Estos días los medios han hablado mucho de la naviera Maersk con motivo de una inversión multimillonaria que los daneses quieren ejecutar en Galicia y Andalucía, en lo que la prensa ha bautizado como "hub mundial de combustible verde". El volumen previsto de la inversión es nada menos que de 10.000 millones de euros y el objetivo es la producción de un combustible llamado “metanol verde”, o sea, un derivado del metano que, en vez de producirse a partir de combustibles fósiles, se obtiene mediante un proceso con una impronta de carbono baja, que incluye la descomposición de biomasa, la captura de dióxido de carbono y el uso de electricidad generada con fondos renovables. En el caso que nos ocupa, la utilización de electricidad de origen renovable será muy intensiva, hasta el punto de que será necesario crear parques eólicos y fotovoltaicos con una capacidad total de alrededor de los 4 o 5 gigavatios.
Sea como fuere, el nombre y el logotipo de Maersk probablemente nos resulten muy familiares porque vemos sus contenedores y sus camiones por doquier: en las carreteras, en los puertos y, por supuesto, en medio del mar. Esta compañía y su rival MSC son los dos grandes operadores del sector de transporte marítimo y es por eso que vale la pena conocerlos.
Resulta curioso que un país tan pequeño como Dinamarca (sólo un tercio más de territorio que Catalunya y una cuarta parte menos de población) haya creado el líder mundial de la navegación. Todo empezó en 1904, cuando la familia Møller se inició en el negocio de la explotación de barcos de vapor. Entre Peter Mærsk Møller (1836-1927) y su hijo Arnold Peter Møller (1876-1965) pusieron en marcha la compañía que acabaría por ascender hasta la cima de los negocios de transporte marítimo. Como decíamos, su logotipo con la estrella de siete puntas sobre fondo azul lo tenemos muy incorporado a nuestros recuerdos, en concreto a esa carpeta de “cosas que hemos visto, pero no sabemos dónde”. Un emblema que, por cierto, esconde una historia de aquellas que pueden ser leyenda urbana, pero que también pueden responder a un origen simbólico muy real. Se dice que el fundador, Peter Mærsk Møller, una noche estuvo rezando por la salud de su esposa enferma y pidió una señal como prueba de que el Señor había escuchado sus plegarias: que apareciera una estrella en medio del cielo brumoso de Svendborg. No consta si la señal se produjo o no, pero lo cierto es que la señora se recuperó de su enfermedad y, como agradecimiento a la providencia, el emprendedor danés decidió que todos sus barcos llevarían una estrella bien visible en la chimenea.
Maersk se convirtió en una potencia económica a raíz de la Primera Guerra Mundial: astilleros, transporte, azúcar, .. y también petróleo hasta que en el 2018 vendieron esta división a Total
La llegada de la Primera Guerra Mundial representó una oportunidad para la familia, porque las flotas comerciales de los países beligerantes -Dinamarca fue neutral- se vieron muy mermadas tanto por los naufragios como por la militarización de los barcos. El crecimiento generado durante el conflicto les permitió en 1918 abrir una nueva línea de negocio: los astilleros. Que en 1962 les otorgaran una concesión por cincuenta años para la extracción de materias primas en todo el territorio danés significó un salto adelante muy importante en su crecimiento y les supuso también la entrada en el sector del gas y del petróleo (crearon una entidad conjunta con las petroleras Shell y Gulf bajo la denominación de DUC, consorcio danés del subsuelo). Poco después, cuando Arnold Peter Møller murió, la compañía representaba ya casi la mitad de toda la flota del país, con intereses en el sector del transporte, la construcción de barcos, el gas y el petróleo, e incluso poseían una plantación de azúcar. Por cierto, el negocio del crudo lo mantendría hasta 2018, cuando fue vendido a la francesa Total. A partir de los años setenta, con la explosión de los containers estandarizados para el transporte marítimo (los famosos “teus”), Maersk también se supo situar para acabar liderando el sector.
Amparo Moraleda, consejera de CaixaBank y antigua presidenta de IBM para el sur de Europa, es la pieza clave de Maersk en España
Hoy en día, aunque la empresa cotiza en bolsa, se puede considerar que sigue siendo un negocio familiar, donde los Møller controlan más de un 70% de la compañía a través de diversas sociedades. La facturación alcanza los 62.000 millones de dólares, con unos beneficios de 18.000 millones y casi cien mil trabajadores. El primer ejecutivo del grupo es Søren Skou, un economista danés surgido de la cantera de la compañía, donde trabaja desde 1983 y que también ocupa el cargo de vicepresidente de Nokia. En el consejo de administración -que preside un miembro de la familia- encontramos a alguien muy conocido de nuestras telarañas locales, como es María Amparo Moraleda Martínez, consejera de CaixaBank y antigua presidenta de IBM para el sur de Europa.
Antes hemos hablado de paso del concepto “teu” y lo hemos dado por sabido, pero quizás vale la pena detenerse un momento. A finales de la década de los sesenta, se decidió caminar hacia la homogeneización de las dimensiones de los contenedores que se utilizaban en el transporte marítimo y el resultado fue la creación de unos bloques llamados TEUs, una denominación que proviene del expresión anglófona “Twenty-foot Equivalent Unit”, o sea, “unidad equivalente a veinte pies”. Estos contenedores son los que vemos a menudo saturar las cubiertas de los grandes barcos de transporte como si fueran bloques formados con piezas de Lego (un juego de construcción también de origen danés).
Los principales rivales de Maersk en esta batalla naval de dimensiones colosales son los italianos de MSC, es decir, la Mediterranean Shipping Company. Aunque formalmente su sede está en Suiza, sus orígenes y sus propietarios son totalmente italianos. Y si decíamos que podemos considerar a Maersk como una empresa familiar pese a su condición de firma cotizada, en el caso MSC lo son de pleno derecho porque desde su creación, los fundadores, la familia Aponte, no parecen haber soltado una sola acción de la compañía. Su historia es mucho más corta que la de su rival, porque nació en una época tan reciente como en 1970. Aunque el rostro visible de la creación de la empresa fue el capitán Gianluigi Aponte, la figura de la su esposa fue clave en el desarrollo del negocio porque la familia de Rafaela Diamante Pinas -banqueros suizos judíos- financió las compras de los primeros barcos. Desde ese momento, su crecimiento fue muy acelerado, tanto que sólo siete años después ya ofrecía servicios en Europa, África y el Océano Índico. En 1978 la compañía abandonó su Nápoles natal para instalarse en Suiza, curiosamente un país sin mar. Quizá la marca MSC no sea tan conocida como Maersk, pero la compañía del grupo que se dedica a los cruceros, MSC Cruceros, sí tiene una presencia destacada en los medios.
Los Aponte son los más ricos de Suiza, un mérito extraordinario teniendo en cuenta que ese país es refugio habitual de grandes fortunas que buscan discreción y opacidad
El hecho de que la firma italiana sea una empresa privada en el sentido anglosajón (es decir, no cotizada en bolsa) hace que resulte mucho más difícil que en el caso anterior encontrar datos de carácter financiero sobre su actividad. La compañía no publica cifras, pero en comparación con sus competidoras se pueden extraer algunas conclusiones. El mes pasado, una publicación dedicada exclusivamente al sector marítimo afirmaba, haciendo referencia a un rotativo helvético, que MSC podría estar valorada en 100.000 millones de dólares, y teniendo en cuenta que todas las acciones pertenecen a la misma familia, la conclusión sería que los Aponte son los más ricos de Suiza, un mérito extraordinario teniendo en cuenta que ese país es refugio habitual de grandes fortunas que buscan discreción y opacidad. Otras fuentes añaden que los beneficios del grupo familiar podrían alcanzar los 27.000 millones de dólares anuales. Lo que sí se sabe a ciencia cierta es que desde el 2014 el primer ejecutivo es Diego Aponte, que recogió el testigo que le transmitió su padre. Otros datos de carácter público son que su flota está formada por 730 barcos y que emplean a más de ciento cincuenta mil trabajadores.
He aquí dos familias que forman parte de las grandes fortunas del planeta, pero de las que nadie suele hablar y mucho menos implicar en conspiraciones estrambóticas, a diferencia de sus “colegas” del otro lado del 'Atlántico, como Bill Gates, Elon Musk o George Soros.