Uno de los retos que Naciones Unidas ha fijado para el 2017 es conseguir que el turismo sea sostenible. Hoy ya hay quién habla de overtourism, un fenómeno que afecta de pleno Cataluña. Nuestro país acoge el 25% de los turistas que llegan a España, tercer destino mundial sólo por detrás de Francia y los Estados Unidos. "El problema es que el número de turistas crece cada año y los destinos son las mismas", asegura Natàlia Ferrer, editora asociada de The Place Brand Observer, en la segunda Jornada de Turismo e Innovación que Auren ha organizado este martes.
El debate permanente en Barcelona o la revuelta de los venecianos ante la masificación son sólo dos ejemplos de la saturación turística. "El sector no ha evolucionado diseñando una experiencia que minimice los costes ambientales y maximice los beneficios sociales", ha destacado Ferrer a la vez que ha reivindicado más innovación.
Una innovación o cambio de comportamiento que no sólo tiene que venir de las organizaciones turísticas, sino también de los huéspedes y los viajeros. Un ejemplo de este compromiso de todas las partes es el Tren Ecuador. "Un tren de lujo que es un valor compartido, con más de 5.000 puestos de trabajo creados para los locales que viven en torno a las vías", ha ejemplificado Ferrer sobre un modelo que acaba de ganar el premio Mundial de Turismo Responsable.
Propuestas para un turismo sostenible
"Adaptación, calidad de vida, reputación y competitividad son los cuatro retos porque los destinos puedan sobrevivir", enumera Natàlia Ferrer. Con estas premisas, la experta señala varios caminos que se pueden emprender en esta línea. Uno de ellos es fomentar el descenso de las empresas turísticas reduciendo las camas disponibles. "Esto no quiere decir ganar menos, sino quizás aumentar precios y que esté al alcance de menos gente", matiza.
Ferrer también apunta a la posibilidad de "limitar la accesibilidad reduciendo el número de aviones o barcos que pueden llegar a un destino". O plantearse qué uso hay que hacer de los ingresos generados a través de los impuestos sobre el sector. "Donde hay aglomeración, como Barcelona, se tendrían que dedicar a la gestión y no a la promoción", opina.
En cualquier caso, Ferrer recuerda que la sostenibilidad 100% no existe, dado que siempre habrá algún problema. La clave, pues, es "tener las herramientas de gestión para afrontarlo". Ahora bien, insiste que hay que cambiar también las percepciones. "Medir el éxito con el número de pernoctacions es del siglo pasado. Hemos mirado los números equivocados demasiados tiempos", asegura. A su entender, "ahora la métrica real son los ingresos. No queremos saber cuántos turistas tenemos, sino cuánto dinero ganamos".
Dos realidades frente a frente
Otro fenómeno que ha impactado de pleno en el sector turístico ha sido lo de la denominada economía colaborativa. "Este término lo han usurpado muchos operadores que no lo son y se esconden detrás. Los grandes portales de intermediación son multinacionales ultracapitalistes que buscan comisiones por cada intermediación y tributar el mínimo". Con esta contundencia se expresa Roger Callejà (@RogerCalleja), director de Innovación del Gremio de Hoteles de Barcelona.
Encargado de representar "la economía tradicional" en el debate, no ha hecho falta que citara explícitamente Airbnb porque todo el mundo entendiera a quien se refería. Callejà señala que estos portales "esconden mucha economía sumergida y actividades intensivas profesionalizadas". Así pues, indica que al entender de los hoteleros no se puede considerar colaborativa una acción que es "habitual, genera lucro y se publicita de forma intensiva. Esto es actividad económica". De hecho, añade, se trata de "fórmulas que ya existían como los apartamentos, las pensiones o los Bed&Breakfast".
Desde el Gremio de Hoteles de Barcelona recriminan que los hacen "una clara competencia desleal". Callejà ironiza que "parece que no seamos tan simpáticos ni innovadores; pero también hay muchos hoteles que exploran la experiencia del usuario". Al fin y al cabo, asegura, "el 66% de gente que va a esta oferta es por un factor precio, que es más bajo porque sufre menos impuestos y normativas". Según sus datos, el coste de cumplir la regulación en Barcelona es de 17,90 euros por plaza, mientras que el de no hacerlo es de 0,70 euros por plaza. Una diferencia de 17,20 euros por cliente que trae el representante de los hoteleros a encontrar injusto "liberalizar un sector cuando ya hay operadores regulados".
Jean-Noel Saunier (@jnsaunier) es CEO y cofundador de MyTwinPlace , la cara de la economía colaborativa en el debate. "Siempre que hay un cambio en un mercado se generan fricciones. El importante es posicionarse de cara al cliente y buscar las oportunidades", asegura agradeciendo que desde el Gremio de Hoteles sí que consideran colaborativa su actividad de intercambio de viviendas sin transacción económica.
A pesar de todo, Saunier asegura no sentirse un defensor de la economía colaborativa. "Es un movimiento que aporta ventajas pero que también genera preguntas a la sociedad". Por el creador de MyTwinPlace, todas estas innovaciones han venido impulsadas por la crisis, donde "las personas han buscado alternativas para obtener beneficios de sus bienes". Todo ello regado con la tecnología que ha aproximado los consumidores. "Cuanto más información tenemos de los usuarios, más fácil es confiar", asegura.
En cualquier caso, Saunier reivindica que "no se puede decir que en la economía colaborativa no paga nadie. Tenemos trabajadores con contrato y pagamos el que toca; y en tres años hemos sufrido tres controles". Por el dirigente de MyTwinPlace, "nos tenemos que centrar más a que quieren los usuarios, que son los que pueden escoger. Los podríamos prohibir escoger esta opción, pero no es el tipo de sociedad que queremos".
A su parecer, el sector hotelero es el más muy posicionado para centrarse en los usuarios. "Tiene un servicio profesional y de calidad. Si se mezcla su experiencia con el que quieren los usuarios (no pagar por el wifi o tener más espacio), pueden competir muy bien".
Una visión que según Roger Callejà ya están teniendo en su sector. "Los hoteles antes eran cama, ducha y almorzar, pero ahora la tendencia es hacer de anfitrión". Recuerda que la industria ya hace años que piensa como tratar mejor el cliente, con espacios más acogedores y aconsejándolo sobre la ciudad. "El auge de estas plataformas sólo lo está acelerando", concluye.
El debate permanente en Barcelona o la revuelta de los venecianos ante la masificación son sólo dos ejemplos de la saturación turística. "El sector no ha evolucionado diseñando una experiencia que minimice los costes ambientales y maximice los beneficios sociales", ha destacado Ferrer a la vez que ha reivindicado más innovación.
Una innovación o cambio de comportamiento que no sólo tiene que venir de las organizaciones turísticas, sino también de los huéspedes y los viajeros. Un ejemplo de este compromiso de todas las partes es el Tren Ecuador. "Un tren de lujo que es un valor compartido, con más de 5.000 puestos de trabajo creados para los locales que viven en torno a las vías", ha ejemplificado Ferrer sobre un modelo que acaba de ganar el premio Mundial de Turismo Responsable.
Propuestas para un turismo sostenible
"Adaptación, calidad de vida, reputación y competitividad son los cuatro retos porque los destinos puedan sobrevivir", enumera Natàlia Ferrer. Con estas premisas, la experta señala varios caminos que se pueden emprender en esta línea. Uno de ellos es fomentar el descenso de las empresas turísticas reduciendo las camas disponibles. "Esto no quiere decir ganar menos, sino quizás aumentar precios y que esté al alcance de menos gente", matiza.
Ferrer también apunta a la posibilidad de "limitar la accesibilidad reduciendo el número de aviones o barcos que pueden llegar a un destino". O plantearse qué uso hay que hacer de los ingresos generados a través de los impuestos sobre el sector. "Donde hay aglomeración, como Barcelona, se tendrían que dedicar a la gestión y no a la promoción", opina.
En cualquier caso, Ferrer recuerda que la sostenibilidad 100% no existe, dado que siempre habrá algún problema. La clave, pues, es "tener las herramientas de gestión para afrontarlo". Ahora bien, insiste que hay que cambiar también las percepciones. "Medir el éxito con el número de pernoctacions es del siglo pasado. Hemos mirado los números equivocados demasiados tiempos", asegura. A su entender, "ahora la métrica real son los ingresos. No queremos saber cuántos turistas tenemos, sino cuánto dinero ganamos".
Dos realidades frente a frente
Otro fenómeno que ha impactado de pleno en el sector turístico ha sido lo de la denominada economía colaborativa. "Este término lo han usurpado muchos operadores que no lo son y se esconden detrás. Los grandes portales de intermediación son multinacionales ultracapitalistes que buscan comisiones por cada intermediación y tributar el mínimo". Con esta contundencia se expresa Roger Callejà (@RogerCalleja), director de Innovación del Gremio de Hoteles de Barcelona.
Encargado de representar "la economía tradicional" en el debate, no ha hecho falta que citara explícitamente Airbnb porque todo el mundo entendiera a quien se refería. Callejà señala que estos portales "esconden mucha economía sumergida y actividades intensivas profesionalizadas". Así pues, indica que al entender de los hoteleros no se puede considerar colaborativa una acción que es "habitual, genera lucro y se publicita de forma intensiva. Esto es actividad económica". De hecho, añade, se trata de "fórmulas que ya existían como los apartamentos, las pensiones o los Bed&Breakfast".
Desde el Gremio de Hoteles de Barcelona recriminan que los hacen "una clara competencia desleal". Callejà ironiza que "parece que no seamos tan simpáticos ni innovadores; pero también hay muchos hoteles que exploran la experiencia del usuario". Al fin y al cabo, asegura, "el 66% de gente que va a esta oferta es por un factor precio, que es más bajo porque sufre menos impuestos y normativas". Según sus datos, el coste de cumplir la regulación en Barcelona es de 17,90 euros por plaza, mientras que el de no hacerlo es de 0,70 euros por plaza. Una diferencia de 17,20 euros por cliente que trae el representante de los hoteleros a encontrar injusto "liberalizar un sector cuando ya hay operadores regulados".
Jean-Noel Saunier (@jnsaunier) es CEO y cofundador de MyTwinPlace , la cara de la economía colaborativa en el debate. "Siempre que hay un cambio en un mercado se generan fricciones. El importante es posicionarse de cara al cliente y buscar las oportunidades", asegura agradeciendo que desde el Gremio de Hoteles sí que consideran colaborativa su actividad de intercambio de viviendas sin transacción económica.
Callejà (izquierda) y Saunier (derecha), han protagonizado el frente a frente entre economía tradicional y colaborativa. PGF |
A pesar de todo, Saunier asegura no sentirse un defensor de la economía colaborativa. "Es un movimiento que aporta ventajas pero que también genera preguntas a la sociedad". Por el creador de MyTwinPlace, todas estas innovaciones han venido impulsadas por la crisis, donde "las personas han buscado alternativas para obtener beneficios de sus bienes". Todo ello regado con la tecnología que ha aproximado los consumidores. "Cuanto más información tenemos de los usuarios, más fácil es confiar", asegura.
En cualquier caso, Saunier reivindica que "no se puede decir que en la economía colaborativa no paga nadie. Tenemos trabajadores con contrato y pagamos el que toca; y en tres años hemos sufrido tres controles". Por el dirigente de MyTwinPlace, "nos tenemos que centrar más a que quieren los usuarios, que son los que pueden escoger. Los podríamos prohibir escoger esta opción, pero no es el tipo de sociedad que queremos".
A su parecer, el sector hotelero es el más muy posicionado para centrarse en los usuarios. "Tiene un servicio profesional y de calidad. Si se mezcla su experiencia con el que quieren los usuarios (no pagar por el wifi o tener más espacio), pueden competir muy bien".
Una visión que según Roger Callejà ya están teniendo en su sector. "Los hoteles antes eran cama, ducha y almorzar, pero ahora la tendencia es hacer de anfitrión". Recuerda que la industria ya hace años que piensa como tratar mejor el cliente, con espacios más acogedores y aconsejándolo sobre la ciudad. "El auge de estas plataformas sólo lo está acelerando", concluye.
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