Navidad es la época de cenas de empresa, reuniones familiares y de abrir regalos. Pero también de la lotería. En solo 16 días, los catalanes pueden jugar hasta tres sorteos especiales: la Lotería de Navidad (22 de diciembre), la Grossa de Cap d'Any (31 de diciembre) y El Niño (6 de enero). A priori, tener un boleto premiado puede cambiarnos la vida. Pero, ¿qué dicen las estadísticas? En 2018, un estudio de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) concluyó que el 70% de los ganadores de una lotería se habían arruinado a los cinco años. De hecho, hay quienes no tienen que esperar tanto tiempo: el 85% de lo que se gana en premios de lotería se pierde durante los primeros 30 días por una falta de cultura económica, de acuerdo con un informe de Alfio Bardolla Training Group, una academia internacional de formación financiera.
Catalunya es uno de los territorios del Estado que menos gasta en juegos de azar: este 2024, el gasto medio por habitante en el Gordo español ha sido de 56,41 euros, muy lejos de los 117 euros que paga una persona de Castilla y León, por ejemplo. Con El Niño sucede lo mismo: el pasado 2024, los catalanes invirtieron 11,15 euros de media, a pesar de ser la comunidad más premiada históricamente. En La Grossa no hay datos concretos, pero la facturación de la lotería del territorio ha ido cayendo con el paso de los años, desde su creación en 2013 y el estallido de su popularidad en los años 2017 y 2018, con más de 30 millones de euros de facturación.
De todas ellas, la que más dinero destina es la primera, con premios de 400.000 euros al décimo. Es el doble de lo que otorga el primer premio de El Niño y La Grossa, que reparte 200.000 euros al boleto ganador. Ahora bien, hay que decir que no todo el dinero se lo lleva el beneficiario. Hacienda retiene el 20% del premio a partir de los 40.000 euros. Esto significa que en la lotería catalana, solo el primero (200.000 euros) y el segundo premio (65.000 euros) deben pasar por la Agencia Tributaria. Del tercer al quinto premio (30.000 euros, 10.000 euros y 5.000 euros) no llegan al umbral establecido. Con El Niño sucede lo mismo, mientras que en el caso de la Lotería de Navidad el tercer premio también se debe tributar, al ser de 50.000 euros.
Hay un 0,001% de opciones de ganar el Gordo o La Grossa y un 15% de optar a un premio o reintegro, mientras que en El Niño esta última posibilidad es del 7,82%
Pero, ¿cuál es la probabilidad de ser agraciado? En el caso de la Lotería de Navidad y La Grossa solo existe un 0,001% de opciones de tener el número ganador. Dicho de otra manera, una posibilidad de 100.000, ya que se juega del 00000 al 99999. El porcentaje es más elevado si se opta a cualquier premio, pero tampoco demasiado: solo hay un 15% de casos en los que el participante se llevará uno de los premios o un reintegro de su décimo. Ahora bien, hay que extraer de esta ecuación a El Niño. Este es el sorteo donde hay más opciones de triunfar, dado que ofrece hasta tres reintegros. Las opciones de ganar dinero, aunque sea la devolución, son del 38%, mientras que hay un 7,82% de opciones de cantar un gran premio.
Ganar no siempre es un buen síntoma
Aunque las opciones son mínimas, aún hay posibilidades de ser agraciados. Pero, una vez declarados los premios ante la administración, ¿qué sucede con el dinero? Es la gran pregunta que todo el mundo se hace cuando las televisiones nos muestran a los ganadores celebrando en la calle. Y, a pesar de que hay respuestas de todo tipo, la realidad es bien diferente. Según el estudio de Alfio Bardolla, el 80% de los participantes dedican el dinero de los premios a volver a jugar en el sorteo, con la esperanza de volver a ganar. Esto provoca que el 90% acabe con un balance negativo incluso después de recibir miles de euros.
Detrás de esta circunstancia se esconde un problema endémico, y es que en el Estado 1 de cada 7 personas que gana mucho dinero está en riesgo de arruinarse. De acuerdo con el estudio de la academia, este hecho es una consecuencia directa de la falta de cultura financiera que hay en el país. Una problemática que también detecta la investigación de la UOC y que vincula directamente con el entorno familiar. "Si una persona ha vivido en una familia en la que nunca ha habido dinero, cuando le toque la lotería lo gastará de inmediato porque no está acostumbrada a tener estas cantidades", analiza Elisabet Ruiz, profesora de Estudios de Economía y Empresa de la universidad. Solo hay que mirar las estadísticas: de los vencedores de la lotería, únicamente un 9% dedica el dinero a inversiones en activos.
Pero este impacto se puede medir desde muchos ángulos. Según el informe de la UOC, el hecho de convertirse en millonario de un día para otro conlleva ciertos riesgos psicológicos para personas de clase baja, ya que puede conducir a tomar decisiones irracionales que acaban desviándolas de su vida normal. "Esta persona pasa a ser expulsada de su mundo por convertirse en un nuevo rico, se siente mal, no se reconoce a sí misma ni a las emociones y los sentimientos, y esto en casos extremos puede culminar en una depresión o un suicidio", explica Francesc Núñez, profesor de Estudios de Arte y Humanidades de la UOC.
José Manuel Calvo y Margaret Loughrey, ambos ganadores de sorteos de lotería, acabaron suicidándose a causa de la depresión
La hemeroteca así lo confirma. En 2003, José Manuel Calvo, ganador de la Primitiva, se quitó la vida después de perder todo el dinero que había ganado. Pero hay un caso más reciente. En el Reino Unido, el pasado 2023, también se suicidó Margaret Loughrey, ganadora de un premio de 27 millones de libras de la lotería nacional. A pesar de que decidió repartir el premio entre familiares y amigos, acabó con problemas con la justicia que le provocaron una depresión mortal. Dos casos paradigmáticos que nos recuerdan que, lamentablemente, a veces no es oro todo lo que reluce.