El Mobile y lo que vendrá después

El efecto transformador del Mobile World Congress sobre Barcelona, sus servicios y la organización de la ciudad

Barcelona tiene que aprender a aprovechar el potencial del MWC y mantenerlo en su futuro | EP Barcelona tiene que aprender a aprovechar el potencial del MWC y mantenerlo en su futuro | EP

Los días del Mobile no son una semana cualquiera. Desde su incorporación al calendario de ferias de la ciudad, se han convertido en el puntal del crecimiento turístico de los últimos quince años. Paralelamente al pedigrí que aporta el acontecimiento, los ilustres visitantes que aterrizan hacen gasto por tierra, mar y aire. A finales de este mes de febrero, se abren las puertas, dos años después de las ediciones mini, obligadas por la pandemia. ¿Será el punto de inflexión hacia la recuperación deseada?. Hay todavía un poco de miedo a viajar al extranjero y las empresas, en estas circunstancias, se lo toman con calma antes de enviar a sus directivos por estos mundos de Dios. Pero, todo parece atado para hacer una edición esperanzadora. Cumplir con dignidad es la consigna. Después, empezarán los problemas de verdad: el contrato llega hasta el 2024.

Desde 2006, cada edición del MWC forma íntimamente parte del futuro turístico de esta ciudad. Por varias razones. Primera, porque su sello innovador en la telefonía móvil posiciona a Barcelona al más alto nivel internacional; se encontró un atajo hacia el futuro, y se ha aprovechado para que durante estos días se fije desde aquí la hoja de ruta de la movilidad en los próximos meses. Segunda, porque las nuevas tecnologías impactan en el tejido urbano y económico, espoleando la modernización del aparato productivo. Tercera, porque atrae unos 100.000 congresistas durante unos cuántos días de febrero, abriendo la temporada de las manifestaciones feriales. Cuarto, porque genera decenas de miles de puestos de trabajo eventuales; y a medida que avanzan los años, un buen plantel de fijas de alta calificación. Y quinta, porque, además, deja entre 400 y 500 millones de euros anuales en alojamiento, restauración, transporte, ocio... A pesar de los esfuerzos para abrir sus puertas en 2020, no fue posible; y en 2021, como consecuencia de la pandemia, apenas asistieron unos 20.000 congresistas, la quinta parte de los habituales.

Camino de rosas

Fue en estos momentos, sin MWC, cuando de verdad nos dimos cuenta de que, del mismo modo que el rey en el cuento de Hans Christian Andersen, la ciudad estaba desnuda. En pocas semanas, sabremos cómo se viste nuevamente y vuelve a ser uno de los puntales del turismo en Barcelona, al menos hasta la edición de 2024, cuando acaba el contrato. Después, ya veremos. Como ha detectado muy bien Genís Roca, esta cuestión es la principal. ¿Qué pasará después del 2024?. La incorporación a la presidencia de GSMA del máximo responsable de Telefónica, José María Álvarez-Pallete, podría estar planteada en clave de futuro. Todo dependerá, (Roca dixit) de la mesa donde se acabe discutiendo el futuro de la mayor manifestación ferial barcelonesa. Por el momento, junto a la edición catalana, se hace otros en Los Ángeles y Shanghai, y se preparan en Latinoamérica y África. Pero MWC solo es una pata de la GSMA, impulsora de la digitalización y que reúne la industria mundial de las comunicaciones móviles. Por su parte, GSMA participa en los fondos de MWCapital con el Gobierno Español, la Generalitat, el Ayuntamiento de Barcelona, Fira de Barcelona y empresas, como Telefónica, CaixaBank o Damm. ¿En qué lugar se tomará la decisión sobra la continuidad y cuál es el peso de la balanza?.

Todo parece atado para una edición esperanzadora. Después, empezarán los problemas de verdad: el contrato llega hasta el 2024

Los últimos tres lustros de maridaje entre el Mobile y la ciudad no han sido un camino de rosas. Por ejemplo, cuando la alcaldesa, al recibir el bastón de mando del Ayuntamiento en 2015, se cuestionaba el beneficio de un gran acontecimiento cómo este, idea que, por suerte, no prosperó. O cuando Madrid ha jugado repetidas veces a la puta y la Ramoneta para llevárselo, como había hecho en décadas pasadas con la feria de turismo catalana. O a raíz de las manifestaciones de protesta ante el rey del 2018, o cuando las autoridades catalanas lo plantan en la inauguración. O las protestas de la plataforma Stop Pujades de 2014... Es señal de normalidad que, cómo el mejor escaparate internacional del que disfrutamos, se aprovechen sus actividades para expresar el sentimientos de muchos colectivos. Pero justo es decir que ha sido un idilio, sin el cual difícilmente entenderíamos la ciudad turística. La organización GSMA ha estado a las duras y a las maduras. No pudo ser en 2020, pero el año pasado lo abrió, a pesar de las condiciones y tenerlo que retrasar en verano. Esto le ha otorgado confianza y seriedad. La ciudad, por su parte, lo ha aprovechado: entre 2017 y 2019, los años dorados antes de la tormenta, llegaron más de 100.000 visitantes que dejaron en Barcelona unos 5.000 millones de euros.

Reservas

En tres semanas, empezará el desfile de los CEO de AT&T, China Mobile, Valable 500, Vodafone, Block -que ahora mina bitcoins-, Millicom, Telia..., entre otros. Se esperan 1.500 expositores de 150 países, el doble que el año pasado. Intervendrán unos 400 ponientes; participarán unos 75.000 visitantes presenciales o virtuales, que dejarán entre 100 y 200 millones de euros; y se triplicará el espacio del año pasado. No se ha producido el goteo de cancelaciones de los años de la pandemia y muchos de los que han avanzado que lo seguirán virtualmente no descartan hacerse presentes al último momento.

Barcelona duplica en 2010 las plazas hoteleras del año anterior, y desde entonces siguen aumentando hasta las más de 75.000 de 2019. Como si fueran dos vasos comunicantes, a pesar de todo los esfuerzos para cerrar los ilegales, se disparan los apartamentos turísticos, que acaban experimentando un mayor éxito de ocupación desde 2016. Manel Casals, director del Gremio de Hoteles desde 2008, ha vivido prácticamente desde el primer día el idilio MWC-Barcelona. Confirma que este año le ha reservado 10.000 plazas al acontecimiento, con la certeza de que se ocuparán. "Esta cifra no tiene nada que ver con las 27.000 que les guardábamos los años anteriores a la pandemia, pero es buena señal -añade-. Están abiertos siete de cada diez hoteles, eso sí, a mitad de precio; pero de seguir evolucionando la situación en este sentido, en verano todos los hoteles permanecerán abiertos".

No hay euforia, pero los hoteles en el entorno de los recintos feriales y algunos de los de más renombre están reservados para estos días con tarifas interesantes; el año pasado los cogió con los meados al vientre: la mitad de los hoteles estaban forzosamente cerrados, las ocupaciones no llegaban al 45 %, las tarifas se arrastraban por tierra, y más de la mitad de los empleados permanecían en ERTE. En cuanto a los apartamentos turísticos, la situación no era paso mejor.

Ferias virtuales no llevan dinero

En este sentido, la edición 2022 salvará sin duda las dos primeras razones de ser del Mobile, la proyección internacional y el espoleo al desvelo tecnológico, ambos intangibles valiosísimos, indispensables por el venidero económico y social. Qué pasa con las otras razones de ser del MWC, el dinero que esparcin y los puestos de trabajo que crean? En efecto, sueño los más tangibles, los que alegran la cara a los hoteleros, a los restauradors, a los taxistas, a los empresarios del ocio, a los servicios diversos... Para saber qué puede pasar, hay que profundizar en dos aspectos. El primero, qué oportunidades tienen los eventos más allá del presencial. Es decir, ¿hay vida paralas manifestaciones feriales híbridas?; el segundo, qué pasa después del 2024 y cómo se afronta.

De seguir este talante, triunfaríamos ahora a finales de febrero, pero nos acabaremos encontrando que la ciudad, cómo el rey, estaba desnudada

Sobre la primera cuestión, las grandes ferias avanzan en el uso de las nuevas tecnologías de la comunicación, que progresan cada hora, para mantener la relación entre los usuarios a lo largo el año. Se acaba de celebrar a Las Vegas la Feria de la Electrónica CES. No han participado ni Google, ni Amazon, ni Microsolft, pero Sony, Samsung y las pymes que han asistido han quedado contentas de los resultados y le están encontrando la gracia en el formato híbrido. Entre las mayores internacionales - Expo 2022 Dubai, IFE de Alimentación y Bebidas de Londres, Tuttofood Milano, Sial de, París, Anuga de Colonia, China Fisheries & Seafood Expo de China  o IMEX de Frankfurt - el sentimiento es que la presencia física del visitantes deviene indispensable para cualquier evento. John Hoffman, CEO del MWC, es del mismo parecer: el canal online refuerza la manifestación física que permitirá participar y seguirla a distancia. Su vocación es mantenerse presencial para cultivar enteros e incrementar los intangibles y los tangibles, yin y yang de una ciudad turística. Es la doble razón de ser de esta actividad de marketing, iniciada por los griegos en Delfos en la antigüedad, que se convierte en una industria masiva al servicio del turismo urbano contemporáneo. Sin viajeros, el negocio se desploma, por ausencia del gasto en alojamiento, restauración, transporte, ocio, tickets y servicios diversos.

El hecho es que la pandemia ha modificado bruscamente el escenario y no parece que en los próximos años viajaremos del mismo modo que en el pasado; empresas y profesionales han descubierto que el online sustituye una parte importante de las actividades hasta ahora viajeras. Las reuniones presenciales serán más selectas, más tecnológicas, más puntuales y ligadas a grandes acontecimientos. Esto nos conduce a la segunda de las cuestiones, la del final del contrato del Mobile en 2024, es decir el coste-beneficio de las ferias y los congresos. El atractivo de Barcelona se ha desarrollado a partir de 1992, elaborando la marca e incluyendo activos en el icono (monumentalidad, meridionalidad, raíces, museos, playas, tiendas, actividades culturales, etc.). Ha habido precipitación para crecer y crecer, hasta límites pocos homologables. Por ejemplo, aquello de llegar a los 10 millones de turistas. De esta forma, se ha producido un crecimiento de servicios de alojamiento, restauración y otras, que han provocado el estrés urbano. El modelo turístico dependerá de consensuar: 1) en qué activos invertir - ¿por qué no en el Hermitatge?-; 2) qué servicios son asumibles sin masificar los entornos de los atractivos principales; 3) qué urbanismo queremos -por ejemplo, como por ejemplo las terrazas esparcidas por las aceras; y 4) qué cantidad de servicios de alojamiento, restauración y otros nos permiten hacer una vida plácida a todos.

Frívolamente se habla de volver a la normalidad. Es una visión a corto, a muy corto plazo. Como si se pudiera repetir lo que pasaba antes. En 2024, con Mobile o sin, los visitantes serán diferentes, como las funciones urbanas. De seguir este talante, triunfaríamos a finales de febrero, pero nos acabaremos encontrando que la ciudad, como el rey, estaba desnuda.

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