Marta Peirano (Madrid, 1975) es periodista y experta en tecnología. Ha sido jefa de cultura y tecnología de El Diario.es y adjunta al director Ignacio Escolar y a su vez, ha sido fundadora del diario ADN, la revista CampoBase o los proyectos Copyfight, Cryptoparty Berlin, Hack Hackers Berlin o Elástico. Su obra literaria se cuenta por libros como El Rival de Prometeo, Vidas de Autómatas Ilustres, El Pequeño Libro Rojo del activista en la red prologado por el mismísimo Edward Snowden o El enemigo conoce el sistema. Su charla Ted ¿Por qué me vigilan si no soy nadie? de 2015 supera ya los cuatro millones de visualizaciones. Recibe VIA Empresa en el marco del Cornellà Creació para hablar de móviles tragaperras, poder y tecnología, vigilantes y vigilados, 1984 y Un mundo feliz, Irlanda, Snowden, dopamina, capitalismo y otras adicciones. "Vivimos en 1984 y Un mundo feliz", alerta. ¿Su consejo? ¡Nunca mires lo que dicen. Mira siempre lo que hacen!
¿Qué fué lo primero: periodista o experta en tecnología?
Nunca me habían hecho esta pregunta. Desde pequeña quise ser periodista y siempre me gustaron mucho los cacharros. Dejé el periodismo para hacerme periodista y empecé muy joven en la sección de tecnología de El Mundo. Tuve la suerte de hacerme periodista cuando llegó Internet a España. Siempre he estado en las secciones de cultura y tecnología y no hay tanta diferencia entre ellas.
Una cuestión de cultura digital.
Cuando la gente piensa en tecnología, lo hace en productos comerciales de empresas aparentemente tecnológicas como móviles, cámaras o ordenadores. A mi me interesan las infraestructuras: quién las pone, quién las paga, quién las usa, para qué sirven, cuáles son los objetivos, si son o no visibles o cómo se transforman a lo largo del tiempo. Internet es la infraestructura más grande que hemos construido y ha cambiado la cultura en todos los países donde se ha implantado. Internet es mucho más que una tecnología y todo está mediado por ello.
"La tecnología que define el poder es de comunicación"
¿Quién, cómo y por qué nos vigilan?
Es imposible saber quién nos vigila porque las herramientas a través de las cuales nos vigilan están en todas partes y no sabemos para quién trabajan. Hay una opacidad dentro de la industria de vigilancia muy vinculada a la tecnología, la defensa y la industria de armamento. ¿Quién? Nos vigilan los gobiernos totalitarios y las grandes empresas comerciales utilizando nuestros móviles, smartwatches, coches, altavoces o ciudades inteligentes... Todo lo inteligente.
Nos vigilan a través de artefactos que nosotros mismos compramos, que nosotros mismos instalamos en nuestras vidas, que nosotros mismos llevamos encima y encendidos las 24 horas del día. No sabemos cuánta gente nos vigila, pero sí cómo lo hacen.
¿Periodismo, tecnología y poder van de la mano?
El periodismo es una práctica y la tecnología y el poder són conceptos. El vínculo de la tecnología con el poder en los últimos años ha afectado mucho a nuestra profesión y es que la tecnología que define el poder es de comunicación. Ni siquiera es Internet, sino las grandes plataformas que dominan Internet. Hace 20 años que hablamos de esas seis empresas en el mundo occidental que se dedican a gestionar contenidos en Internet.
¿Cuáles?
Amazon, Google, Facebook, Apple, Microsoft y Oracle. Tanto Netflix como Spotify están en Amazon Web Service y dependen de ello.
Asegura Roger Vinton, colaborador de VIA Empresa, que “criticar a la banca o a las multinacionales es perseguir fantasmas”.
Completamente de acuerdo. Yo siempre compara estas multinacionales con paraísos fiscales. Parece exagerado, pero son infraestructuras técnicas diseñadas deliberadamente para evadir no solo los impuestos -aunque también-, sino la legislación y la monetización de las instituciones democráticas incluyendo también el periodismo.
"La GDPR es como intentar regular una autopista que está cubierta por un túnel al que no podemos entrar. Es nuestra ley de protección de datos contra su ley de copyright, marca y secretos de empresa"
En Europa tenemos una ley que es pionera y ejemplar de la gestión de datos como la GDPR. Sin embargo, estamos viendo tras tres años que esta ley no tiene músculo ya que intentamos implementarla en un espacio al que no tenemos acceso. Es como intentar regular una autopista que está cubierta por un túnel al que no podemos entrar. Es nuestra GDPR contra su ley de copyright, protección de marca y secretos de empresa.
También hay un sistema de incentivos muy vinculado a la banca que hace muy difícil tomar medidas apropiadas contra las empresas que se han establecido en Irlanda donde se benefician de su particular estatus fiscal. Además, el único país que las puede demandar una y otra vez por cometer irregularidades contra la GDPR en Europa tiene muy pocos incentivos para hacerlo porque es el único que se beneficia.
¿Irlanda?
Basta con ver Irlanda en 2008 y verla ahora. ¿Qué industria ha favorecido Irlanda en los últimos años? Esta.
¿Qué fue lo que más le impactó de Edward Snowden?
La primera vez que entrevisté a Edward Snowden me impactó lo difícil que era la decisión que había tomado y a su vez, lo consciente que era de las consecuencias. Te encuentras a menudo con gente que toma decisiones coherentes con su visión y códigos morales pero que no se dan cuenta de lo que les va a costar. Sin embargo, él era perfectamente consciente del castigo. Lo que le pasó fue y es muy severo, sigue atrapado en un país con una democracia muy dudosa en unas circunstancias que no le favorecen ni a él ni a su familia.
La segunda vez que entrevisté a Snowden me impactó el cambio que había visto en él respecto a la primera vez. Me pusieron policia secreta cuando fui a Moscú a verle. Tras seis años, pasó de estar asustado a establecerse con su familia, casarse con su novia o tener un hijo. Dice mucho de la capacidad de adaptación del ser humano y él no había cambiado en absoluto. Su coherencia era impoluta y no ha evolucionado a un personaje distinto como sí ha pasado con otras personas. No ha perdido la cabeza, sigue haciendo exactamente lo que dijo que iba a hacer. Me impacta su honestidad moral.
"Me impacta la honestidad moral de Edward Snowden"
¿El caso Snowden o Cambridge Analytica marcaron un antes y un después en la consciencia social y la percepción de la tecnología?
Desde un punto de vista estrictamente periodístico, sí que hay un cambio importante. Hace muchos años que me dedico a estudiar la relación entre la tecnología y el poder y cómo se usa la vigilancia, pero mi posición era muy débil hasta que Snowden facilita los documentos que demuestran que la tecnología se usa para el espionaje. Es muy difícil decirle a alguien que deje de usar o sospeche de algo que le gusta tanto. Es un poco como cuando de repente, fumar da cáncer. Esto lo documenta muy bien la serie Mad Men.
¿Nos falta espíritu crítico?
El condicionamiento de la tecnología es tan fuerte que me cuesta culpar al usuario. Estas tecnologías están diseñadas por genios extremadamente bien financiados para ser extremadamente adictivas. Sufrimos un caso de adicción colectiva a unos dispositivos y unos procesos que son socialmente aceptables. Si eres adicto a la tragaperras, todo el mundo te va a decir que tienes un problema.
Si eres adicto a las aplicaciones del móvil, siempre puedes decir que en realidad estás pendiente de la bolsa, los titulares, el trabajo, la familia o la casa... Tu adicción no solamente está cubierta por un contexto o por un túpido velo de contenido sino que además está aceptado socialmente. Somos adictos a algo que no se considera una adicción. La industria tecnológica se ha favorecido mucho de culpar al usuario y el capitalismo ha perfeccionado esta herramienta a lo largo de los años.
Adictos al capitalismo.
La industria del tabaco echa la culpa al adicto, la industria del juego echa la culpa al adicto... Las petroleras han invertido mucho dinero en hacer campañas de concienciación entre las personas como individuos para hacerles culpables del desastre medioambiental que ellos mismos han creado. No hay nada mejor que trasladar la culpa a tu victima para seguir haciendo lo que quieres. Culpar al usuario de ser espiado y adicto es una batalla muy desigual e injusta.
"Somos adictos a algo que no se considera una adicción pero la industria tecnológica nos culpa de ello"
¿Vivimos en casas de cristal frente al capitalismo de vigilancia?
Somos insconscientes de a este qué punto nuestra intimidad ha sido invadida por los artefactos que nosotros mismos hemos metido en casa. En el panóptico te sabes vigilado todo el tiempo y te impones una autocensura permanente, pero con la tecnología estamos rodeados de espías que hablan de nosotros a nuestras espaldas sin que nos demos cuenta.
¿Los móviles son tragaperras y la tecnología es dopamina?
Las aplicaciones que tenemos en el móvil están diseñadas copiando los principios de la máquina tragaperras para generar unos circuitos de dopamina en el cerebro que como más cortos son, más adictivo es el proceso. En la industria del juego se le llama Even Frequency y se trata de activar más circuitos de dopamina para generar así más adicción.
TikTok ha perfeccionado este mecanismo hasta el extremo y los usuarios están llegando a un punto de saturación, casi al borde de este truco. TikTok es la red más popular del planeta y la primera que trasciende de Asia y se cuela en el mundo occidental combinando lo que ha aprendido Snapchat, Instagram o Facebook con la fórmula de la dopamina. Nuestras redes sociales están dominadas por el abuso, el insulto y los memes sarcásticos y en cambio, las redes asiáticas son un mundo feliz donde nadie se queja y hay muchos emoticonos. Esa combinación es irresistible.
Recuerda al 1984 de George Orwell y/o a Un mundo feliz de Adolf Huxley… ¿La ficción del Gran Hermano supera la realidad?
Siempre recomiendo el libro Divertirse hasta morir que responde precisamente a esta pregunta. Tanto 1984 como Un mundo feliz son verdad. En realidad, 1984 describía un régimen autoritario que dominaba los ciudadanos a través de la fuerza y el castigo mientras que en Un mundo feliz, la dominación se hace a través del entretenimiento, la droga y un encantamiento producido por la tecnología. Vivimos en los dos mundos. En Asia se usa la tecnología para mostrar la fuerza de forma visible y violenta y en el mundo occidental, la tecnología se usa para buscar un consenso de una forma más seductora y suave. Tiene el mismo efecto: un consentimiento a renunciar a derechos laborales y civiles por los que estuvimos luchando todo el siglo XX.
“El problema no es la red, es algo que le pasa a la red… Este estado de vigilancia es una de las peores enfermedades que tiene una democracia”, asegura en su charla TED. ¿Cómo podemos garantizar la seguridad informática, la privacidad o nuestro anonimato en la red?
¡No se puede! Pero, se pueden hacer otras cosas. Tal como está configurada nuestra vida en la red gracias al cacharro que llevamos encima, estamos sometidos a un proceso de identificación biométrica permanente a través de muchos sistemas que son invisibles. Ser en anónimo en la red o en el mundo es cada vez más dificil. Hay una diferencia entre ser identificable o víctima de esa identificación.
¿Cuál?
Tanto regimenes autoritarios como empresas de todo tipo utilizan tecnología para encontrar personas en el mundo, secuestrarlas y matarlas. O hacerles una campaña de silencio para que su trabajo de abogado, periodista o activista sea ninguneado hasta la muerte. Utilizan lo que saben para hacer campañas silenciosas y oscuras que solo vemos nosotros y que nos afectan de forma permanente.
Todos los sistema de monitorización y todos los garantes de la democracia quedan deshabilitados por ese tipo de oscuridad y opacidad. Es crucial que se imponga una transparencia en el uso de esas tecnologías de forma legal y absoluta. Tenemos que saber si nuestro propio gobierno las está usando. En la mayoría de países no se ha entregado este tipo de transparencia.
"Estamos rodeados de espías que hablan de nosotros sin que nos demos cuenta"
Póngame un ejemplo.
Cuando se pusieron las primeras cámaras para vigilar la calle durante la administración Aznar fue un escándalo. Ahora, sin embargo, estas cámaras están connectadas a sistemas de reconocimiento facial y ni siquiera sabemos dónde están. No sabemos quién las pone, quién las paga o quién las usa. Viene Pedro Sánchez de Davos diciendo que ha llegado a un superacuerdo con Amazon para la gestión de la nube y piensas: ¿cómo que la gestión de la nube por Amazon? Debería ser ilegal.
¿El capitalismo de plataformas?
El capitalismo de plataformas no es una práctica circunscrita a las redes sociales donde unos cuantos adolescentes "idiotas" ceden sus datos sin darse cuenta. El capitalismo de plataformas es una práctica por la que grandes empresas tecnológicas te resuelven un problema que te han generado ellos mismos. Te quitan el problema de encima y también todo lo que llevas en el bolsillo.
Quédese con un último consejo.
Cuando doy clases a periodistas, mi consejo siempre es: ¡Nunca mires lo que dicen. Mira siempre lo que hacen! En el mundo de la tecnología ocurre los grandes protagonistas que son citados en todos los medios como si fueran oráculos divinos suelen decir cosas que son lo opuesto a lo que hacen. Esto es algo que tienen en común con los dictadores. Así pues, atiende a lo que hacen y no lo a que dicen.