado de manera muy importante en las últimas décadas en Catalunya. El abandono del mundo rural y la disminución de la agricultura y la economía han propiciado un crecimiento de la superficie boscosa exponencial: a principios del siglo XIX, ocupaba entre el 10% y el 15% del país, ahora es más de un 63%. Solo en 20 años, se ha incrementado un 4,5%. Esto son más de 140.000 hectáreas de bosque.
Economía forestal
Es un bosque del que se saca poco provecho y que, además, supone un peligro medioambiental por el riesgo de incendios. Cada verano, son cientos las hectáreas que se queman sin aportar ningún rendimiento. En este contexto, ha nacido una iniciativa para activar la producción bioeconómica de los bosques catalanes. Es decir, obtener un rendimiento económico e industrial de toda la madera acumulada y que convierte las zonas forestales en polvorines. Hasta ahora, ha sido una oportunidad perdida, puesto que la madera se está posicionando como el gran elemento del siglo XXI.
La Generalitat, el Centre de Tecnologia i Ciència Forestal, el Institut Català de la Fusta, el Institut Català de l'Energia, empresas privadas y otras administraciones están detrás de este proyecto, que se ha presentado también para obtener recursos de los fondos europeos de recuperación.
El bosque, fuente de riqueza
Un proyecto que cuenta con el apoyo del arquitecto Vicente Guallart, reconocido internacionalmente y que actualmente lidera grandes iniciativas de construcción en China. "El gran cambio que se tiene que producir es que tenemos que abandonar la economía en torno a los combustibles fósiles e ir a la economía biocircular", resume Guallart, que añade: "Basada en productos naturales. Esto quiere decir cuidar, proteger y trabajar la naturaleza para que pueda ser gestionada de manera sostenible".
La realidad, apunta, es que de los bosques catalanes solo se gestiona un 20% de la superficie. "Estamos abandonando oportunidades para generar una economía verde alrededor de los bosques", recalca.
Trasobares: "La situación actual de los bosques es que en general están bastante lejos de un punto de equilibrio de gestión sostenible"
"La situación actual de los bosques es que en general están bastante lejos de un punto de equilibrio de gestión sostenible", apunta Antoni Trasobares, director del Centre de Tecnologia i Ciència Forestal, que resume la situación: "Son un riesgo potencial de gran incendio. Y va ligado a una situación del territorio y de la evolución de los últimos 40 años. La gente ha ido viviendo en las ciudades y esta falta de gestión ha llevado al incremento de la superficie forestal".
Sin rentabilidad económica
Alrededor del 80% de las zonas forestales catalanas están en manos privadas. Y, actualmente, hacer una gestión de la madera no es rentable económicamente. Prácticamente, la madera catalana solo se está utilizando para hacer palets o biomasa, que no aportan casi valor ni incentivos.
"Como el coste es alto y hasta ahora las líneas de producción no tienen mucho valor, haces cuatro números y ves que el balance de ingresos sale negativo", destaca Trasobares.
La revolución del siglo XXI
Y en este punto es donde aparece una de las grandes revoluciones que ya está viviendo el mundo de la construcción en todo el mundo: el uso de la madera. "En los últimos años se ha desarrollado la tecnología de madera laminada entrecruzada (CLT, Cross Laminated Timber), que permite hacer unos muros de carga de madera", explica Vicente Guallart, que destaca que ya se han hecho edificios de hasta 18 plantas con estas maderas. Por Catalunya también es habitual empezar a ver, como la Biblioteca García Márquez de Barcelona o, incluso, algunos parques de bomberos.
"La bioconstrucción ya es una realidad", explica Trasobares. Hasta ahora, la madera catalana quizás no tenía la calidad de la de los bosques del norte de Europa, pero esta nueva tecnología le ha otorgado una gran competitividad y, sus características, la hacen óptima. "La bioconstrucción es un sector emergente, del acero y hormigón a la madera. Es una nueva dimensión de la arquitectura y para construir edificios. Es un antes y un después", sentencia Trasobares.
"Yo creo que la madera será el material del siglo XXI; es necesario utilizar materiales naturales", enfatiza Vicente Guallart.
Edificios catalanes, madera de exportación
Y mientras en Catalunya no se aprovecha actualmente la madera que genera, se está importando madera de otras regiones para construir los edificios que se están levantando. "Esta madera que utilizamos ahora la llevamos del País Vasco o Austria. Lo que hace falta, dentro de la bioeconomía circular, es utilizar un recurso a nuestro alcance, de nuestros bosques", señala Guallart.
Vicente Guallart: "Gestionar la madera de los bosques de los Pirineos genera economía en el mundo rural y el valor es mucho mayor si contratas a personas en el campo que en la ciudad"
"Prácticamente toda la madera podría salir de Catalunya; hay un 80% de madera que no se gestiona. Lo interesante es que tener un bosque no sería como hoy, que no genera mucha valor. Tener un bosque y cuidarlo permite hacer gestión sostenible", remarca el arquitecto.
Luchar contra el despoblamiento
Más allá de crear una nueva actividad económica que repercuta positivamente en el medio ambiente, es también una oportunidad para revertir la desertización del mundo rural. "Puede hacer repoblar zonas más vacías y revertir el despoblamiento y el abandono de las zonas rurales", afirma el director del Centre Tecnològic Forestal. Una cadena que favorece el "reequilibrio territorial" que pasa por "una demanda que pague mejor la madera" y que haga que "desde el propietario del bosque hasta la gente que trabaja allí" tengan mejores condiciones.
"Gestionar la madera de los bosques de los Pirineos genera economía en el mundo rural. Si contratas a cinco personas en el mundo rural que generan economía, el valor es mucho mayor que si las contratas en la ciudad", sentencia Vicente Guallart. Este proyecto serviría para "implicar" a la gente del territorio en la cadena de valor.
Trasobares añade que "generar un vivero de empresas alrededor de esta nueva actividad y un tejido de empresas es un proyecto en clave de país y de reequilibrio territorial y revalorización económica". Una iniciativa para crear una economía circular y sostenible, que de valor al territorio y que los recursos tengan un impacto positivo.
La madera, un gran aliado
Todo ello, para situarse en el mapa de esta nueva revolución y que pasa por la madera como el principal material. La lucha contra la emergencia climática y la apuesta para hacer unas ciudades más amables con la vida se ha puesto en el centro del debate debido a la covid-19. Vicente Guallart ya trabaja en China en proyectos de construcción con madera para crear centralidades autosuficientes y más sostenibles.
Así lo define el arquitecto: "Un urbanismo compacto, de usos mixtos y con la idea de hacer edificios con madera, viviendas con terrazas y crear un entorno que pueda crear alimentos y energía y tecnología (fabricación digital) alrededor de sus edificios. Crear ciudades que produzcan recursos y no que generen residuos. Que fomenten la vida y la interacción".
"Debemos hacer viviendas radicalmente ecológicas, ciudades que produzcan alimentos y energía; ciudades de cero emisiones"
Y considera que esta idea, que ya se está replicando en diferentes puntos del planeta, se puede llevar también a Catalunya: "Hay tradición de buena arquitectura. Tenemos que acelerar el cambio de mentalidad de las ciudades e invertir algo más para ahorrar". Y es que Guallart señala que hay la "tradición de construir barato y vender caro, con un modelo especulativo". "Tenemos que hacer viviendas radicalmente ecológicas, ciudades que produzcan alimentos y energía. Ciudades de cero emisiones", resume.
Proyecto europeo
Por todo ello, se ha presentado el proyecto a los fondos europeos, para convertir a Catalunya en un hub de biostartups vinculadas a la producción y diseño de madera. Una inversión que supondría un gran retorno, tanto a nivel económico, como social y ambiental.
El elemento motor de esta reactivación será la producción de madera para la construcción, principalmente CLT, producto que permite sustituir de forma ventajosa otros materiales de construcción con una reducción de costes globales, la disminución de las emisiones de gases de efecto invernadero y, en resumen, permitiendo que en la construcción de viviendas (tanto unifamiliares como también edificios multifamiliares) se disminuya la huella ecológica.
A pesar de que Antoni Trasobares cree que la idea es bastante importante y de magnitud como para poder salir adelante aunque no resulte escogido, considera que las administraciones tienen que hacer de motor también de estos cambios. Así, Catalunya tiene delante la oportunidad de avanzar en la sostenibilidad, combatir la emergencia climática y crear una nueva actividad económica en las zonas rurales con esta apuesta.